Creado por Fernanda Escalona
hace alrededor de 6 años
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Es la forma ideal de aportar a los niños pequeños los nutrientes que necesitan para un crecimiento y desarrollo saludables. La OMS recomienda la lactancia exclusiva durante seis meses, la introducción de alimentos apropiados para la edad y seguros a partir de entonces, y el mantenimiento de la lactancia hasta los 2 años. A pesar de que la leche materna es el único alimento que toma el niño en los primeros meses de vida, cubre con todas las necesidades de energía y nutrientes que necesita el bebé para un óptimo crecimiento y desarrollo, adaptándose a éste en cada momento. Composición de la leche materna Calostro: fluido amarillento y espeso, rico en proteínas, vitaminas liposolubles (E, A, K) y minerales como zinc, hierro, selenio, manganeso y azufre. También tiene elevado contenido en inmunoglobulinas (IgA) entre otros factores que protegen al bebé al inicio de la vida. Su producción dura unos 4 días después del parto. Leche de transición: es la que se produce entre los días 4 y 15 después del parto. Su volumen y composición irán cambiando hasta alcanzar la composición de la leche madura. Leche madura: es un alimento completo ya que contiene agua (88%), proteínas en cantidad adecuada para el crecimiento óptimo del niño, con una fuente importante de aminoácidos esenciales, hidratos de carbono, con la lactosa como principal azúcar entre otros oligosacáridos, grasas que se encuentran en una proporción elevada (40-50%) ya que será la principal fuente de energía del bebé. También contiene todos los minerales y vitaminas que el bebé necesita. En cuanto a la relación entre la alimentación de la madre y la composición de la leche existe una correlación en las cantidades de vitamina, que variarán en función de la ingesta de la madre y en la calidad de los ácidos grasos, sobre todo por la ingesta de ácidos grasos esenciales. También puede verse afectada la cantidad de yodo y flúor en la leche dependiendo de la ingesta materna. El resto de nutrientes y principios inmediatos (hidratos de carbono, proteínas y grasas) mantienen unos niveles constantes en la leche materna a pesar de una deficiencia en la ingesta de la madre, ya que para la producción de leche se utilizan los existentes en la circulación materna procedentes de sus reservas.
Influencia de la hidratación en la leche materna De la misma manera, la cantidad de líquidos ingeridos no influye en el volumen de la leche, aunque las mujeres suelen sentir más sed durante la lactancia. Una importante deshidratación de la madre disminuirá el volumen de la orina, pero apenas lo hará el volumen de la leche. Beneficios de la lactancia Actualmente, hay estudios y evidencias científicas que enumeran todos los beneficios, a corto y largo plazo, que aporta la leche materna tanto al bebé como a la madre. Entre ellos destacan: Alimento inocuo, asequible. Se adapta a las necesidades de cada momento. Contiene componentes inmunológicos. Es de fácil digestión. Presenta una baja carga de solutos. Reduce el riesgo de presentar síndrome de muerte súbita. Propicia una buena salud durante toda la vida a los niños. Mejora resultados en pruebas de inteligencia para adolescentes y adultos que fueron amamantados. Ayuda a reducir la hemorragia postparto Favorece la involución del útero. Ayuda a la madre a recuperar más rápido su peso normal. Reduce riesgo de cáncer de mama. Crea un vínculo afectivo entre madre e hijo.
