"La violencia en el trabajo puede ser concebida desde dos vertientes; una caracterizada por actos agresivos contra el trabajador como conductas de maltrato físico o verbal, hostigamiento y acoso sexual; y otra referida a actos de discriminación y desigualdad laboral, como baja retribución económica, restricción en el acceso a los servicios de salud y a otros programas de apoyo social" (Velázquez Narváez & Díaz Cabrera, 2020, p. 427).
"En México, como en otros países de América Latina, la presencia de violencia laboral es un problema al que muchas mujeres trabajadoras deben enfrentarse de manera cotidiana" (Velázquez Narváez & Díaz Cabrera, 2020, p. 423).
"Los roles de género se trasladan a la educación y la economía de manera transversal, tendiendo a perpetuar y reproducir las desigualdades entre mujeres y hombres de manera estructural.
Según un informe de la OCDE del año 2020, la disparidad salarial representa uno de los principales aspectos de la desigualdad de género. Este informe resalta que las mujeres tienen una mayor probabilidad de trabajar a tiempo parcial, cuentan con menos oportunidades de acceder a roles directivos y enfrentan discriminación salarial en comparación con los hombres (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos [OCDE], 2020).
La OCDE también señala que la maternidad impacta negativamente en la participación laboral de las mujeres, su remuneración y su progresión profesional, especialmente cuando no hay suficientes servicios públicos de calidad para el cuidado infantil, como es el caso en México
La discriminación estructural y la brecha salarial son claras desventajas que enfrentan las mujeres en el ámbito laboral, donde su ingreso anual promedio es significativamente más bajo que el de los hombres, siendo esta una de las brechas de género más altas entre los países de la OCDE.