En el siglo XIX algunos países de Europa (Gran Bretaña, Francia, Alemania y Bélgica) se transformaron profundamente. Por un lado, la industria desplazó a la agricultura como principal actividad económica y, por otro, la mecanización y las nuevas fuentes de energía cambiaron las formas de producción. Ello influyó en la estructura económica y en la sociedad, inaugurando la era del capitalismo. España, al igual que otros países, experimentó estos procesos, pero sus efectos no fueron tan acusados por lo que no se industrializó plenamente y sólo en ciertas zonas periféricas. Por eso, en el siglo XIX, España mantenía una economía profundamente agraria, con un sector industrial limitado y poco eficaz para competir en el exterior.El proceso de industrialización en España durante el siglo XIX se puede dividir en dos etapas:a. 1800 – 1860: se caracterizó por el estancamiento económico (con descenso de precios, guerras, instabilidad política y pérdida de parte de los territorios americanos)b. 1860 – 1901: se produce un crecimiento más rápido coincidiendo con un periodo de crisis en Europa que benefició a sectores como el agrario (cereal y vitivinícola)
A) LAS TRANSFORMACIONES EN LA AGRICULTURA. LAS DESAMORTIZACIONES 1- LA SITUACIÓN DE LA AGRICULTURA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX.La agricultura española presentaba unos bajos rendimientos que se vieron aumentados por el incremento de la superficie cultivada y no tanto por la mejora de la productividad. Esta baja productividad se puede explicar, en parte, por el propio marco natural peninsular (orografía, suelo y clima), pero sobre todo a una estructura de la propiedad que no fomentaba la mejora técnica: Al norte, el minifundismo no produce excedentes y todo se debe dedicar al En Castilla La Mancha, Extremadura y Andalucía, con el latifundismo se Con el tiempo esta situación perjudicó a los campesinos, muchos de ellos jornaleros, y provocó importantes conflictos sociales.El sector predominante eran los cereales (trigo), preferentemente en la Meseta y Andalucía, cuyo crecimiento apenas podía atender las demandas de la población en proceso de crecimiento, llegándose a producir crisis de subsistencias. La superficie dedicada a este cultivo era cercana al 80% del total. En la década de los 90 se produjo la llegada de productos procedentes de América, Australia y Rusia que se obtenían a un bajo coste y que provocó la caída de los precios de los cereales. Elloobligó a los gobiernos a aplicar una política proteccionista que, si bien evitó la entrada de productos extranjeros, no estimuló la inversión en innovaciones técnicas. Otros cultivos que se extendieron fueron el maíz y la patata.El segundo gran protagonista fue la vid que se convirtió en producto de exportación, ya que tuvo un crecimiento importante a raíz de la filoxera francesa de 1868, llegando a controlar el mercado europeo entre 1875 y 1890, para después entrar en crisis pues la plaga también llegó a la península. El otro producto será el olivo (aceite) con un cierto auge hacia la mitad del siglo, y dedicado al mercado americano especialmente y a la demanda de inmigrantes españoles e italianos. A estos dos productos se añadieron los frutales y los cítricos (agricultura especializada) desarrolladas en Cataluña, Valencia y zonas de Andalucía. Si bien ocupaban sólo el 12% de la tierra cultivada representaban el 23% del valor total de la producción agrícola.En cuanto a la ganadería, el ganado ovino lanar sufrió un importante retroceso como consecuencia del descenso de las exportaciones, de la supresión de los privilegios de la Mesta y de las nuevas roturaciones. En cambio aumento la importancia de la ganadería porcina.2. LAS DESAMORTIZACIONES.La agricultura presentaba unas características, tanto en su explotación (técnicas atrasadas), como en lo que se refiere al régimen de propiedad, que hacía necesaria una profunda reforma. Los regímenes liberales que se sucedieron a los largo del siglo XIX emprendieron estas medidas, sobre todo en cuanto a la propiedad de la tierra.El principal objetivo era liberar la tierra de las trabas que ponía el Antiguo Régimen para fomentar la propiedad privada y una economía de mercado.consumo.obtienen con facilidad beneficios y no interesaba invertir.Las medidas se habían iniciado en las Cortes de Cádiz, aunque tuvieron su definitiva consolidación en las diferentes etapas del régimen isabelino y fueron protagonizadas por los gobiernos más progresistas (1836-1841 y 1854-1856). Las medidas fueron: La desvinculación de los mayorazgos: Prohibía la vinculación y permitía a sus dueños a venderlas o arrendarlas. La nobleza se benefició y perjudicó al campesinado que perdió parte de sus derechos sobre las tierras que cultivaba. La