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4. Las fuerzas de oposición al sistema: Republicanismo, carlismo y nacionalismos periféricos. Tras el fracaso de la experiencia del Sexenio Democrático, el republicanismo tuvo que hacer frente al desencanto de parte de sus seguidores y a la represión de los gobiernos monárquicos. Además se hallaban fuertemente divididos y restaron eficacia y apoyo electoral. Emilio Castelar, evolucionó hacia posturas más moderadas y consideró posible que la monarquía asumiese algunos principios democráticos y creó el Partido Republicano Posibilista. Por el contrario, el progresista Ruiz Zorrilla, optó por un republicanismo radical que no descartaba la acción violenta contra la monarquía y fundó el Partido Republicano Progresista, que protagonizó un intento de alzamiento en 1883. Las insurrecciones provocaron la ruptura de Salmerón con el partido de Ruiz Zorrilla y la creación del partido Republicano Centralista. Sin embargo, el republicanismo con más apoyo y más fiel a su ideario inicial fue el Partido Republicano Federal, con Pi y Margal. Los republicanos consiguieron rehacerse de su fracaso electoral en las elecciones de 1886. El sufragio universal masculino supuso la revitalización del republicanismo y estimuló la formación de la Unión Republicana en 1903 que agrupaba los distintos republicanismos a excepción de los posibilistas, liderado por Salmerón y Lerroux. El republicanismo tuvo luchar por los votos populares en competencia con el nuevo Partido Socialista Obrero Español fundado por Pablo Iglesias en 1879. En 1908 Lerroux fundó el Partido Radical, de carácter anticatalanista, demagógico y anticlerical. En 1909 la colaboración entre los republicanos y el PSOE llevó a la aparición de la Conjunción Republicano-Socialista, que obtuvo cierto éxito en las elecciones de 1910. Tras la derrota carlista de 1876, se prohibió la estancia en España de Carlos de Borbón y el carlismo entró en una grave crisis. Además, la Constitución en 1876 descartaba la sucesión al trono a toda la rama carlista de los Borbones. Los carlistas mantuvieron su fuerza en Navarra, País Vasco y Cataluña, pero su influencia era escasa en el resto de España. La renovación del partido quedó a cargo de Juan Vázquez de Mella, quien propuso el programa Acta de Loredan que mantenía la unidad católica, el fuerismo, la autoridad del pretendiente carlista y la oposición a la democracia pero aceptando el nuevo orden liberal-capitalista. Sin embargo, una parte del partido acusó a Carlos VII de no apoyar a la política católica y culparon a don Carlos de cesarismo, dar prioridad a cuestiones dinásticas que a la religiosa. El líder de esa corriente fue Ramón Nocedal, que protagonizó una escisión en 1888 y fundó el Partido Católico Nacional convirtiéndose en un partido católico integrista. El partido Carlista mantuvo su tradición insurreccional, las jerarquías militares y fundo una milicia, el Requeté, en 1930. Con la llegada de la República en 1931, carlistas, integristas y tradicionalistas se unificaron en el partido llamado Comunión Tradicionalista. A finales del siglo XIX comenzó en España el ascenso de movimientos regionalistas o nacionalistas. La región pionera en desarrollar un movimiento regionalista fue Cataluña, donde la industrialización había hecho de ella, la primera zona industrial de España con una burguesía de empresarios industriales que sentían que sus intereses económicos estaban poco representados en los diferentes gobiernos. En este contexto, nació el movimiento Renaixença cuyo objetivo era la recuperación de la lengua y señas de identidad catalanas. En 1880 se desarrolló el catalanismo político con varias corrientes: una basada en el tradicionalismo y otra en el carácter progresista, base popular y principios federalistas. En 1891, las Bases de Manresa producidas por la Unió Catalanista supuso el paso a un verdadero nacionalismo. La crisis del sistema de la Restauración acrecentó el interés de la burguesía catalana por tener su propia representación política y se creó la Lliga Regionalista. Prat