Creado por Héctor René Mena Méndez
hace más de 7 años
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LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI: LO COMÚN Y LO PÚBLICO EN DEBATE En su texto "Repensar la Universidad para el siglo XXI", Rafael Alvira plantea el debate sobre el rumbo de las universidades en un contexto contemporáneo, marcado por la crisis de identidad con la que inicialmente fueron concebidas las instituciones de educación superior en la Edad Media. De acuerdo con el autor, la institución universitaria es la clave fundamental e indispensable para la construcción de una verdadera sociedad civil, en donde el fin último sea la búsqueda de la verdad y la generación del bien común. Para desglosar mejor esta idea, Alvira introduce al debate las concepciones de lo común y lo público, términos que se tienden a considerar como sinónimos, pero que, en esencia, son totalmente diferentes entre sí. Lo común es lo más difícil y necesario: la verdad y amistad, es la base imprescindible de toda sociedad y de todo trabajo científico. Lo público, por su parte, es lo disponible dentro de los límites que se fijen. En otras palabras, lo común es íntimo y lo público, exterior. La explicación es necesaria para ilustrar algunos casos de gestión educativa en diferentes universidades del mundo. No es extraño, por ejemplo, que instituciones de educación superior se proclamen “públicas”; pero, en la práctica, se encuentran en manos de grupos o ideologías políticas que condicionan el aprendizaje impartido a los estudiantes. El debate, por tanto, es identificar cuándo una universidad es pública, es decir, si acepta y respeta personas con diferente modo de pensar, si facilita el acceso a recursos y herramientas de información, además de atender al bien común, en donde la búsqueda de la verdad y la amistad sea el fin último del quehacer educativo. De lo contrario, la comunidad y el conocimiento se tornan imposibles o limitados. De ahí que, sería extremadamente pretencioso asegurar que vivimos en una sociedad del conocimiento o de la información, cuando diferentes grupos sociales y étnicos se encuentran excluidos de la modalidad del conocimiento, básico para la generación del diálogo y la puesta en común sobre temas sensibles de la realidad social en la que vivimos. Es necesario delimitar el campo de aplicación para no homogenizar las diferencias, desigualdades y desconexiones que existen en el contexto contemporáneo. La universidad del siglo XXI se presenta como respuesta a esta crisis de lo común y lo público. Uno de sus desafíos es la formación profesional y humana de los estudiantes, en donde no solamente se faciliten los aprendizajes para un conocimiento técnico y teórico del área, sino que se formen profesionales sensibles con su entorno, con capacidad de empatía social para contribuir a los problemas reales de la sociedad. Por último, se debe atender al docente, facilitar un ambiente científico saludable, con el objetivo de que la investigación y la calidad de la enseñanza vayan de la mano. Un profesor que no estudia e investiga es como un investigador que estudia solo para obtener resultados. Al final, ¿para qué y para quién es el conocimiento?
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