disolución del régimen señorial. Obligó a que la nobleza renunciase a sus derechos jurisdiccionales (administrar justicia, nombrar autoridades locales, cobrar ciertos impuestos), pasando éstos a ser jurisdicción del Estado. Las Desamortizaciones. Iniciadas de manera parcial en la época de Godoy y de las Cortes de Cádiz, tuvieron su aplicación más clara con los decretos aplicados por Mendizábal en 1837, que afectó a los bienes eclesiásticos y, posteriormente, la emprendida por Pascual Madoz en 1855 y que fue mucho más amplia al extenderse a los bienes de los Ayuntamientos (bienes de propios y bienes comunales).La Desamortización eclesiástica de Mendizábal (1837) se inicia con la disolución previa de las órdenes religiosas, salvo las consagradas a la enseñanza o al cuidado de enfermos y sus fincas se declararon bienes nacionales, es decir, propiedad del Estado. Las tierras expropiadas a la Iglesia salieron a subasta y a esta medida contribuyó la situación tan crítica por la que pasaba el país (Primera Guerra Carlista) y estado ruinoso de la Hacienda. Por lo que los objetivos a lograr fueron: Sanear la Hacienda, al amortiza parcialmente la deuda Pública del Estado. Financiar la guerra civil contra los carlistas. Crear un grupo de propietarios que fuesen adeptos a la causa liberal.Como crítica a este proceso de desamortización, se encuentra el hecho de que los objetivos fueran más de índole económico que social y se desaprovechase unabuena oportunidad para repartir tierras entre los campesinos que venían trabajando en ellas, circunstancia que no ocurrió porque fueron adquiridas en su mayoría por la nobleza y la alta burguesía.La Desamortización General de Madoz (1855), se inició en el período conocido como Bienio Progresista. En ésta se incluyeron todas tierras amortizadas: a) las de la Iglesia aún no vendidasb) las de propiedad municipal (bienes de propios y bienes comunales).La situación política y fiscal no era tan grave como en la etapa anterior, pues la segunda guerra carlista no supuso tanto gasto como la primera y el régimen liberalestaba más consolidado. Por lo que los objetivos fueron: sanear la Hacienda y financiar las infraestructuras, sobre todo la red de ferrocarriles.Consecuencias de las Desamortizaciones. Fueron de índole económica y social: Aumento de la superficie cultiva (se pasa de 10 a 16 millones de hectáreas), con el consiguiente incremento de la producción. Los capitales generados de la venta de dichas tierras no fueron dedicados a fomentar otros sectores como la industria, sino que se usaron sólo en la agricultura o en pagar la Deuda Pública. No supuso una modificación de la estructura de propiedad; en general se mantuvo la situación e incluso se incrementaron algunos latifundios. Socialmente, se sacrificaron los intereses de los campesinos, pues no se reconocieron sus derechos de explotación ni se les facilitó el acceso a las nuevas, por lo que se perdió la oportunidad de crear una clase media campesina propietaria de tierras. Afectó negativamente sobre todo a los trabajadores pobres y asalariados.
B) INDUSTRIALIZACIÓN Y MODERNIZACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS. La industrialización se inició en España hacia 1830, aunque fue de forma lenta; la actividad económica esencial fue la agricultura. Esta circunstancia ha llevado a hablar a algunos historiadores del “fracaso de la Revolución Industrial”, aunque hoy se tiende a utilizar más el término “retraso” para hablar de un proceso de transformaciones que ya había comenzado. Sin embargo, el proceso fue muy desequilibrado sectorial y regionalmente. Sólo se consolidó la industrian textil catalana y la siderurgia vasca.1. LA INDUSTRIAA. Obstáculos para el proceso de industrialización. Una economía agraria sin modernizar que hacía que la mayoría de la Un elevado índice de analfabetismo que se traduce en un bajo nivel Una deficiente red de transporte y comunicaciones, que dificultaba los población fuese campesina pero pobre, con poco poder adquisitivo e incapaz de absorber la producción industrial.cultural, profesional y técnico que impedía el desarrollo de una tecnología propia.intercambios y el desarrollo de un mercado nacional. Escasez de capitales para invertir. La agricultura no producía grandes capitales y los grupos sociales poderosos económicamente preferían invertir en tierras en lugar de correr riesgos con inversiones en las industrias. La consecuencia fue una dependencia excesiva de los capitales del Estado o extranjeros.B. La industrialización en España.a. Un sector pionero. La industria textil.Cataluña fue la única zona donde la industrialización se originó a través de capitales autóctonos, aunque predominó la empresa de tamaño mediano.Dentro de la industria textil