de la Riba, Francesc Cambó En 1890 surgió el nacionalismo vasco ante la pérdida de una parte sustancial de los fueros tras la derrota del carlismo, pero también el desarrollo de una corriente cultural en defensa dela lengua vasca que dio lugar al movimiento de los euskaros. Su gran propulsor fue Sabino de Arana, que pensaba que la población de los maketos, los inmigrantes no vascos, ponían en peligro el euskera, las tradiciones la etnia vasca. En 1895 se creó el Partido Nacionalista Vasco en Bilbao. Arena popularizó un nuevo nombre para su patria, Euzkadi, una bandera propia y propuso un lema “Dios y ley antigua”. El PNV se declaró de inmediato independentista con respecto a España, pero esta posición fue evolucionando hacia el autonomismo. Su principal rival en la defensa de la identidad vasca fue el carlismo, que también reclamaba la vuelta a los fueros y que en Navarra tenía mucha más fuerza. 6. La crisis del 98 Tras la paz de Zanjón, los naturales de Cuba esperaban reformas que les otorgasen los derechos de representación política en las Cortes de los peninsulares, participación en el gobierno, libertad de comercio y la abolición de la esclavitud que jamás llegaron a cumplirse debido a la oposición de peninsulares, negreros, grandes propietarios… Siguiendo el modelo de la Península, se crearon en Cuba el Partido Autonomista (de mayoría cubana) que pedía autonomía para la isla, propugnaba un programa de reformas políticas y económicas sin llegar a la independencia y con amplia representación en el parlamento español; y la Unión Constitucional (peninsulares instalados en la isla). El Partido Liberal de Sagasta abogaba por introducir mejoras en la isla, pero tras numerosos mandatos solo se aprobó la abolición de la esclavitud en 1888, el resto no se cumplieron debido a la presión de intereses económicos. Debido a la ineficacia de la administración, estimuló los deseos de independencia y en 1893, José Martí, fundó el Partido Revolucionario Cubano, que contó especialmente con el apoyo de Estados Unidos. En 1891, el gobierno español elevó las tarifas arancelarias para los productos importados a la isla que no perteneciesen de la Península. Entonces, el principal cliente de Cuba era Estados Unidos y el presidente William McKinley se manifestó y amenazó con cerrar las puertas del mercado estadunidense si no se modificaba dicha política. En 1895 el Grito de Baire inició un levantamiento generalizado, donde Cánovas de Castillo, envió un ejército dirigido por Martínez Campos, que entendía que la pacificación requería una acción militar acompañada de una conciliación con los sublevados. Al no conseguir controlar la rebelión, fue sustituido por el general Valeriano Weyler quien inició una férrea represión y organizó las concentraciones de campesinos. Este, trato muy duramente tanto a los rebeldes como a la población civil, víctima de hambre y epidemias. La guerra, desarrollada en plena selva y contra unas fuerzas muy extendidas en el territorio, no era favorable a los soldados al no estar preparados para hacer frente a una guerra así, provocando gran mortandad entre las tropas. En 1897 Cánovas fue asesinado y se puso al mando a Blanco e inició una estrategia de conciliación decretando la autonomía de Cuba, sufragio universal masculino... Pero estas llegaron demasiado tarde y el independentismo había germinado. A su vez, se produjo una rebelión en las Islas Filipinas pero se consiguió pacificar la zona. El interés de Estados Unidos por Cuba había llevado a realizar proposiciones de compra de la isla rechazadas por España. Mckinley mostró su apoyo a los insurrectos al enviarles armas.La oportunidad para intervenir en la guerra la dio el incidente del acorazado Maine y España fue culpada falsamente del hecho y exigieron de la retirada de Cuba que España rechazó amenazando con una guerra en caso de invasión. Comenzaba así la guerra hispano-americana, siendo los españoles conscientes de su inferioridad. Tras ser varias veces derrotada España, se firmó la paz de de parís por la cual España se comprometía a abandonar Cuba, Puerto Rico y Filipinas. 