La leche materna constituye el alimento ideal para el niño durante los primeros 4-6 meses de vida, y sigue siendo, durante mucho tiempo, una importante fuente de proteínas y de otros nutrientes, aún después de iniciarse la introducción de otros alimentos complementarios. Las correctas relaciones oclusales son la base del adecuado aparato estomatognático y, en gran medida, de la estética del rostro. Cuando están alteradas, pueden aparecer trastornos oclusales e incluso hábitos perniciosos provocados por las propias interferencias derivadas de estos inadecuados contactos y disfunciiones temporomandibulares. El acto de amamantamiento es importante, ya que el bebé desarrolla la respiración nasal mientras succiona la leche del seno materno. Durante la succión, es necesario morder, avanzar y retruír la mandíbula, por lo que se estimula neuromuscularmente y va adquiriendo el desarrollo y tono muscular necesarios para ser utilizados cuando llegue la primera dentición. El movimiento protrusivo y retrusivo excita, al mismo tiempo, las partes posteriores de los meniscos y partes superiores de la ATM, y se obtiene como respuesta el crecimiento postero-anterior de las ramas mandibulares y, simultáneamente, la remodelación del ángulo mandibular. La alimentación civilizada, con biberones y papillas, satisface las necesidades nutritivas del bebé, pero no produce la excitación neuroparatípica del aparato masticatorio, la cual es necesaria para obtener el desarrollo previsto genéticamente. La mayoría de las enfermedades bucales y, en particular, las maloclusiones, no son de riesgo para la vida, pero por su prevalencia e incidencia son considerados problemas de salud pública, y ocupan el tercer lugar como problema de salud bucal.
En este tipo de alimentación, durante la succión del biberón, la boca se mantiene más abierta y el músculo buccinador debe trabajar más. El chupete, al ser más largo y grueso, desplaza la lengua al piso de boca y su acción de bombeo, así como la elevación y descenso de la mandíbula es reducido, por lo que el amar se transforma en chupar, y no se realiza trabajo ni ejercicio con la mandíbula. Es un acto pasivo durante el cual hay un paso de leche de manera directa, no produciéndose el reflejo de amamantamiento, interfiriendo en el balance de la musculatura intra y extra oral. Los efectos del biberón en el desarrollo dentofacial dependerán del tipo de chupete utilizado. Los chupetes están disponibles en el mercado de diferentes tamaños y formas. La comparación entre los chupetes existentes revela importantes diferencias entre el largo y la forma del chupete, la localización del orificio, la cantidad de líquido que fluye y la flexibilidad de éstos. Además, algunos son diseñados fisiológicamente y denominados "ortodóncicos". El diseño fisiológico parece adaptarse mejor a la anatomía y fisiología de la succión. Se producen movimientos de adelantamiento de la lengua bajo la superficie lisa del chupete, el cual se mueve hacia atrás y hacia arriba en contra del paladar duro. Consecuentemente el niño ejercitará y trabajará la mandíbula. La parte posterior de la lengua recibe la leche y presiona hacia abajo dentro del área esofágica. Así, la leche fluye debido a la acción peristáltica y controlada de la lengua y las mejillas, en vez de una gran cantidad de leche de forma descontrolada dentro de la garganta, que ocurre con un inadecuado chupete. La forma plana del diseño fisiológico también permite un sellado labial. En el caso del "chupete no fisiológico", la punta de éste llega casi a la pared faríngea. El líquido entonces es llevado casi directamente al tracto digestivo, disminuyendo el periodo de predigestión. Además, el flujo de la leche puede ser demasiado rápido debido al tamaño del orificio o al número de orificios en el chupete. Muchas veces el agujero es agrandado por los mismos padres para aumentar el flujo. Consecuentemente, el niño forzará el chupete hacia fuera de su boca, o regulará el flujo de la leche con la punta de su lengua. Así, ciertos músculos involucrados en el amamantamiento serán inmovilizados (orbicular y masetero), hiperactivados o malposicionados (la lengua se ubica en una posición más retruída) y producirán así un anormal desarrollo dentofacial.
Según Legovic y Ostric, los chupetes no fisiológicos requieren el mismo grado de actividad de los músculos orales y periorales como lo es requerido en el amamantamiento. Davis y Bell encontraron una alta asociación entre el biberón y la incorrecta relación oclusal en el plano anteroposterior. Por lo mencionado anteriormente, si su uso se prolonga por más de 2 años y medio de vida, puede provocar mordida abierta, mordida cruzada, distoclusiones y/o aumento del resalte.
