Es característico del pensamiento de Hegel el espíritu de sistema, la actitud según la cual la parte se entiende sólo a partir del todo al que pertenece. Todo aspecto parcial de la realidad, ya sea un individuo, un hecho histórico o un principio de la naturaleza, resulta inexplicable en sí mismo aislado del conjunto al que pertenece que le pone en relación con el resto del mundo. Lo contrario sería como pretender explicar la función de un órgano sin hacer referencia al cuerpo al que pertenece. Esto está en relación con el par de opuestos finito-infinito. Si la parte es a lo finito lo que el todo al infinito, entonces lo finito sólo se entiende desde lo infinito. Esto es así además porque si el infinito lo abarca todo, no puede ser lo opuesto, lo contrario, lo ajeno a lo finito. Hegel llama el Espíritu Absoluto al infinito. La elección de este término tiene una motivación importante: la realidad en su conjunto es un algo espiritual, posee una naturaleza ideal, aunque no trascendente. Por otro lado Hegel tiene una concepción dinámica de la realidad. Ésta no tiene una esencia o verdad fija, sino que se va haciendo a lo largo del proceso histórico, es, como ya dijera Heráclito, continuo devenir. Y también coincidirá con el pensador griego en que el mecanismo de ese cambio es el de la lucha de contrarios, es decir, la contradicción, no en vano lo propio del devenir es ser para dejar de ser.
Hegel denominó dialéctica a ese proceso en que se desenvuelve el Espíritu. Consiste en un ritmo ternario: el primer momento es la tesis (el ser en sí), el segundo es la antítesis (el ser fuera de sí), y el tercero, la síntesis (el retorno a sí). De esta forma se verifica que la historia avanza por contradicciones, ya que tras la tesis viene su negación (la antítesis) y a ésta le sigue la negación de la negación (la síntesis), que es una vuelta a la tesis pero en un estadio superior. Y esto sirve para explicar el cambio tanto en la naturaleza biológica (una semilla), como en las sociedades (sus cambios revolucionarios). Especialmente la realidad en conjunto confirma esta evolución en su paso desde la materia hasta la conciencia (negación de lo material) o la razón encarnada en el hombre.
La obra más conocida de Hegel es La Fenomenología del Espíritu que es donde aplica esta idea de la dialéctica a la historia. En ella se describen las distintas etapas en que se ha producido el avance progresivo del espíritu. Estas etapas son imprescindibles para el desenvolvimiento del proceso, y tan necesarias para el esquema general de la historia como cada engranaje en un mecanismo. Por tanto, en la historia no hay acontecimientos justos e equivocados, negativos o positivos, todo lo que ha ocurrido (incluso las guerras más crueles) ha tenido su razón de ser imprescindible. Este “justificacionismo” de todo acontecimiento de la historia, junto con el hecho de que la esencia de todo el proceso sea “Espíritu”, es lo que le llevó a decir a Hegel la siguiente frase que le hizo famoso y que dio a distintas interpretaciones: “Todo lo real es racional, todo lo racional es real”.
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