7. Las repercusiones del 98. El regeneracionismo La crisis de 1898 tuvo repercusiones menores de lo esperado. En la metrópoli la crisis económica fue mucho menor. Se realizó una reforma de la Hacienda cuya finalidad fue aumentar la recaudación para hacer frente a las deudas. Tampoco aconteció la gran crisis política y sobrevivió el sistema de Restauración. La crisis política estimuló el crecimiento de los movimientos nacionalistas sobre todo en el País Vasco y Cataluña que denunciaron la incapacidad de desarrollar una política renovadora y descentralizadora. La crisis del 98 fue más bien una crisis moral e ideológica. La derrota llevó a la sociedad a un Estado de desencanto y frustración al significar la destrucción del imperio español y la prensa presentó a España como una nación con un ejército ineficaz y un sistema político corrupto. El fracaso de la revolución de 1868 dejó huella en los intelectuales progresistas que consideraban que habían perdido la oportunidad de modernizar el país y crearon en 1876 a institución Libre de Enseñanza. Tenía intelectuales como Francisco Giner de los Ríos, estaba influida por el krausismo y fue una gran impulsora de la reforma de educación en España. Algunos consideraban que la sociedad y la política no favorecían ni la modernización de la cultura ni el desarrollo de la ciencia. Esta corriente se conoció como regeneracionismo y tuvo como mayor exponente a Joaquín Costa, creador de instituciones sociales y económicas como la Liga Nacional de Productores e inspirador del partido la Unión Nacional, crítico con la Restauración. La política reformista de tono regeneracionista, no llevó a cabo las profundas reformas anunciadas, se limitó a dejar que el sistema siguiese funcionando con cambios mínimos. A su vez, la derrota militar tuvo consecuencias en el ejército, acusado de tener gran culpa del desastre. Una parte de los militares se inclinó hacia posturas más autoritarias e intransigentes, atribuyendo la derrota a la ineficiencia y la corrupción y comenzaron a pensar que debían tener mayor presencia y protagonismo en la política del país. Esta injerencia culminó con el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923. 8. Reformismo dinástico: los intentos renovadores de Maura y Canalejas. El desastre del 98 mostró las deficiencias del régimen de la Restauración y dio lugar al reformismo político basado en ideas regeneracionistas. Así pues, en 1899 María Cristina confió en el conservador Francisco Silvela para formar gobierno, quien convocó elecciones e inició una política reformista con proyectos de descentralización administrativa pero también aumentó los tributos sobre productos de primera necesidad y creó nuevos impuestos para hacer frente a las deudas. Las cargas fiscales impulsaron un boicot en Cataluña provocando el cierre de cajas. Los ministros más renovadores acabaron dimitiendo y en 1901 la regente otorgo de nuevo el gobierno a los liberales. En 1902, Alfonso XIII subió al trono y tras la muerte de Sagasta, Antonio Maura alcanzó la jefatura del partido conservador. Mientras, en el partido liberal se afianzaba José Canalejas. La nueva generación de políticos, impulsó importantes proyectos de reforma aunque mantuvo el turno dinástico. En 1904, Maura se convirtió en jefe de gobierno. Su proyecto fue de revolución “desde arriba”. El régimen debía reformarse desde el gobierno para impedir que lo transformase una revolución popular. Intentó la regeneración a partir de las “masas neutras” y así configurar un Estado fuerte, capaz de gobernar de gorma eficaz impidiendo que las clases populares adquirieses excesivo protagonismo. Se llevó a cabo la Ley Electoral que ni acabo con la corrupción ni democratizó el sistema. Maura procuró atraer la Liga Regionalista e intentó llegar a acuerdos con el catalanismo dando más autonomía a los ayuntamientos y diputaciones y reconociendo las regiones. También, adoptó medidas económicas para reactivar la industria, promulgó la Ley de Coalición Interior para estimular la agricultura, aprobó algunas leyes y creó