Desconfianza en la capacidad de lactar El dar biberón o un chupete al niño para calmar el hambre y su necesidad de chupar reduce la producción de leche por falta de estímulo del pezón. Esto produce ansiedad en la madre, crea desconfianza en su capacidad de amamantar y en definitiva una real disminución de la producción de leche. Riesgo psicosocial-emocional La alimentación con biberón suele ser bastante impersonal, ya que la puede dar cualquier persona o incluso dejarla apoyada en la almohada para que el mismo niño la tome. Puede producir insatisfacción psicoemocional y alterar los patrones de interacción afectiva y social. Alteración funcional de succión-deglución-respiración El uso de biberón en el lactante menor puede provocar una serie de alteraciones en el área maxilofacial y orofaríngea, ya que el niño debe improvisar patrones funcionales de succión-deglución-respiración para dosificar el contenido extraído y deglutirlo sin atragantarse. Riesgo de aspiración de alimentos La desorganización neuromuscular de la succión-deglución-respiración puede ser la causa de la regurgitación, aspiración de alimento y de episodios de apneas prolongadas que se producen en los niños alimentados con biberón. Interferencia en la maduración de futuras funciones bucales Un patrón funcional básico alterado genera una distorsión de futuras funciones que se manifiesta como deglución atípica, respiración bucal, disfunción masticatoria, dificultades en la fonoarticulación del lenguaje y alteraciones de la postura corporal. Congestión del sistema adenoideo, riesgo de otitis y enfermedades respiratorias El sistema adenoideo de la retrofaringe, compuesto por múltiples ganglios y vasos linfáticos, se congestiona fácilmente cuando el niño tiene una función de succión- deglución anormal, involucrando con ello la congestión de la mucosa respiratoria y de la trompa de Eustaquio, que se hacen insuficientes y por lo tanto vulnerables a la infección, siendo una de las causas más frecuentes de enfermedades respiratorias, alergias y otitis media en los lactantes alimentados con biberón. La diferencia de temperatura, en mayor o menor grado de la leche materna, y el azúcar agregada al biberón pueden causar congestión de las mucosas. Hábito de respiración bucal Los episodios de congestión de la mucosa respiratoria y del sistema adenoideo, obligan al niño a buscar como alternativa la respiración bucal para poder ingresar el aire necesario a sus pulmones. Si estos episodios son frecuentes y prolongados, el niño adquiere el hábito de respiración bucal, con todas sus consecuencias, por ejemplo: Alteraciones del desarrollo maxilofacial y de la oclusión. Disfunción labial y lingual. Alteración de la fonoarticulación. Desarmonía estética facial.
Alteración de la postura cervicocraneal y del eje vertical del cuerpo La disfunción linguo-mandibular producida por una función alterada de la succión-deglución-respiración, produce una alteración de la posición de la cabeza y el cuello con respecto a la cintura escapular y el eje vertical del cuerpo. Alteraciones del desarrollo máxilo dentario El buen desarrollo de los maxilares y de la oclusión dependen en gran medida del equilibrio de las fuerzas de presión-tracción que ejercen los músculos sobre las estructuras óseas con las que se relacionan. Cuando el niño usa un biberón inadecuado, no hace fuerza de vacío funcional, de gran importancia para el equilibrio de las presiones y tracciones musculares internas (de la lengua y el velo del paladar) y externas (labios y mejillas). Creación de hábitos disfuncionales de succión La prolongación de la succión, ya sea de chupete o biberón, más allá del tiempo para el cual está programada como función básica, crea en el niño una dependencia, transformándose en hábitos disfuncionales, que alteran en mayor o menor grado el desarrollo orofuncional de los complejos orofaríngeos y dentomaxilofacial. Mayor riesgo de caries El azúcar o los líquidos azucarados agregados al biberón, son la causa principal del gran número de caries que presentan los niños alimentados artificialmente.
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