Es una corriente pedagógica basada en la teoría del conocimiento constructivista, que postula la necesidad de entregar al alumno
herramientas (generar andamiajes) que le permitan construir sus propios
procedimientos para resolver una situación problemática, lo que implica
que sus ideas se modifiquen y siga aprendiendo.
1. El alumno es el responsable de su propio proceso de aprendizaje.
Es él quien construye el conocimiento, quien aprende. La enseñanza se
centra en la actividad mental constructiva del alumno, no es sólo activo
cuando manipula, explora, descubre o inventa, sino también cuando lee o
escucha.
El concepto constructivista se funda en tres nociones fundamentales:
3. El alumno, reconstruye objetos de conocimiento que ya están construidos.
Por ejemplo, los estudiantes construyen su proceso de aprendizaje del
sistema de la lengua escrita, pero este sistema ya está elaborado; lo
mismo sucede con las operaciones algebraicas, con el concepto de tiempo
histórico, y con las normas de relación social.
El profesor se convierte en un facilitador que debe orientar esta
actividad con el fin de que la construcción del alumno se acerque de
forma progresiva a lo que significan y representan los contenidos como
“saberes culturales”, basándose en el aprendizaje significativo.
• Proporcionar al alumno un puente entre la información disponible
-el conocimiento previo- y el conocimiento nuevo necesario para afrontar
nuevas situaciones.
• Brindar un traspaso progresivo del control, que pasa de ser
ejercido casi exclusivamente por el facilitador a ser asumido por el
alumno.
Intervienen activamente tanto el facilitador como el alumno.