el Instituto Nacional de Previsión (seguros obreros). Pero en 1909, la Semana Trágica de Barcelona provocó una brutal represión y fue la principal causa dela caída del gobierno conservador. En 1910, José Canalejas formó un nuevo gobierno liberal que ofrecía la modernización del país e intentaba atraer sectores populares, a la vez que limitar el poder de la iglesia (Ley del Candado). Uno de los elementos básicos de la política social fue sustituir el impuesto de consumos por un impuesto progresivo sobre la renta y leyes para mejorar las condiciones laborales. Canalejas, sensible al problema de las autonomías regionales, elaboró la Ley de Mancomunidades. Pero estas reformas se vieron interrumpidas tras la muerte de Canalejas. 9. El problema de Marruecos y la crisis de 1909. A partir de 1900, España penetró en el norte de África. La Conferencia de Algeciras (1906) y el Tratado hispanoamericano (1912) establecieron un protectorado francoespañol en Marruecos, correspondiéndole a España la zona de El Rif que poseía posibles beneficios económicos (minas, inversiones en ferrocarriles etc.) e interesaba por el deseo de restaurar el prestigio del ejército y conseguir que España se convirtiese de nuevo en potencia colonial. Esta presencia española provocó continuos ataques rifeños. En 1909 se produce una importante derrota de las tropas españolas en el Barranco del Lobo y se decidió aumentar el número de soldados en El Rif con reservistas, algunos partieron desde Barcelona, lo cual provoco un movimiento de protesta popular. La movilización contra la guerra se inició en el puerto de Barcelona. El 24 de julio se constituyó un comité de huelga con republicanos, socialistas y anarquistas, haciendo un llamamiento a la huelga general que derivó en una revuelta popular convirtiéndose en un espontáneo estallido de las tensiones sociales acumuladas. Los incidentes en las calles se multiplicaron, se levantaron barricadas, se produjeron enfrentamientos con las fuerzas de orden público y explotó un fuerte sentimiento anticlerical incendio de edificios religiosos. Las autoridades declararon el Estado en guerra y enviando refuerzos para reprimir las manifestaciones. El elevado número de muertos radicalizó el movimiento y la falta de dirección y coordinación política llevó a grupos, actuar indiscriminadamente sin objetivos claros. La represión de la Semana Trágica levantó una oleada de protestas por su virulencia y arbitrariedad. Citar condenas a muerte; Francisco Ferrer Guardia. El gobierno de Maura tuvo que enfrentarse a duras críticas y liberales y republicanos se unieron para exigir su dimisión bajo el lema “¡Maura no!” provocando que Alfonso XIII disolviera las Cortes y traspasara el gobierno a los liberales. 10. La crisis de 1917. En 1914, se produjo el estallido de la Primera Guerra Mundial. Eduardo Dato al frente del gobierno conservador, declaró inmediatamente la neutralidad española evitando el grave desastre que hubiera significado para la población y permitiendo exportar productos industriales y agrarios necesarios para los combatientes por los que pagaban altos precios. Esto provocó el alza desorbitada de los precios interiores que no fueron acompañados de subidas salariales y encareciendo los productos básicos. En 1917 las graves dificultades del sistema político de la Restauración, el descontento militar y la conflictividad social provocaron una protesta generalizada de carácter antigubernamental en la que se vieron implicados los partidos marginados, los militares y las organizaciones obreras. El ejército español presentaba un número excesivo de oficiales en relación al de soldados y el hecho de que los ascensos se obtuvieran por méritos de guerra agravaba la situación les beneficia a los militares africanistas frente a los peninsulares. Además la inflación había hecho disminuir los ya bajos salarios militares. El gran descontento desembocó en la formación de Juntas de Defensa, que reclamaban el fin a dicha situación. El manifiesto de junio de 1917 culpaba al gobierno de los males del ejército y del país y hacía