Al habitar llegamos, así parece, solamente por medio del construir. Éste, el construir, tiene a aquél, el habitar, como meta.

Estas construcciones (un puente, un edificio) albergan al hombre. Él mora en ellas, y sin embargo no habita en ellas, si habitar significa únicamnete tener alojamiento.

El habitar sería, en cada caso, el fin que persigue todo construir.

Construir no es sólo medio y camino para el habitar. El construir ya es, en sí mismo, habitar.
El hombre se comporta como si fuera él el forjador y el dueño del lenguaje, cuando en realidad es el lenguaje el que es y ha sido siempre el señor del hombre.

CONSTRUIR: HABITAR.

Ser hombre significa: estar en la tierra como mortal, significa: habitar.

El habitar no es vivenciado como atinente al ser del hombre; el habitar no se piensa nunca plenamente como rasgo fundamental del ser del hombre.

El lenguaje le retira al hombre lo que el lenguaje, en su decir, tiene de simple y grande.

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La cuaternidad en Heidegger