Creado por Alejandro Batista
hace más de 9 años
|
||
A finales de siglo XVIII concurren dos hechos que cambiaron el mundo, estos acontecimientos no fueron espontáneos sino que venían gestándose desde el renacimiento e incluso desde finales del medievo. Desde el punto de vista político se produjeron las revoluciones liberales, la americana y la francesa, que supusieron el derrumbe del Antiguo Régimen y advenimiento de la burguesía como clase social dirigente. Y desde el punto de vista económico y social se produjo la revolución industrial que cambió para siempre el modo de producir. En pocos años, las personas se vieron afectadas por estos cambios, se mudaron de lugar de residencia, el campo se empezó a vaciar y las ciudades a llenar, las gentes cambiaron su forma de trabajar, sus estilos de vida, sus costumbres y sus ideas. No estoy seguro de que las nuevas formas de vivir fueran más fáciles que las de antaño pero estoy seguro de que la sencillez de la sociedad preindustrial se fue perdiendo. La sociedad se hizo mucho más compleja. Tal complejidad, la cuestión social decían, hizo que entre los pensadores se fuera difundiendo un sentimiento de “sociedad en crisis”. La reflexión sobre la sociedad se convirtió en foco de atención del pensamiento en un momento en que la ciencia estaba alcanzando un enorme prestigio como explicación del mundo, e incluso, como solución a los problemas prácticos. La ecuación estaba planteada y la solución era inmediata, la aplicación del método científico al estudio de la sociedad: la sociología. Y desde entonces, desde mediados del siglo XIX, la sociología ha ido estudiando los problemas sociales, elaborando teorías – y alguna certeza - que explicaban comportamientos y estrategias de los grupos sociales, de las clases sociales, de instituciones, de las religiones, de la ciencia y el conocimiento, en definitiva de cualquier actividad humana de carácter social. Y en eso seguimos cuando nos acercamos a los dos siglos desde que el bueno de Augusto Comte (3) inventara el término “sociología”.(...)Si las declaraciones de astrónomos, físicos, médicos, e incluso, matemáticos no han sentado bien en algún momento a ciertos sectores, con los sociólogos es el pan nuestro de cada día. El sociólogo siempre fastidia a alguien, menos mal que – como hemos visto - la sociología se inventó cuando ya se habían desmontado las hogueras, en caso contrario hubiéramos tenido algún mártir en nuestra profesión al que dedicar el patronazgo de los colegios profesionales.(...)¿Y por qué el sociólogo y su ciencia provocan ese efecto?. En primer lugar por el objeto de la sociología: el estudio científico del funcionamiento de las sociedades humanas. (...)En segundo lugar, ese mismo estudio del funcionamiento de la sociedad entra de lleno en el terreno de la ideología de las personas. La mirada sociológica cuando analiza como funciona toda actividad social realmente y no como desearíamos que funcionara, lo quiera o no(...)En tercer término se me ocurre que a los que detentan el poder no les gusta la sociología, la quieren en los departamentos de las universidades, en los círculos académicos, (...) pues contienen ideas que de extenderse pueden resultar peligrosas.(...)El sociólogo observa los fenómenos sociales perteneciendo o formando parte de la sociedad, es como si el físico estudiara el choque de móviles montado dentro de uno de ellos en vez de observar desde el exterior mediante instrumentos de medida. ¿Hasta que punto el sociólogo es independiente de los problemas que estudia?.(...)La sociología es molesta, ¡qué le vamos a hacer!, pero muy necesaria. Alguna herramienta tiene que haber para describir los procesos sociales en unos momentos en que tenemos disciplinas científicas para todo. Si la sociología se hizo necesaria después de unas décadas convulsas de revoluciones políticas y socioeconómicas, hoy es más necesaria que nunca en un mundo que vive de nuevo revoluciones políticas y socioeconómicas. En una sociedad que es preindustrial, industrial y postindustrial, global y local, moderna y postmoderna, de la información y del conocimiento, adhocrática, burocrática, postburocrática y mcdonaldizada, del pensamiento único y multipolar, y, ¡todo al mismo tiempo!. Evidentemente, si no la tuviéramos ya, deberíamos inventarla. Juan Carlos Barajas MartínezSociólogo
¿Quieres crear tus propios Apuntes gratis con GoConqr? Más información.