llamamiento a la renovación política ante la cual el gobierno SÍ cedió. A su vez, hizo crecer las esperanzas de que el ejército pudiese exigir una renovación de la política nacional. Pero realmente las Juntas no iban a implicarse en la lucha de otras clases sociales. La situación política también era grave. El gobierno de Dato fue sustituido por un gabinete liberal presidido por el conde de Romanones, que continuó con la corrupción política y cerró las Cortes en julio de 1916. Sin embargo, Dato volvió a la jefatura del gobierno pero se negó a la reapertura de las Cortes, declaró el Estado de excepción y aumentó la censura de la prensa. Aprovechando la situación de crisis, se organizó en Barcelona, a iniciativa de la Liga Regionalista, una Asamblea de Parlamentarios catalanes, que exigió un gobierno provisional que convocase cortes constituyentes para reformar el sistema y descentralizar el Estado. El movimiento parlamentario no tuvo continuidad y desapareció sin haber conseguido la reforma constitucional ya que las fuerzas monárquicas no lo apoyaron y las diferencias entre los regionalistas y los de izquierda hacían imposible un acuerdo. Además, las centrales CNT y UGT obligaron al gobierno contener los precios bajo la amenaza de convocar una huelga general. Pero la tensión estalló con un conflicto ferroviario, y la UGT con el apoyo del PSOE, llamó a la huelga general donde las fuerzas obreras reclamaron el fin de la monarquía, la formación de un gobierno provisional que convocara Cortes y el paso a un sistema republicano. Pero huelga tuvo una incidencia muy desigual, por no contar con la participación de los sectores campesinos. El gobierno, reaccionando de forma represiva, declaro la Ley Marcial y se envió al ejército a aplacar el movimiento. La huelga fracasó pero debilitó aún más al régimen, que demostró su brutalidad y radicalizó a la oposición. 11. La crisis final del sistema. Los conflictos obreros y el problema de Marruecos. A partir de 1917 El régimen de la Restauración entró en una progresiva descomposición por los nulos deseos de renovación política y la fuerte heterogeneidad y debilidad de la oposición que no consiguió vehicular una alternativa conjunta. Los partidos dinásticos se fragmentaron en grupos encabezados por diferentes políticos imposibilitando reunir mayorías parlamentarias y formar gobiernos estables. En 1917 se recurrió a los gobiernos de concentración, siendo el más relevante el Gobierno Nacional, impulsado por Maura, con la participación de los líderes dinásticos y los regionalistas catalanes. Sin embargo, sus diferencias imposibilitaron llevar a cabo reformas, contener la inflación y restablecer el orden social. Tras este fracaso, se volvió al turno dinástico donde el país conoció un total de diez cambios de gobierno entre 1918 y 1923. De 1919 y 1922 gobernaron los conservadores y posteriormente los liberales pero a pesar del fraude electoral, ningún partido reunió la mayoría necesaria para gobernar y se optó a la suspensión de las garantías constitucionales y a la clausura del Parlamento. En España, el fin al conflicto la Gran Guerra cambió las condiciones económicas, la producción descendió, aumentó el paro y subieron los precios provocando de nuevo la movilización obrera y el crecimiento del sindicalismo. El movimiento huelguístico afectó principalmente a Barcelona, en 1919 con una huelga en La Canadiense (empresa que suministraba electricidad), consiguiendo la paralización mayoritaria de la industria local que finalizó con un acuerdo en el que la patronal aceptaba la readmisión de los despedidos, aumentos salariales y la jornada de ocho horas pero su incumplimiento la reanudó respondiendo con una durísima represión contra los sindicatos y el cierre de empresas. Andalucía dio paso al trienio bolchevique 1918-1921. Anarquistas y socialistas impulsaron revueltas campesinas motivadas por el “hambre de tierras”, el deterioro de los salarios y las condiciones de vida. Córdoba se convirtió en la punta de lanza de un movimiento campesino que se fue extendiendo. La declaración del Estado