La mejor forma de interpretar la arquitectura moderna no es analizarla cómo una serie de nombres y tendencias que protagonizaron una serie más o menos conexa de acontecimientos o influencias, sino cómo el resultado de exigencias sociales, económicas y culturales que se dieron en un momento dado en diferentes países unidos por el mismo grado de desarrollo, dónde los medios de comunicación jugaron un importante rol. A principios del siglo xx, cuando se comenzó a superar el periodo del Art Noveau, surgió dentro de la arquitectura moderna el concepto FUNCIONALISMO, que se fue asimilando hasta al punto de ser inseparable dentro de la arquitectura moderna. Este concepto se basa en la utilización y adecuación de los medios materiales en fines utilitarios o funcionales, que sin embargo puede ser considerado como medida de perfección técnica, pero no necesariamente de belleza. Las teorías funcionalistas toman como principio básico la estricta adaptación de la forma a la finalidad o “la forma sigue a la función” que es la belleza básica; pero que no es incompatible con el ornamento, que debe cumplir la principal condición de justificar su existencia mediante alguna función tangible o práctica, ya que no es suficiente deleitar a la vista, sino que también debe articular la estructura, simbolizar o describir la función del edificio, o tener un propósito útil. Resumiendo en las palabras de G. Dorfles, es funcional “aquel sistema constructivo en que el empleo de los materiales está siempre de acuerdo con las exigencias económicas y técnicas en el logro de un resultado artístico. Al decir arquitectura funcional se quiere indicar, pues, aquella arquitectura que logra, o se esfuerza por lograr, la unión de lo útil con lo bello, que no busca sólo lo bello olvidando la utilidad, y viceversa”. El auge del funcionalismo dentro del movimiento moderno se debe a que se convirtió en una alternativa al repertorio tradicional, que se encontraba inhabilitado en responder a las nuevas necesidades de la sociedad; y principalmente su difusión se debió a que el funcionalismo es un estilo muy favorable dentro de la industria inmobiliaria, que fue desvirtuando los aportes progresistas de personajes como Gropius, Mies y Le Corbusier, sustituyéndolos por un lenguaje que garantiza una mejor eficiencia en la producción de soportes para el consumo masivo, adecuándose a las exigencias económicas. En el periodo entre guerras, y especialmente hacía 1920, el movimiento Moderno madura con las obras de Le Corbusier y la fundación de la Bauhaus, que se consideran como el periodo “Clásico”. Paralelamente a esto surgen distintas tendencias que tienen el mismo punto de partida- el rechazo a la tradición- y que provienen de teorías cubistas: el Neoplasticismo Holandés, el Constructivismo Ruso, y el Racionalismo Franco- Alemán. El movimiento Racionalista, a través de la adopción decidida de las teorías funcionalistas, responde al problema fundamental del divorcio entre el arte y la técnica que provocó la Revolución Industrial, o dicho de otra forma, la falta de adaptación del artista a los nuevos métodos de producción industrial causado por la falta de conexión con la vida de la comunidad. La respuesta más importante y coherente la dio la Bauhaus, en donde se conjuga la teoría y la práctica mediante el contacto con la realidad de trabajo. La transformación de la vida material dependía del progreso de la ciencia y la tecnología. La revolución industrial del siglo xix se basaba en el acero, el carbón y los ferrocarriles. En 1900, los componentes de una nueva ola de cambios técnicos estaban al alcance de la mano, apoyados en los productos químicos, la electricidad y el motor de combustión interna. En la primera exposición mundial de Londres e 1851 el ingeniero y constructor de invernaderos Joseph Paxton, diseña y construye una gigantesca obra de acero y vidrio, el "palacio de cristal", compuesta por piezas prefabricadas producidas industrialmente y debidamente moduladas, desmontables y libres de todo principio ornamental, esta será una de las primeras obras de la arquitectura moderna indicando el camino que tardara medio siglo en madurar e imponerse como la nueva forma de construir. Las sucesivas exposiciones mundiales que se realizan durante la segunda mitad del siglo xix, son el escenario de la revolución industrial y tecnológica que tiene lugar en los países europeos desarrollados, y sus respectivas cedes fueron extraordinarias muestras de la nueva tecnología constructiva y de los nuevos materiales, pero el viejo continente seguía con su contexto cultural dominante y no logra apartarse de las tendencias reinantes anteriores a las últimas décadas del siglo xix, por lo que fue más fácil introducirlo en países menos rígidos en cuanto a tradiciones estilísticas, como es el caso de Norteamérica, en donde la arquitectura comercial impone pautas diferentes al diseño, y el rascacielos se constituye en un símbolo del patrón económico pujante y en plena expansión. El fenómeno creciente de especulación inmobiliaria de áreas urbanas sometidas a altos incrementos demográficos y cambios radicales en la distribución espacial de la población para esto lo más optimo eran los edificios de apartamentos los que permiten alojar cientos de familias en terrenos donde apenas cabrían unas cuantas casas en una sola planta utilizándose para ello materiales resistentes como el acero, cemento armado y el hormigón. Uno de los ejemplos más representativos de esto es la ciudad de Chicago, llena de rascacielos y la escuela que lleva su nombre. Durante las dos décadas finales del siglo xix, Chicago presencia la remodelación básica de la nueva fisonomía urbana que luego adquirirán la totalidad de las ciudades en el siglo xx. Los nuevos requerimientos funcionales a través de las recientes posibilidades tecnológicas hacen del acero y las extensas vidrieras, Además de las múltiples innovaciones constructivas, se ejercerá gran influencia años más tarde sobre la formación del estilo internacional. El Art Noveau pude parecernos la antítesis de funcionalismo, pero hay que considerarlo como la primera manifestación global de la