Había una vez una [blank_start]Mosca[blank_end] que todas las noches [blank_start]soñaba[blank_end] que era un [blank_start]Águila[blank_end] y que se encontraba [blank_start]volando[blank_end] por los Alpes y por los [blank_start]Andes[blank_end].
En los primeros [blank_start]momentos[blank_end] esto la volvía [blank_start]loca[blank_end] de felicidad; pero pasado un [blank_start]tiempo[blank_end] le causaba una sensación de [blank_start]angustia[blank_end], pues hallaba las [blank_start]alas[blank_end] demasiado [blank_start]grandes[blank_end], el cuerpo [blank_start]demasiado[blank_end] pesado, el pico demasiado [blank_start]duro[blank_end] y las garras demasiado [blank_start]fuertes[blank_end]; bueno, que todo ese gran [blank_start]aparato[blank_end] le impedía posarse a [blank_start]gusto[blank_end] sobre los ricos pasteles o sobre las inmundicias [blank_start]humanas[blank_end], así como sufrir a conciencia dándose topes contra los [blank_start]vidrios[blank_end] de su cuarto.
En realidad no [blank_start]quería[blank_end] andar en las grandes [blank_start]alturas[blank_end] o en los espacios [blank_start]libres[blank_end], ni mucho menos.
Pero cuando volvía en sí [blank_start]lamentaba[blank_end] con toda el alma no ser un Águila para remontar [blank_start]montañas[blank_end], y se sentía tristísima de ser una Mosca, y por eso volaba tanto, y estaba tan [blank_start]inquieta[blank_end], y daba tantas vueltas, hasta que [blank_start]lentamente[blank_end], por la noche, volvía a poner las sienes en la [blank_start]almohada[blank_end].
Las moscas.
En un frondoso bosque, [blank_start]de un panal se derramó una rica[blank_end] y deliciosa miel, y las moscas acudieron rápidamente y ansiosas a devorarla... (http://www.guiainfantil.com/1382/fabulas-para-ninos-las-moscas.html)