destacó el sector algodonero que, al igual que en Inglaterra, actuó como sector palanca del resto. Su éxito se debió a tres factores: La posición de ventaja de la que parte, pues Cataluña había iniciado un La iniciativa empresarial de la burguesía catalana con la incorporación de La protección arancelaria, que la puso a salvo de la competencia inglesa, y incipiente desarrollo industrial en el siglo XVIII.nuevas máquinas y técnicas de producción.le permitió, después de perder el mercado colonial americano, orientar suproducción altercado nacional, así como a Cuba y Puerto Rico hasta finales del siglo XIX.El recorrido cronológico por la industria textil, parte del siglo XVIII con las fábricas de indianas, que pronto incorporaron las hiladoras mecánicas. La Guerra de la Independencia 1808 desarticuló los mercados y paralizó su expansión, agravada por la pérdida de las colonias americanas. El proceso de mecanización fue muy importante a partir de 1830, favorecido por una escasa mano de obra y una fuerte inversión en telares mecánicos que ayudó a bajar los costes y pudo ofrecer un tejido más barato.Sin embargo este sector tuvo que hacer frente a dos problemas: La escasez de carbón de la minería catalana y la dependencia del carbón La debilidad del mercado español compuesto por campesinos con poco (hulla) asturiano, lo que obligó crear colonias industriales que aprovechasen la energía hidráulica.poder adquisitivo y una demanda débil, que obligó a los gobiernos a aplicar leyes proteccionistas.Una época difícil fueron los años 1861-1865 cuando se contrajo el mercado americano por la Guerra de Secesión y era muy complicado encontrar la materia prima. Hacia 1874 se resolvió la crisis con un nuevo impulso tecnológico.b. Un sector con dificultades: La siderurgia Para el desarrollo de una industria siderúrgica potente se requiere, además del hierro, carbón en abundancia y de calidad y, sobre todo, que la demanda de productos siderúrgicos resulte lo suficientemente grande como para rentabilizar las elevadas inversiones iniciales.La inexistencia en España de buen carbón y la demanda insuficiente explican el desarrollo accidentado de esta industria, cuya localización fue cambiando a lo largo del siglo XIX. Durante el reinado de Isabel II (1833-1868) se pueden distinguir dos etapas: La etapa andaluza, hasta 1860, en torno a Málaga. Se basaba en la La etapa asturiana, entre 1860 y 1880, en torno a las cuencas carboníferas explotación del hierro de la zona, pero la falta de carbón mineral obligaba a recurrir en una gran proporción al vegetal, mucho más caro. Su apogeo coincidió con las Guerras Carlistas, que impedían la explotación de las minas del norte.de Mieres y Langreo. Se basaba en la riqueza del carbón de la zona, aunque no era de gran calidad.Sin embargo el verdadero despegue de la industria siderúrgica española se inició a finales del siglo XIX en torno a Bilbao, sobre todo por la actividad de unas pocas grandes empresas. En 1880 nace la empresa Vizcaya que construye varios altos hornos y en 1882 se creó La Sociedad Anónima Altos Hornos y Fábrica de Hierro y Acero de Bilbao. Y en 1885 se instaló ya el primer convertidor Bessemer, que fabrica acero en serie, a partir de un lingote de hierro. La clave del éxito estaba en el eje comercial Bilbao – Cardiff (Gales): Bilbao exportaba hierro y compraba carbón galés, más caro, pero de calidad superior y, por tanto, más rentable.c. Otros sectores industrialesEl predominio agrícola permitió el desarrollo de la industria agroalimentariaque, en 1856, representaba más de la mitad del total del sector, desarrollándose en Andalucía, Canarias y Extremadura. En Valencia destacó la exportación de los cítricos. En Aragón, especialmente en Zaragoza se desarrolló la industria harinera. Madrid destacó algo por la industria tipográfica y editorial. Todas ellas eran pequeñas industrias dedicadas a un mercado interno y cercano.A finales del siglo XIX surge la industria del gas relacionada con el desarrollo urbano y la industria química que producía ácido sulfúrico, potasa y sosa para el consumo de otras industrias, y explosivos para la minería. Su importancia no fue relevante hasta bien entrado el siglo XX.d. Un sector acaparado por extranjeros: La Minería. España era rica en reservas de hierro, plomo (Linares, La Carolina), cobre(Riotinto en Huelva), mercurio (Almadén en Ciudad Real) y cinc (Reocín en Cantabria). Además, los yacimientos estaban próximos a zonas portuarias, lo que facilitaba el transporte y exportación de los minerales.Sin embargo, la minería española no alcanzó su pleno apogeo hasta el último cuarto del siglo, en que se convirtió en uno de los sectores más activos de la economía nacional. Esto fue posible, en gran medida, por