en guerra, la ilegalización de las organizaciones obreras y la detención de sus líderes pusieron fin a la rebelión. Esta conflictividad degeneró en una radicalización de los sindicatos y la patronal. Para detener la fuerza sindical, instituyeron la Federación Patronal, contratando pistoleros a sueldo. Además, fundaron el Sindicato Libre, que emplearon a su favor fomentando las acciones violentas contra el sindicalismo anarquista. También algunos grupos vinculados a la CNT respondieron con un activismo violento atentando contra las autoridades, patronos y fuerzas del orden. Los Solidarios: Buenaventura Durruti El general Martínez Anido gobernador civil de Barcelona protagonizó una política de protección de los pistoleros, ejerció una dura represión contra los sindicalistas y puso en práctica la ley de Fugas donde la policía podía disparar contra los detenidos en un intento de fuga. 1916-1923 son los años del pistolerismo, con más de 200 muertos: sindicalistas, abogados, empresarios, e incluso el presidente Dato. En 1920 las tribus rifeñas hostigaban al ejército español por lo que en 1921 se nombró al general Silvestre para dirigir el ejército. Éste inició una ofensiva hacia el interior que acabó en un verdadero desastre, el ejército fue derrotado en Annual, se perdió todo el territorio ocupado con 13000 bajas incluidas la de Silvestre. El Parlamento tenía la intención de exigir responsabilidades por el desastre de Annual, lo que podía acabar implicando al rey, tal y como señalaba el Expediente Picasso. Esto aceleró la llegada de la dictadura de Primo de Rivera. 12. La dictadura de Primo de Rivera 12.1. la instauración de la dictadura y el directorio militar En 1923 el general Primo de Rivera se pronunció contra la legalidad constitucional, declaró el Estado en guerra y exigió que el poder pasase a manos de los militares. Para los golpistas, las razones que justificaban la necesidad de un cambio fueron la inestabilidad y el bloqueo del sistema político parlamentario, su desprestigio derivado del fraude electoral, el miedo a una revolución social, el aumento de la influencia del republicanismo y los nacionalismos. Evita que las Cortes exigiesen responsabilidades por el desastre de Annual. Primo de Rivera justificó el golpe militar a través de un discurso regeneracionista y moralista, que criticaba a la “vieja política” y presentaba un componente populista. Así anunció su firme voluntad de limpiar el país de caciques y acabar con el bandidaje político, la indisciplina social y las amenazas a la unidad social. El último gobierno de contratación, pretendía una reforma constitucional de la ley Electoral, del sistema de turno, las relaciones laborales y la limitación de los poderes reales, pero cerrando el Parlamento se impedía todo ello. Por ello, la dictadura fue una solución inconstitucional, amenazadora para ciertos sectores sociales. La dictadura atravesó dos fases. Hasta 1925 gobernó el Directorio Militar, cuyos miembros eran militares pero a partir de ese año, el gobierno dictatorial incluyó entre sus ministros a civiles pasando a ser el Directorio Civil. El Directorio Militar, de carácter dictatorial, suspendió el régimen constitucional, disolvió las cámaras legislativas, prohibió las actividades de los políticos y sindicatos, fuerte represión del obrerismo, militarización del orden público… Además se elaboró un Estatuto Militar y otro Provincial al querer Primo de Rivera eliminar el caciquismo. También los ayuntamientos fueron sustituidos por juntas de vocales integradas por los mayores contribuyentes de cada localidad. La regeneración quedó en una farsa al suspenderse los mecanismos electorales y la renovación política se limitó a sustituir unos caciques por otros. Como el conflicto de Marruecos interesó a Primo de Rivera, se organizó el desembarco de Alhucemas en colaboración con el ejército francés con gran éxito y en 1927, el ejército español dio por concluida la ocupación efectiva de todo protectorado en Marruecos. 