Creado por Luis Fernando Sergent
hace más de 5 años
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Física del buceo y sus leyes Todos sabemos que si dejamos un objeto libre a una cierta altura caerá, que si agitamos con una cuchara el azúcar que ponemos en el café se disolverá, sabemos que una piedra se hunde y que la madera flota, etc. Todos estos fenómenos, que tenemos presentes, aún de forma inconsciente en nuestros actos, se rigen por principios y leyes físicas. Pues bien, bajo el agua, la situación cambia, pues la aplicación de estas leyes en un medio que no es el nuestro, el acuático, provoca resultados diferentes, y entran en juego otras a las que no estamos acostumbrados. Al sumergirnos vamos a notar unas diferencias básicas, a las que, aunque al principio extrañas, nos acostumbraremos. Nuestra visión se acortará enormemente en distancia. Los sonidos, aunque escasos, los percibiremos en una nueva dimensión. Nuestro tacto se hará menos sensible, sobre todo si el agua está fria. El olfato no será utilizado. El gusto no nos será útil más que para apreciar el "sabor" del aire de nuestra botella, siempre un poco distinto del que estamos acostumbrados a respirar en el exterior, asi como el del agua que nos rodea, sea salada o dulce. Vamos a ver por que en el agua un objeto flota o se hunde, que ocurre con la presión al sumergirnos, que relación tiene con el volumen y como debemos actuar.
LA VISIÓN SUBACUATICA Si al bañarnos en una piscina de aguas limpias abrimos los ojos bajo el agua, no podremos ver claramente. se nos ofrecerá una imagen borrosa. En cambio, en un acuario podremos ver con todo detalle los peces y objetos que contiene sumergidos. La diferencia estriba en que en el primer caso, nuestros ojos están en contacto directo con el agua, y en cambio en el acuario existe un vidrio transparente que permite que haya una capa de aire entre el agua y los ojos. Bajo el agua, para solucionar este problema, deberemos mantener los ojos en contacto con el aire, (que es el medio para el que la naturaleza nos ha preparado), mediante el uso de la máscara de buceo, interponiendo asi un espacio de aire entre nuestros ojos y el agua. De los rayos de luz que llegan a la superficie del agua, hay una parte que se refleja en ella (tanto mayor cuanto más lejos se halle el sol de la vertical), mientras que otra penetra en la misma, experimentando no obstante una desviación al pasar del medio aéreo al acuoso, por ser los mismos de distinta densidad. A lo primero se le llama reflexión, mientras que el segundo fenómeno se conoce como refracción (lo que provoca que si miramos desde fuera del agua un objeto introducido parcialmente en ella, parece que esté "roto"). Por esta misma razón, la luz al pasar del medio aéreo (interior de la máscara) al acuoso, provoca que bajo el agua, los objetos se vean un tercera parte más grandes de lo que en realidad son y una cuarta parte más cerca. Otro fenómeno que habremos de soportar será la menor cantidad de luz, ya que bajo el agua parte de esta será absorbida, desviada y reflejada, perdiendo capacidad lumínica a medida que la profundidad aumenta. El resultado es que cuanto más bajemos menos luz tendremos. También van a variar los colores: La luz blanca está compuesta de diferentes colores (y que como es sabido son rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, añil y violeta) y estos van siendo absorbidos a medida que aumenta la profundidad. Los primeros colores en desaparecer son el rojo, el anaranjado, el amarillo... y asi por el orden indicado. Tornándose el paisaje, a medida que bajamos, en una tonalidad verdosa, tendiente al azul, hasta llegar (a partir de los 50-60 metros) a un azul monocromo, cada vez más oscuro. Si encendiésemos una luz, restableceríamos de golpe todos los colores, de aquí la utilidad de llevar una linterna entre el equipo de buceo, única forma de percibir los colores a una cierta profundidad.
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