la Ley de Bases sobre Minas de 1868, promulgada tras el derrocamiento de Isabel II, que simplificaba la adjudicación de concesiones en la explotación de las minas. Estas medidas se tomaron por la conjunción de una serie de factores: El aumento de la demanda internacional Los avances en las técnicas de explotación que abarató su coste El acuciante déficit de la Hacienda española, que impulsó la explotación de Las compañías extranjeras se hicieron cargo de la explotación minera: extraían los minerales y los exportaban en bruto a sus países de origen. España se convirtió, por tanto, en exportadora de materias primas. Algunos han llamado a esta medida como la desamortización del subsuelo.C. Conclusión acerca de la industrialización española.El desarrollo industrial de España durante el siglo XIX fue limitado y con graves deficiencias: La escasez de capital nacional fue la causa de que la moderna industria los yacimientos a compañías extranjeras a cambio de dinero La industria se limitó en la práctica a dos focos periféricos: la industria A finales del siglo XIX, la base económica del país seguía siendo una española se levantara con predominio de capital extranjero (salvo en Cataluña). Los capitales españoles se invirtieron preferentemente en la compra de tierras desamortizadas y en el negocio de los ferrocarriles.textil catalana y, desde finales del siglo XIX, la siderurgia vasca. Pero ambos sectores eran poco competitivos en el exterior, lo que obligaba a mantener una política proteccionista para reservarles, al menos, el mercado nacional.agricultura de escasos rendimientos, que ocupaba a las dos terceras partes de la población activa y generaba más de la mitad de la renta nacional.2. LOS TRANSPORTES: EL FERROCARRIL. En España se pretendía seguir el ejemplo de países como Gran Bretaña, Bélgica, Francia o Alemania, que desde 1840 habían creado una red ferroviaria que estimulaba la economía en su conjunto, pues facilitaba los intercambios y potenciaba la industria siderometalúrgica. Además, existía la convicción de que, si se creaba un medio barato de transporte, la facilidad de los intercambios animaría a la creación de industria.La primera línea construida en España fue la de Barcelona-Mataró (1848), pero la verdadera fiebre constructora se desencadenó a partir de la Ley de Ferrocarriles de 1855, hasta la crisis financiera de 1866.La ley propiciaba la creación de compañías privadas que se encargarían de la construcción y explotación de los diferentes tramos de la red. Para ello, el gobierno estaba dispuesto a proporcionar todo tipo de recursos y facilidades, desde conceder subvenciones, cuyos fondos los proporcionaría la aplicación de la Ley de Desamortización General de Madoz de ese mismo año, hasta permitir la importación de materiales extranjeros.De la Ley de ferrocarriles se derivó un ritmo rápido de construcción, pero también algunas consecuencias negativas: Las principales concesiones se otorgaron a compañías extranjeras, que El escaso capital privado español que no se había dedicado a la adquisición Al final existía el medio de transporte, pero apenas había mercancías que importaban el material ferroviario, con lo que, a diferencia de lo ocurrido en otros países, la construcción de la red española no estimuló apenas la industria siderúrgica nacional.de tierras desamortizadas se invirtió en el ferrocarril, pero no en la industria.transportar; las compañías ferroviarias no podían recuperar lo invertido en la construcción de las líneas por los escasos beneficios de su explotación; y en consecuencia, muchas de ellas quebraron y arrastraron en su caída a los bancos y sociedades de crédito en la crisis financiera que hubo en 1866.3. EL COMERCIO. UN PROTECCIONISMO DE ELEVADOS ARANCELES.El comercio interior. En la primera mitad del siglo XIX se dieron los pasos paracrear un mercado nacional que superase los estrechos límites del mercado local o comarcal característico del Antiguo Régimen. Para lo cual se derogaron los gremioscon el fin de aumentar el número de productores, se suprimieron los impuestos de paso y se eliminaron las tasas sobre el comercio. También era necesario un buen sistema de transportes que España, pese a todas sus dificultades, desarrolló con el ferrocarril que favoreció el intercambio de personas y mercancías. Sin embargo elprincipal problema del mercado interior fue el escaso desarrollo industrial de muchas regiones españolas y por consiguiente que predominase una economía preferentemente agrícola con poca productividad y escasa capacidad adquisitiva de los campesinos, que limitó el crecimiento por la poca demanda de productos.El comercio exterior. Por lo que respecta a este aspecto en el siglo XIX se pueden diferenciar dos etapas: la primera