12.2. El Directorio Civil. La oposición y la caída de la Dictadura. A partir de 1926, el gobierno de militares es sustituido por uno de civiles Calvo Sotelo, Eduardo Aunós, se abandona la idea de una dictadura transitoria volviendo al régimen constitucional y Primo de Rivera intentó institucionalizar su régimen donde la influencia del fascismo italiano fue muy clara. Fue con la convocatoria de la Asamblea Nacional Consultiva cuando se inició el camino hacia el régimen autoritario pues sus miembros serían elegidos por designación entre los ciudadanos de las grandes instituciones públicas y el sufragio universal quedó en el olvido. Se creó un partido único, Unión Patriótico, para promover la adhesión al nuevo sistema, cuya misión primordial era dar apoyo social a la dictadura y seguir las directrices del poder. Se reactivó el Somatén, milicia armada para colaborar con el orden público. La dictadura se benefició de la buena coyuntura económica iniciada en los “felices” años veinte y puso en marcha un programa de fomento de la economía en el terreno industrial y en las infraestructuras. Se aprobó el Decreto de Protección de la Industria Nacional, que preveía ayudas estatales a las empresas que no podían competir con el exterior, se concedieron grandes monopolios como la compañía telefónica de España. Todo ello se fue financiando mediante el Presupuesto Extraordinario de forma que el Presupuesto Ordinario de Estado parecía equilibrado, pero se iba acumulando una gran deuda extraordinaria. Confederaciones Hidrográficas En el terreno social, se puso en marcha un modelo de regulación de trabajo que pretendía eliminar los conflictos laborales mediante la intervención del Estado (Comités Paritarios), la integración de sectores moderados del movimiento obrero y la represión de las organizaciones radicales. Con este fin se creó la Organización Corporativa Nacional. El sistema fue bien visto, aunque no en todos sus aspectos ya que los anarcosindicalistas y comunistas eran perseguidos y obligados a permanecer en la clandestinidad. La oposición del sistema estaba formada por algunos líderes de los partidos dinásticos, los republicanos, nacionalistas, comunistas, anarquistas, sectores del ejército y los intelectuales. Se realizaron conspiraciones militares como el complot de la “sanjuanada” en 1926. O la insurrección militar en Jaca Como la dictadura pretendió controlar a los intelectuales y el mundo universitario, surgieron protestas estudiantiles y fue el origen de un gran sindicato de carácter republicano, la Federación Universitaria Española. Este enfrentamiento fue protagonizado por figuras como Unamuno u Ortega y Gasset y suscribieron un manifiesto en contra de la política cultural. Sin embargo, el conflicto político más persistente se produjo con el republicanismo y los nacionalismos. Los republicanos organizaron la Alianza Republicana, logrando unir las diferentes facciones del movimiento y desarrollando una campaña propagandística en el exterior. En Cataluña, las medidas tomadas por Primo de Rivera, como la prohibición de la lengua catalana o la sardana, fueron consideradas anticatalanas y provocaron un distanciamiento incluso por sectores a favor de la dictadura. En la oposición del catalanismo de izquierdas y republicano, se distinguió el Estat Català con su intento de invasión armada. CNT, FAI, PSOE… La creciente oposición, hizo que el rey retirara su confianza en Primo de Rivera quien dimitió en 1930. El general Berenguer, fue el encargado de sustituirle con la misión de celebrar unas elecciones que permitieran volver a la normalidad constitucional. La oposición comenzó a organizarse y acordaron la firma conjunta del Pacto de San Sebastián quiénes? para presentarse a las elecciones y derribar la monarquía. Berenguer, tras no lograr las elecciones, fue sustituido por el almirante Aznar en 1931, quien decidió convocar las elecciones municipales en abril. Se trató de volver a la normalidad, pero las elecciones se presentaron como un plebiscito a favor o en contra de la monarquía. Anticipa brevemente los resultados y la llegada de la II República.

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