Creado por Marina Blanco MartÃnez
hace casi 7 años
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La Guerra Civil supone un antes y un después en la literatura puesto que muchos autores son exiliados o mueren. En este género, la figura de Miguel Hernández es clave, se considera está a caballo entre la Generación de 27 y la del 36. Es considerado por Dámaso Alonso como epígono de la Generación del 27. Tuvo una trayectoria diferente a los demás con una formación poco académica pero no por ello tuvo menos calidad literaria. Entre sus obras destacan El rayo que no cesa y Viento del pueblo donde muestra sus vivencias y sentimientos con un lenguaje sencillo y sobrio pero muy expresivo. Lo que se escribió después de la guerra hasta mediados de los 50 puede agruparse en tres grupos. Por un lado, la poesía arraigada que tuvo lugar en los 40, se caracteriza por buscar la belleza formal y la perfección del verso, lo temas son tradicionales: el amor, sentimientos religiosos, etc; evitando los sentimientos dolorosos o gritos de angustia, tomando a veces una actitud fría o distante; la métrica es clasicista y se usa el soneto. Se suelen agrupar en torno a dos revistas: Garcilaso (“garcilasistas”) y Escorial, fundadas por José García Nieto. Algunos de los poetas son Luis Rosales, Leopoldo Panero y Dionisio Ridruejo. Por otro lado, tenemos la poesía desarraigada, apareciendo en contra de los poetas arraigados. La fecha clave para ellos es el año 1944, con Hijos de la ira, Dámaso Alonso marca un nuevo rumbo con el verso libre y el lenguaje sencillo y directo, protestando contra la injusticia social. Los poemas son de carácter existencial y están llenos de angustia. Publican en Espadaña, apareciendo para rehumanizar al ser humano. Destacan Victoriano Crémer y Eugenio de Nora. En los 50 se evoluciona hacia una poesía social que mira al exterior y contempla la triste realidad, esta se vuelve solidaria y con actitud de denuncia. El 1955 fue su año más importante con los Cantos Iberos de Gabriel Celayo y Pido la paz y la palabra de Blas Otero. Dirigen su poesía a la “inmensa mayoría”, con un lenguaje sencillo y coloquial e incluso prosaico. Con el verso libre se da lugar a un carácter más narrativo, y se le da más importancia al contenido. Los temas, son las consecuencias de la guerra, el deseo de libertad, etc. Algunos de los poetas más importantes son José Hierro, José María Valverde y Blas Otero. Blas Otero, divide su obra en una primera etapa desarraigada, Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia, refundados en ‘‘Ancia’’ (Ángel y conciencia), en este libro busca a Dios y muestra su protesta y enfado. En su segunda etapa se le vincula a la poesía social tras Pido La Paz y la palabra, utiliza la poesía como herramienta para hablar de los problemas de España. A mediados de los 50 surge la Generación de los 50, algunos de los autores son José Ángel Valente, Ángel González, Francisco Brines y Jaime Gil de Biedma. Toman una postura crítica ante la realidad pero menos dramática que la poesía social y preocupándose más por la estética y se vuelve al tono intimista de los desarraigados. Entienden la poesía como medio de exploración de la realidad y como experiencia personal. Esta generación se mantiene en los 60. En los 70 se publica Nueve novísimos poetas españoles ‘‘Los Novísimos’’ integrando a Manuel Velázquez Montalban, Félix de Azúa y a Guillermo Carnero, entre otros. Ellos representan un punto de inflexión en la lírica española, sus características son, una gran ansia de renovación; son culturalistas; aprovechan al máximo del lenguaje, de lo cotidiano a lo más culto; son influenciados por Octavio Paz o Ezra Pound; gusto por la mitología popular del deporte, el cine, etc; formación en los medios de comunicación. Ven la poesía con gran valor en sí misma y en ella plasman sus inquietudes y temas universales. A partir del 75 el panorama es variado, coexisten poetas de muchas corrientes. Se renuncia a explicar el mundo y se prefieren las experiencias íntimas. Se extienden corrientes como la de la Experiencia o la de ‘‘la otra sentimentalidad’’ que expresa desencanto y un interés por lo cotidiano sin huir de la crítica. Jaime Gil de Biedma y Francisco Brines. Otras tendencias van hacia lo vanguardista y experimental, nos encontramos con la metapoesía de Guillermo Carnero y Jenaro Talens. También se difundió una tendencia hacia el refinamiento, neorromántica. Por otro lado, observamos el Culturalismo, el poeta se considera de una ‘‘aristocracia intelectual’’ demostrándolo mediante la exhibición cultural en el poema, se evade poniéndose en manos del pasado. Destaca Antonio Colinas. Por otro lado, se habla de una ‘‘Poesía del silencio’’, densa y con mucha carga intelectual que se sugiere por medio de silencios representados mediante espaciados. José Ángel Valente y Andrés Sánchez Robayna. Se observa el erotismo con Ana Rossetti y Julio Llamazares. Algunas poetisas consolidadas son Gloria Fuertes, Clara Janés, Fanny Rubio y Blanca Andreu.
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