entre 1815 y 1850; y la segunda entre 1850 y 1900, con un mayor aumento del comercio internacional. La estructura de productos refleja bien la evolución de la economía. En sus inicios destacan las exportaciones de aceite y vino, y las importaciones de tejidos de algodón y lino. A finales de siglo, el algodón en rama y el carbón eran los principales productos; mientras que se exportaban minerales.En el comercio exterior influyó la pérdida de las colonias americanas que eran los principales socios comerciales hasta su independencia. A mediados del siglo XIX Francia y Gran Bretaña se convierten en los destinatarios de estos productos debido a su desarrollo industrial.Esta vinculación con el mercado europeo fue inseparable del debate que se estableció entre los defensores del proteccionismo y los librecambistas. Aunque el comercio creció a lo largo de este siglo la balanza comercial se mantuvo deficitaria y con una estructura propia de un país poco desarrollado: se exportaban a Europa materias primas y productos semielaborados y se importaban productos industriales.Sin embargo, al igual que todos los países, intentó preservar su mercado interior para la producción nacional, mediante la imposición de aranceles a los productos extranjeros. Los grupos económicos que reclamaban el proteccionismo eran, en primer lugar, los fabricantes de algodón catalanes, para evitar la competencia inglesa; en segundo lugar, los productores cerealistas castellanos, que así se aseguraban la venta de sus cosechas de trigo a cualquier precio; y por último, ya a finales de siglo, los industriales siderúrgicos vascos.Por lo tanto, en España, la política proteccionista se mantuvo con altibajos desde el siglo XIX hasta 1960.Solamente durante el Sexenio Democrático se vivió un paréntesis de apertura del mercado español con el Arancel Figuerola (1869), que rebajaba las tarifas arancelarias y no prohibía la importación de ningún tipo de producto.4. LA REFORMA DE LA HACIENDA PÚBLICA (MON-SANTILLÁN)En 1845 la reforma Mon-Santillán de la Hacienda (Mon era el ministro de Hacienda y Santillán el autor del plan de reforma) representó la superación de la caótica situación del Antiguo Régimen y el comienzo de un sistema fiscal moderno, simplificado y racional, con una clara división entre los tipos de impuestos.De acuerdo con la nueva concepción del liberalismo, todos los ciudadanos estaban obligados a contribuir, pero quienes más riqueza tenían, los grandesterratenientes y la burguesía comercial, industrial y financiera, lo hacían muy por debajo a su capacidad y recursos económicos. A pesar de toda esta reforma no pudo acabar con el crónico déficit fiscal y el endeudamiento progresivo de la Hacienda española, sobre todo por la insuficiencia de ingresos.El sistema financiero. En 1856 se promulgó la Ley de Bancos y Sociedades de Crédito que es el punto de arranque del sistema bancario español. A principios del siglo XIC el mayor banco era el Banco Español de San Fernando, creado en 1829 como Banco del Estado y de emisión. En 1856 se creó el Banco de España, que obtuvo en 1874 el monopolio de la emisión de billetes. También aparecieron numerosas sociedades de crédito destinadas a gestionar negocios, y el Banco Hipotecario, destinado a financiar operaciones a largo plazo. En el País Vasco la industrialización propició que naciese un sector bancario que apoyase su financiamiento industrial. Así nacieron el Banco de Bilbao (1856) y el Banco de Vizcaya (1902).Otro paso importante fue la implantación de la peseta como moneda oficial. Hasta los años treinta del siglo XIX circulaban en España monedas de distintas épocas y regiones, además de abundante moneda extranjera. Por consiguiente, la mezcla de piezas y sistemas dificultaba el cálculo de las equivalencias entre ellas y obstaculizaba las transacciones comerciales. Después de varios intentos anteriores, en 1868, tras el derrocamiento de Isabel II, se modernizó por fin el sistema monetario español, mediante la implantación de una sola unidad monetaria oficial, la peseta, basada en un sistema decimal. La peseta era una pieza de origen catalán, cuyo valor en ese momento era similar al franco francés.
C) CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO Y CAMBIO SOCIAL. EL MOVIMIENTO OBRERO. Durante el siglo XIX se produjeron importantes transformaciones demográficas y sociales. El comportamiento demográfico varió, aunque lentamente, respecto del Antiguo Régimen. A su vez se produce una progresiva transformación de la sociedad estamental a la sociedad de clases, en la que la burguesía se consolida como el grupo social dirigente. Aparece además un lento cambio del papel de la mujer.1.- La evolución demográfica. Entre 1800 y 1900 se pasó de 11,5 millones a 18,6 millones de habitantes. El crecimiento es lento respecto a otros países. La mortalidad se mantuvo en tasas elevadas (siguen existiendo crisis de subsistencias y epidemias: cólera, tifus, etc.), junto a una higiene deficiente y períodos de guerra. El crecimiento no fue homogéneo al ser escaso en el centro y más elevado en la periferia (Cataluña tiene un comportamiento parecido al de los países europeos). En estos años crece la emigración exterior que se dirigió a ultramar (Argentina, Cuba) y Argelia,incrementándose en 1882. Las migraciones interiores, del centro a la periferia o del campo a la ciudad no tuvieron una especial incidencia hasta finales del siglo XIX. Sí se percibe un incremento de la población urbana en Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla y Málaga, que en 1870 ya superaban los 100.000 habitantes y las dos primeras 500.000 en 1900. Este crecimiento influyó en la transformación de las ciudades,donde se derribaron las murallas defensivas y se crearon planes de ordenación urbana para facilitar la extensión de la ciudad de manera ordenada. A pesar de todo, a principios del siglo XX, el 70% de la población vivía en el medio rural.2.- El nacimiento de la sociedad de clases. La revolución liberal burguesa supuso la transformación de la sociedad estamental en la actual sociedad de clases capitalista.La sociedad ya no se divide en estamentos cerrados, definidos jurídicamente y con derechos y obligaciones diferentes, sino que todos los individuos son ciudadanos iguales ante la ley, al menos en teoría. Ahora el único criterio realmente importante es el económico, que permite clasificar a la población por su nivel de renta-clases altas, medias y bajas-, o por su papel en el proceso de producción-burguesía industrial, clase obrera, etc.). Además las clases sociales son abiertas, y el ascenso o descenso de una a otras (movilidad vertical) viene determinado por los cambios en la situación económica del individuo, y por decisiones ajenas a él, como la concesión de un título de nobleza por parte del rey.La media y baja nobleza del Antiguo Régimen tendió a desaparecer y fundirse en las nuevas clases sociales correspondientes a su nivel de riqueza. En cambio la alta nobleza conservó sus títulos, aunque con carácter honorífico (sin privilegios feudales) y se integró en los grupos dirigentes de la nueva sociedad en razón de sus propiedades territoriales y sus negocios. Los nobles que poseían señoríos en el Antiguo Régimen en general salieron favorecidos por la forma en que se abolió en España el régimen señorial, ya que se apropiaron de tierras de sus viejos señoríos, sobre las cuales tenían derechos más que dudosos, suponiendo que tuvieran algún derecho.La alta burguesía fue la nueva clase que emergió al beneficiarse con la compra de tierras en el proceso desamortizador, y con las inversiones en industrias y ferrocarriles. Se constituyó en una oligarquía terrateniente, industrial y financiera, resultado de la alianza, a veces incluso matrimonial, entre la vieja nobleza y la nueva burguesía propietaria. Esta oligarquía se erigió en clase dominante del nuevo régimen liberal.Las clases medias, campesinos y proletarios. Las clases medias era un grupo heterogéneo formado por la pequeña burguesía (pequeños comerciantes, pequeños empresarios), funcionarios yprofesiones liberales. En España representan un grupo menos numeroso que en otros países de Europa más desarrollados económicamente.El campesinado seguía siendo la mayoría de la población, por el escaso desarrollo industrial. Había diferentes grupos según se fuera propietario o no de tierras. En el sur abundaban los jornaleros agrícolas que trabajaban en los latifundios, en duras condiciones de trabajo que provocarán abundantes conflictos. De hecho los campesinos fueron los grandes sacrificados de las reformas liberales, ya que no se reconocieron sus derechos sobre las tierras señoriales, ni se les facilitó el acceso a las propiedades desamortizadas, lo que explica su oposición al régimen liberal y el apoyoen algunos casos a lo que fue la causa carlista.Había otros grupos englobados en las clases populares que crecieron de forma espectacular en este siglo, principalmente en el servicio doméstico. La novedad más importante fue la aparición de un grupo social que nace con la industrialización a la vez que abandona los trabajos artesanales. Este grupo es el proletariado industrial (obreros de las fábricas), que se concentra sobre todo en las zonas industriales (Barcelona-Vizcaya), que se nutrieron del éxodo rural y de los antiguos artesanos arruinados. El proletariado vio como sus condiciones de vida empeoraron al someterse al sistema de las fábricas, que implicaba una rígida disciplina laboral, con