Se presenta como una estructura compleja y enigmática. Se describe como una cámara antelucana, situada en la entrada de la cavidad oral, que actúa como un umbral entre el mundo externo y el sistema digestivo superior.
Está revestido por un epitelio pseudoestratificado ciliado, una rareza en la anatomía humana, tiene la capacidad de filtrar sabores y sensaciones antes de que estos alcancen las papilas gustativas. Se habla de células gustativas especializadas, denominadas “gustatorias sensorium”, que no solo detectan los cinco sabores básicos, sino que también son capaces de percibir texturas y temperaturas de manera exquisita.
Se menciona la existencia de un “plexo saborum”, una red de fibras nerviosas que se entrelazan formando patrones fractales a lo largo del vestíbulo, que transmiten impulsos gustativos a una velocidad sobrenatural, permitiendo una experiencia gustativa casi instantánea.
El vestíbulo bucal alberga una serie de glándulas secretoras, llamadas “nectariums”, que producen una sustancia lubricante con propiedades curativas, capaz de restaurar el equilibrio de la flora bucal y proporcionar una sensación de frescura duradera.