Creado por Alberto Gutiérrez
hace casi 6 años
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HILEMORFISMO: En Platón la Idea existe primero y el individuo después, ya que los individuos son copias de un modelo ideal. Por el contrario, para Aristóteles, lo real es lo individual entendido como compuesto hilemórfico, como unión materia-forma. Las esencias universales solo existen materializadas en seres individuales. Es por ello que Aristóteles diferencia entre Sustancia primera y Sustancia Segunda. Cuando decimos "Juan es hombre" el sujeto es un individuo singular (Juan) pero lo que se predica (hombre) es especie o esencia universal. Definir el hombre como "animal racional" supone indicar dos cosas: el género próximo, en este caso el animal, y la diferencia con respecto a las restantes especies del mismo género, en este caso la racionalidad. Tanto la especie como el género son consideradas por Aristóteles sustancias segundas porque no podemos definir la especie de un individuo sin diferenciarla dentro del género próximo. Cuando predicamos la especie a la que pertenece el individuo, estamos poniendo de manifiesto algo esencial, ya que la especie nos indica la forma en que se organiza la materia de ese individuo. La especie caballo no existe al margen de los caballos singulares sino que representan el conjunto de características definitorias que se realizan en cada individuo de esa especie. De la misma manera, la materia pura, llamada por Aristóteles materia primera, no existe al margen de la forma. La materia realmente existente es siempre materia formada. Esta falta de subsistencia de la forma separada de la materia hace que Aristóteles denomine a la especie y género sustancias segundas. Frente a ellas, la realidad primera es el individuo concreto (Juan). La falta de autosubsistencia de la sustancia segunda es común a toda propiedad universal. Es así que no existe lo blanco separado del lienzo blanco, ni lo alto separado de la mujer alta. Aristóteles subrayará que, de la misma manera que en una oración todo predicado remite a un sujeto, toda propiedad universal remite a un individuo material, el individuo es el sujeto primero (sustancia primera) en el que enraíza toda propiedad. Sustancia primera y segunda, individuo y especie, materia y forma, son dos caras de una misma moneda, son aspectos inseparables de una única realidad. Ni la materia primera, ni la segunda existen separadamente, solo podemos separarlas mentalmente por abstracción. Lo único realmente existente es el compuesto hilemórfico, la sustancia primera. Dentro de este compuesto lo más preeminente es la forma ya que es lo que configura y organiza teleológicamente la materia.
LOS PRINCIPIOS DEL CAMBIO: Parménides subrayaba la inmovilidad del ser y Heráclito había puesto de relieve la movilidad del physis. Platón contraponía la inmutavilidad de las ideas frente al cambio incesante y caótico de la materia. La teoría aristotélica de la potencia y el acto va a armonizar teleológicamente la tradicional oposición entre el ser y el devenir. Los seres naturales son compuestos hilemórficos, es decir son hyle (materia) estructurada según una morphe (forma). Dicha forma no moldea la materia de manera inmediata sino de forma progresiva. Desde que un ser natural es engendrado hasta que desarrolla las potencialidades que genéricamente pertenecen a su especie tiene lugar un largo y complejo proceso. Es el proceso en virtud del cual un embrión va desarrollando sus potencialidades hasta que se convierte en un ser humano en acto. Parménides establecía una oposición absoluta entre el ser y no ser haciendo inviable el movimiento. Aristóteles establece una nueva oposición entre ser en acto y ser en potencia. El ser en potencia no es un ser absoluto sino un no ser aún. La semilla no es un árbol, pero posee un impulso interno a desplegar su potencialidad hasta llegar a serlo en acto. El cambio natural es un tránsito de la potencia al acto. En dicho tránsito la primacía corresponde al acto, ya que el cambio se orienta a un fin: la actualización de la forma. Nosotros mismos, desde el momento de la fecundación, pasamos de embriones a bebés, de bebés a niños y de niños a adultos. A lo largo de ese proceso de formación vamos actualizando las potencialidades que corresponden a la forma humana. A partir del momento en que un individuo está formado, éste se vuelve apto para la reproducción, para engendrar. Así se completa el ciclo de la vida, al igual que en potencia son árboles que producirán frutos que tienen semillas. Un cambio esencial es nacer y morir, el resto son cambios accidentales. Las modificaciones accidentales pueden ser de tres tipos: CUANTITATIVOS, CUALITATIVOS Y LOCALES. En todo cambio hay lo que permanece (materia), lo que aparece (forma) y lo que desaparece (privación). Así, a un niño le van cayendo los dientes de leche para que nazcan sus dientes de adulto, mientras que su persona permanece. Cuando los cambios son accidentales lo que permanece es la sustancia, cuando los cambios son sustanciales, lo que permanece es la materia. La materia primera nunca se muestra en la experiencia, solo la percibimos ya configurada dentro de un compuesto hilemórfico. A la materia primera solo accedemos por razonamiento abstracto.