jornadas de 12 y 14 horas, en lugares de trabajo insalubres y mal iluminados y con bajos salarios. A ello se añadía la ausencia de una regulación laboral y de protección social.La condición social de la mujer. En el siglo XIX se reforzó la idea de que la mujer en la sociedad debía representar el papel de esposa y madre. Por lo tanto su ámbito de actuación era el doméstico. Este estereotipo perjudicó, de manera especial, a las mujeres de las clases bajas, porque además de esto tenían que trabajar en las fábricas. Estas mujeres, además de compaginar el trabajo doméstico y el industrial, se encontraron con salarios más bajos que el de los hombres. Muchas mujeres optaron también por el trabajo doméstico. En España no existió en el siglo XIX un movimiento feminista que reclamase sus derechos aunque sí hubo una reivindicación por una educación femenina digna. Concepción Arenal intentódemostrar que la mujer no es “ni orgánica ni intelectualmente inferior al hombre”.3.- El movimiento obrero.Las condiciones de vida de los obreros eran pésimas: largas jornadas de trabajo (12 y 14 horas), trabajo de niños (menores de 6 años) y mujeres, salarios miserables, obligatoriedad de vivir en barracones propiedad de las empresas y de consumir los productos de sus tiendas. Sin garantías legales ante los despidos. A ello hay que añadir las condiciones de salubridad en las viviendas e higiene (elevada mortalidad infantil).Desde el punto de vista político el obrero era un “ciudadano pasivo” porque no participaba en la política ni como elector ni como elegible. Sin embargo la sociedad le exige otras contraprestaciones: impuestos indirectos (el consumo), la obligatoriedad del servicio militar, etc.Las primeras manifestaciones. La respuesta a esta situación fue inicialmente (hasta 1868) de manifestaciones aisladas y violentas, casi con exclusividad en Cataluña, con destrucción de máquinas, incendio de la fábrica El Vapor de Barcelona. Otra respuesta fue crear mutualidades obreras para cubrir las necesidades básicas de sus asociados en caso de enfermedad o vejez, pero también en caso de huelgas. También hubo agitaciones campesinas, ocurridas sobre todo en Andalucía, zona de latifundios y de jornaleros agrícolas, que respondían a un mismo esquema: el hambre empujaba a la ocupación ilegal de tierras. Estos movimientos eran de carácter localizado y su escasa organización facilitaba la intervención militar y la represión. La Guardia Civil se creó en 1844, precisamente para luchar contra estas prácticas y garantizar la propiedad y el orden en el medio rural.Todo ello demuestra que en la primera mitad del siglo XIX no había todavía una conciencia de clase y de la situación en que se encontraban los obreros. Por eso la respuesta fue más de tipo espontáneo y de mera ayuda ante las dificultades.En la segunda mitad del siglo XIX se produce una importante transformación del movimiento obrero cuando se crea en Londres en 1864, la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), con la intención de coordinar y aunar esfuerzos de todos los trabajadores del mundo en la lucha contra el capitalismo. El Manifiesto inaugural y los estatutos fueron elaborados por Marx. Pronto surgen junto al pensamiento marxista otras posiciones ideológicas entre las que destaca la corriente anarquista, encabezada por Bakunin. Ambas mantenían posiciones diferentes en cuanto a los objetivos, ya que los anarquistas pretendían la abolición del Estado, y los marxistas su conquista por la clase trabajadora; y otra de estrategia, pues los anarquistas, al contrario que los marxistas, rechazaban la formación de partidos obreros.El Movimiento Obrero español durante el Sexenio (1868-1873). En España, el reconocimiento de la libertad de asociación producida en el Sexenio permitió a las organizaciones obreras salir a la luz y expandirse. En 1868 Bakunin envió a Giuseppe Fanelli a España para que organizara la sección española de la AIT, dentro de la corriente anarquista, creando dos secciones una en Madrid y otra en Barcelona.En 1871 llegó a Madrid Paul Lafargue, yerno de Marx, para reconducir hacia el marxismo a lo internacionalistas españoles. Lo consiguió con un pequeño grupo de la sección madrileña, que constituyó la Nueva Federación Madrileña, en la que estaba el tipógrafo Pablo Iglesias, futuro fundador del Partido Socialista Obrero Español.Comenzó así la escisión entre anarquistas y socialistas, que se materializó en 1872 cuando la Federación Regional de la Internacional siguió los postulados anarquistas, por lo que inicialmente hubo una mayor presencia de esta corriente en el movimiento obrero español. La situación política del momento y su apoyo a la insurrección cantonalista durante la Primera República, propiciaron la