El 19 de Septiembre de 1982, Scott Fahlam, un profesor de ciencias de la computación estadounidense, envió un correo electrónico, en el que sugería: “Propongo el siguiente gráfico para aquellos que quieran decir una broma :-) En cambio, si lo que quieren comunicar es serio, la opción es esta :-(”.
Hoy, aquellos dos signos de puntuación han evolucionado y se han convertido en más de un centenar de rostros que retratan una emoción, un deseo o responden una pregunta.
Pero, aun cuando una imagen vale más que mil palabras, a veces el mensaje no llega claro. Aaron Smith, un diseñador de Facebook, cuenta cómo al intentar plasmar emociones perseguían “dibujar enfado y reflejaban miedo. O buscábamos vergüenza y se interpretaba como náuseas”.
Las emociones no solo son de una importancia vital en la comunicación no verbal, sino que tienen un propósito evolutivo: sonrojarse por vergüenza, por ejemplo, mostraría inequívocamente que uno está arrepentido de cualquier acto que hubiera podido causar un daño al grupo.