En primer lugar, hay que diferenciar el concepto artritis con el de artrosis. Mientras la artrosis se debe a la erosión progresiva de los cartílagos por su uso y paso del tiempo, la artritis es una enfermedad crónica que afecta sobre todo a las articulaciones del cuerpo, y puede llevar a la discapacidad.

La artritis idiopática juvenil (AIJ) es una forma de artritis que se presenta en los niños de hasta 16 años, produce inflamación y rigidez de las articulaciones, dolor espontáneo y presión, aumento de calor local, impotencia funcional o limitación a la movilidad; además, esta enfermedad puede afectar otros órganos: la vista, el riñón, el hígado, incluso a veces el aparato cardiovascular. Los síntomas no son exclusivos de la enfermedad y como para que el pronóstico sea bueno es fundamental un diagnóstico precoz.

Esta inflamación crónica de la membrana sinovial llega a ocasionar la destrucción de estructuras articulares con deterioro funcional irreversible, tasa de crecimiento lenta, crecimiento desigual de un brazo o pierna y muchísimo dolor crónico.

Se clasifica como autoinmune, ya que el sistema inmunológico del cuerpo ataca a sus propias células y tejidos sanos. El origen es desconocido. El organismo puede estar predispuesto genéticamente a padecerla y siempre existe un disparador, como situaciones de estrés emocional, una infección o un traumatismo, altera al sistema inmune y la desencadena.

AIJ se puede clasificar en tres categorías basándose en la cantidad de articulaciones afectadas, síntomas y su duración: oligoarticular, afecta cuatro o menos articulaciones, generalmente rodillas, tobillos o codos; poliarticular, afecta a cinco o más articulaciones, generalmente manos y pies; sistemática, es la forma más grave de todas y la menos común, afecta muchísimas articulaciones, inflamación de órganos internos incluyendo el corazón, hígado, bazo y ganglios linfáticos.

Es de vital importancia saber que para la recuperación del paciente es fundamental el apoyo y la compañía de la familia, de la escuela, ser constantes con los tratamientos, tratarlo lo más tempranamente posible y de la forma más intensa, diagramar una serie de ejercicios tratando de corregir las malformaciones que ocasiona dicha enfermedad.

“No se puede prevenir la enfermedad pero si la discapacidad”. La realidad es que bien tratado un niño no tiene por qué dejar de hacer las cosas típicas de su edad

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Alumnos: Cesari, Macaroni, Molina