muerte de la Federación y la ilegalización de la AIT y de las asociaciones obreras que tuvieron que pasar a la clandestinidad.El Movimiento Obrero español durante la Restauración (1875-1902)Durante la Restauración (1875-1902), hubo una mayor permisividad para el asociacionismo obrero. Desde 1874 tras la prohibición de Serrano, las asociaciones obreras se desarrollaron en la clandestinidad o camufladas en otro tipo de asociaciones con otros fines declarados. Desde 1881, con el primer gobierno liberal de Sagasta, el clima político se distendió y las organizaciones obreras empezaron a salir a la luz, hasta su legalización definitiva en 1887. Al mismo tiempo, la progresiva industrialización incrementó la importancia social y numérica de la clase obrera. También se comprueba en el caso español la división que internacionalmente se produjo entre los socialistas y los anarquistas. A finales de siglo, 1879, aparecieron también asociaciones católicas.El movimiento anarquista hasta finales del siglo XIX. El anarquismo fue la corriente mayoritaria del movimiento obrero español. Sus principales focos estaban en el campo andaluz y el proletariado urbano catalán. Los anarquistas rechazabantoda acción política por vía parlamentaria, pero además, dentro de sus filas, empezó a ganar adeptos la táctica propuesta por Kropotkin, partidario de la “propaganda por el hecho” o violencia terrorista. Los años noventa fueron ricos en esta práctica que se movía en un círculo vicioso: atentado, represión con fusilamientos, nuevo atentado como represalia y nueva represión. Uno de los atentados anarquistas de mayor resonancia fue el que acabó con la vida del entonces jefe de gobierno, Cánovas del Castillo, en el verano de 1897, cuando pasaba sus vacaciones en un balneario.El movimiento socialista hasta finales del siglo XIX. En 1879 un reducido grupo madrileño, en el que predominaban los tipógrafos, con Pablo Iglesias a la cabeza, fundó el Partido Obrero Español (PSOE), cuyas aspiraciones declaradas eran: “la abolición de clases, o sea, la emancipación de la clase trabajadora; la transformación de la propiedad individual en colectiva; y la posesión del poder político por la clase trabajadora”.En el año 1888 se creaba la Unión General de Trabajadores (UGT) como sindicato del partido. En 1889 se fundó la Segunda Internacional en la que predomina la corriente marxista. El PSOE asistió desde el principio a todos los congresos. En 1890, la Segunda Internacional estableció el 1 de mayo como el día del obrero (en recuerdo del asesinato en Chicago de cinco obreros anarquistas). El PSOE convocó mítines y manifestaciones en Madrid, Barcelona y Bilbao el cuatro de mayo(domingo), lo que provocó el despido de cinco mineros bilbaínos. Esto desencadenó una huelga general en Bilbao donde las condiciones laborales eran especialmente duras y que supuso una victoria de los obreros pues se consiguió la jornada de 10 horas, la abolición del truck system (obligación que ponían las empresas a los obreros de cobrar una parte del salario en vales que canjeaban en las propias tiendas que tenía la empresa). En cualquier caso, tanto el PSOE como la UGT fueron minoritarios hasta los comienzos del siglo XX, en comparación con los anarquistas.Los comienzos del sindicalismo católico. El sindicalismo confesional surge por iniciativa de la Iglesia católica desde fines del siglo XIX, especialmente tras la Encíclica Rerum Novarum de León XIII en 1891. En España el asociacionismo católico comenzó con los Círculos Católicos promovidos por el jesuita P. Vicent, que agrupaba a patronos y obreros. Su objetivo era contrarrestar la influencia de los sindicatos anarquistas y socialistas, pero no tuvo mucho arraigo. Todo ello pone de relieve las dificultades que el catolicismo español encontró en el mundo obrero, mucho más sensible a las propuestas laicas y anticlericales de republicanos, socialistas y anarquistas. La influencia de la Iglesia fue mayor en el campo.La política social de la Restauración presenta dos claras etapas. Cánovas hizo poco inicialmente por los obreros, aunque luego introdujo algunas mejoras. Con Sagasta se produjeron los primeros cambios importantes y ésta experimentó un destacado avance: se aprobó la Ley de Reuniones (1881) y la Ley de Asociaciones (1887) permiten el ejercicio de derechos fundamentales.Además crece la preocupación de los políticos por la situación de los trabajadores, creando la Comisión de Reformas Sociales (1883), que redacta las primeras leyes sobre accidentes laborales, el trabajo de las mujeres y de los niños, asuntos de sanidad, educación, etc.También se aprueban otras leyes sociales, como el sufragio universal (1890) y la ley del Jurado.
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