LA TEORÍA CAUSAL Y EL MOTOR INMÓVIL: Aristóteles diferenció cuatro causas del cambio: formal, material, eficiente y final. Así, por ejemplo, en la producción artesanal (técnica) de una silla, la causa material podría ser la madera, la formal el modelo de silla que se pretende plasmar, la eficiente el carpintero y la final el motivo de sentarse que orienta la producción y en virtud del cual lo fabricado posee la forma que posee. La silla es una materia (causa material) estructurada por alguien (causa eficiente) conforme a un modelo (causa formal) en vista a un fin (causa final). La forma ya no es aquí una idea transcendente sino, aquello que, desde un primer momento, rige el desarrollo y la organización de la materia orientándola a la consecuencia de un fin. Los entes fabricados o artificiales, a diferencia de los naturales, no tienen el principio del movimiento en sí mismos, sino que lo adquieren en el proceso técnico de la producción, su principio del movimiento no es intrínseco sino extrínseco. La diferencia entre los seres naturales y artificiales se manifiesta entre generación natural y producción técnica. El relojero produce un ente (reloj) completamente distinto de la clase de ente que es el hombre. Sin embargo, si el relojero engendra un hijo, lo así generado es de su mismo género natural: otro ser humano. Mientras que en los entes artificiales, fruto de una producción técnica, la causa eficiente es distinta de la formal y la final. En el caso de los seres generados por naturaleza las tres coinciden, ya que la causa eficiente es un individuo de la misma especie y el fin es la propagación de la especie. Un individuo de una determinada forma, genera otro individuo de la misma forma. De ese modo la especie permanece pese a la caducidad de los individuos, pero no permanece, al modo platónico, fuera de los individuos, son los propios individuos los que, generación tras generación, perpetúan la especie. La presencia del primer motor o motor inmóvil la entenderemos mejor si tenemos presente el carácter teleológico de la física aristotélica. El movimiento de las sustancias naturales es un desarrollo teleológico orientado por el fin de realizar la esencia o forma. Esto implica que no hay movimiento sin un fin que lo guíe, que no hay movimiento sin causa final. La forma que guía como fin último el movimiento del universo ha de estar dada desde el principio y no puede estar a su vez en movimiento, ya que en ese caso, tendría a su vez un fin y no sería el fin último que buscamos. Dicha forma es lo que Aristóteles denomina el motor inmóvil que mueve sin moverse. Al carecer de movimiento carece de materia, es Forma Pura. Ser material no es ser plenamente, estar en tránsito de la potencia al acto. Por el contrario, lo que es plenamente ser, lo que es realidad plena, no transita, no tiene potencialidades por desarrollar, es Acto Puro. Solo transita lo que carece de algo y trata de paliar esa carencia, la forma pura no transita, es plenitud de perfección, Motor Inmóvil. Este motor no mueve por contacto, como nosotros movemos una silla, ya que solo puede haber contacto entre seres materiales y el motor inmóvil no lo es. No mueve físicamente por contacto sino metafísicamente por amor, porque todo ente material busca plenitud, el pleno desarrollo, reposar en la perfección consumada. Esto es lo que mueve a los entes y lo que convierte al motor inmóvil en el faro que guía el movimiento del mundo. Tal amor no es recíproco, pues al que no le falta nada, nada echa en falta. Los entes mundanos somos materiales, es decir, carenciales, amantes de la plenitud que nos falta, que el Acto Puro es. Pero el motor inmóvil nada ama, nada echa en falta. Reposa plenamente en sí mismo, es autosuficiente. Ni siquiera nos conoce. El acto puro es pensamiento puro, pensamiento que se piensa a sí mismo, no puede pensar en otra cosa, pues cualquier otra cosa que la perfección es imperfecta, indigna de su pureza. Con respecto al motor inmóvil nos corresponde el amar sin ser amados. Dentro del conocimiento teórico, Aristóteles distinguía por un lado, una disciplina de carácter general y por otro, tres ciencias particulares. La disciplina de caracter general es la ontología, que se ocupa del ente en cuanto al ente, es decir de las características generales de todo en cuanto es. Las ciencias particulares se centran en determinados ámbitos del ser, como son la filosofía primera (teología), la filosofía segunda (física) y las matemáticas.
El mérito del texto de estos apuntes es de la usuaria de GoConqr Lucia Pensado.
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