TEXTO 3
La educación también se muestra en la calle
Salvador Saúles (2007) Texto inédito.
[1] Cada mañana sucede lo mismo. Susana y su hija Clara intentan resguardarse sin mucho éxito del asedio vehicular matutino en las prácticamente inexistentes banquetas de la Ciudad de México. Porque a pesar de los innumerables intentos por mejorar la vialidad de esta ciudad, los resultados no han sido del todo fructíferos. Y si a esto se le suma el pésimo comportamiento de los peatones, y sobre todo de los conductores, los problemas se vuelven aún más complejos. Las banquetas son muy pequeñas para ser cómodamente transitadas por una madre y su hija rumbo a la escuela, pero más pequeñas aún si a esta situación se le agrega la imprudencia de quienes deciden estacionar en ellas sus autos, obligando a todos los peatones que por allí caminan a emprender su marcha por la mitad de la calle. "La reducción de las banquetas es proporcional al tamaño de nuestra barbarie", ha dicho alguna vez el poeta Luigi Amara.
[2] Los habitantes de las grandes ciudades padecemos un mal común: no poseemos una cultura vial que nos permita desempeñarnos correctamente, ya sea como conductores o como peatones. Nos pasamos las luces del semáforo en rojo y creemos que la luz amarilla es para aumentar y no para disminuir la velocidad, no respetamos las señales de tránsito ni las banquetas y, sobre todo, pensamos que somos los únicos que estamos con el tiempo medido y por lo tanto tenemos derecho a tocar el claxon permanentemente. Pero no sólo son los conductores, como peatones no nos importa exponer nuestra vida al cruzar las calles de manera imprudente si esto implica ganar cinco minutos de nuestro tiempo que gastaríamos en el recorrido por el puente peatonal.
[3] La situación es muy alarmante ya que en la Ciudad de México, durante el 2006, según un estudio del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo, de los 1 373 muertos por accidente de tránsito, 861 fueron peatones. La gran mayoría de ellos fue por imprudencia y por falta de seguimiento de las normas viales básicas, como cruzar las calles en sitios indebidos o no utilizar el cinturón de seguridad.
[4] A pesar de la magnitud del problema, existen varios caminos que podemos transitar para lograr revertir esta situación. Muchos países han transformado sus caóticos sistemas de vialidad apostando por medidas prácticas y serias. La educación de una cultura vial basada en el conocimiento y en el respeto de las reglas de tránsito ha sido un elemento sustancial. Además, en países como Australia o Canadá los gobiernos han realizado grandes esfuerzos para adecuar un transporte urbano a las necesidades de sus habitantes, restringiendo de manera real el uso de los autos y ampliando los espacios para que puedan ser utilizados de manera segura por peatones y ciclistas.
[5] Es cierto que estamos hablando de lugares con realidades muy distintas a las nuestras y que quizá algunos de estos proyectos resultarían de difícil aplicación en México. Pero muchos de ellos no necesitan de una gran inversión presupuestal y han beneficiado a sus habitantes mejorando su calidad de vida, registrando descensos en accidentes fatales, embotellamientos y en sus niveles de contaminación atmosférica y sonora.
[6] El verdadero problema es imaginarse como una comunidad que necesita de todos para poder subsistir. Si uno saliera en auto o a pie concientizado de que esta ciudad no es sólo nuestra, si saliéramos pensando en que nuestras acciones equivocadas afectan necesariamente a los demás, entonces pensaríamos dos veces cuando quisiéramos estacionar nuestro auto en la banqueta, pues sabríamos que seguramente una madre y su hija, por ejemplo, van a arriesgar su vida si se ven obligadas a utilizar la calle para caminar. O cuando decidimos no recurrir al paso peatonal porque está muy alto o muy lejos, pensemos que no sólo estamos arriesgando nuestras vidas, sino la del conductor que se verá sorprendido ante nuestra imprudencia.
[7] ¿Estamos dispuestos los habitantes de la Ciudad de México a ser una metrópoli con una verdadera educación vial? Es nuestro reto, basta que nos decidamos a aceptarlo.
-De acuerdo con el párrafo dos, a los peatones y a los conductores se les hace difícil las reglas de tránsito porque:
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