Creado por Marcia Myorga
hace más de 6 años
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Pretendemos convertir la evaluación en una instancia de retroalimentación profesional, para hacerla parte de un proceso de reflexión sobre las concepciones y prácticas, y ofrecer información que permita la construcción de nuevas perspectivas desde una mirada responsable y comprometida con nuestro quehacer pedagógico, considerando que la calidad de nuestra labor no le atañe únicamente al docente. Es necesario evaluar procesos y no solamente resultados o contenidos, sino también valores, actitudes, habilidades, cognoscitivas complejas, etc. Es importante evaluar tanto lo que el alumno sabe y lo que no sabe. Un proceso evaluador debe ir más allá de la evaluación del alumno, teniendo en cuenta por ejemplo las condiciones contextuales. Deberá ser una evaluación situada. Es importante incluir en la evaluación tanto los resultados previstos como lo no previstos. Es necesario evaluar los efectos observables como los no observables o implícitos. La evaluación debe ser contextualizada, cuantitativa y cualitativa, debe ser compatible con el proceso de enseñanza y aprendizaje. Es necesario introducir variaciones en las prácticas evaluativas, debe incluir la dimensión ética estar al servicio de los procesos de cambio, debe incluir tanto la evaluación externa como la interna. La evaluación debe acompañar los tiempos del proceso educativo: sincrónica respecto del proceso de enseñanza y de aprendizaje y diacrónica, que provea una perspectiva temporal para una comprensión de los procesos y resultados evaluados. No es posible evaluar en la escuela aquello que no se enseñó; por lo tanto la evaluación es evaluación de la enseñanza.
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