arquitectura moderna. Mientras que la técnicas avanzaba rápidamente, la arquitectura oficial se refugiaba en construcciones que imitaban los estilos históricos. Fueron los ingenieros expulsados del campo del "arte" los que actuaban más racional y lógica, más acorde con los presupuestos estéticos en sus grandes construcciones. Se le atribuye al Art Noveau el haber comprendido que con el hormigón y el hierro se podían crear formas nuevas, derivadas de la funcionalidad de tales materiales. Victor Horta, P.H.Berlage, P.Behrens, O.Wagner, J.Hoffman, J.M.Olbrich, A.Gaudí, J.M.domenech, Mackintosch, H.Guimard y en cierta manera Sullivan, adoptaron los nuevos materiales Constructivos y los nuevos procedimientos mecánicos para construir una arquitectura original que rompe con cualquier imitación de las formas estilísticas pasadas. Aportando obras tan significativas del modernismo como la entrada a los metros de Paris de Guimard, los afiches de Mucha, los objetos de Tiffanis y la obra de Victor Horta, exhibe los principios del movimiento en todas la escalas arquitectónicas: las grandes vidrieras, el uso del hierro ornamentado, el diseño total del mobiliario interior. Como adscrito a este movimiento la obra de Henry Van de Velde, quien dirige su trabajo hacia las necesidades propias de racionalidad y economía de los objetos producidos industrialmente, junto con Peter Behrens, en su interés común por recoger la tradición artesanal alemana y las experiencias de las escuelas de artes y oficios, se constituirán en la herencia más inmediata que recoge la escuela de la Bauhaus y continuada por la aparición de la escuela de Charles Makintosh, aunque elabora pautas modernistas, resulta importante en su intento por vitalizar y reinterpretar la tradición de la arquitectura rural inglesa, lo que conduce a una sencillez propia de formas geométricas básicas, los amplios ventanales y los pañetes lisos. La obra de Makintosh, junto a la de los secesionistas austriacos, representa una transformación de gran importancia hacia el Racionalismo "elementarista" característico del movimiento moderno. Puede percibirse, que si bien se recurre a códigos modernistas de ornamentación, este recurso trabaja en virtud de la valorización del plano y del volumen. No podría finalizarse, sin hacer mención de las contribuciones francesas en el campo del urbanismo y el diseño arquitectónico. Las categorías tradicionalmente recurridas por la moderna urbanística, tienen su origen en las teorías e instrumentos de planificación desarrollados por Tony Garnier; los conceptos de territorio, zonificación, usos del suelo, vialidad, desarrollo urbano regulado, etc. representa ya la necesidad de la ciencia, de la ciudad, y la exigencia de planificar el "desorden" urbano capitalista, adecuado el espacio a las nuevas necesidades e intereses de la producción. Garnier plantea una alternativa capaz de ordenar nacionalmente la segregación socio-espacial-urbana, y en tal sentido su aporte es definitivo para las anteriores experiencias y teorías sobre la planeación física. Con el racionalismo y el funcionalismo de composición se pretendía realismo, pero para esto se necesitaba un material de construcción nuevo y adecuado: éste era el cemento armado. Sus cualidades más importantes son ser sólido y flexible, resistente y leve; lo que permite dividir y contener el espacio. Sin éste importante elemento no conoceríamos la arquitectura de hoy. La aplicación del cemento armado se desarrolló ampliamente, desde baldosas hasta todos los elementos de construcción industrial. La característica fundamental de la arquitectura moderna es que la resistencia del edificio está en los marcos estructurales, los muros no trabajan sino como simples divisiones, pudiéndose suprimir en algunos casos para formar grandes vanos abiertos o vidriados. Los pisos y techos se construyen rellenando los espacios de viga a viga con ladrillos especiales, o bien armando losas que actúan como pequeñas vigas apoyadas en sus extremos. En ambos casos, pisos y techos constituyen un solo elemento que puede volarse sin apoyos en uno de sus extremos. Se utilizaron fachadas de vidrio o metal, para lo cual se tuvo que innovar construyendo pilares internos y pisos volados; esto crea una transparencia interior y exterior, que permite la fusión y la superposición de espacios, creando un ambiente funcional y abierto al plano. También se inauguraron los techos- azotea, construidos en cemento armado con evacuación de agua en el interior del edificio. Esta característica da un sello y un ritmo especial a la silueta del edificio moderno, dando un sentido más urbanísticos a los rascacielos. Con el uso de todas estas posibilidades y características de construcción se han realizado obras arquitectónicas definitivas del más vivo interés por su novedosa belleza técnica y armonía con las nuevas exigencias de la vida. Tanto en el ámbito constructivo del funcionalismo y el racionalismo faltaba un material nuevo y adecuado con el que pudieran plasmarse, totalmente, estos conceptos, al ver que el hierro no era suficiente. Ese material fue el cemento, el cual cumplió todas las expectativas que se esperaban; tiene el cuerpo de la piedra y el alma del acero, es sólido y flexible, resistente y leve. El cemento armado fue descubierto por un jardinero francés de 1868, Francisco Monnier, al combinar el hierro y el cemento para fabricar macetas, claro que en 1855, Lambot había construido un barco de material parecido. Luego, en 1861, Coignet, preveía la incorporación del metal en el cemento para la construcción de techos, arcos, tubos, etc. Pero el honor de haberlo introducido en la industria y el mérito de su aplicación práctica incumbe al jardinero Monnier, aunque Augusto Perret eleva al cemento armado a su más alta categoría estética y monumental en el edificio de departamentos que construyo en Paris en la calle Franklin #25, en donde acusa con pureza y elegancia la estructura del cemento moldeándolo de manera de que este sea el esqueleto liberando a las paredes se toda responsabilidad de sustento. Entonces aparecieron los primeros planos libres, elásticos. En esa misma época W.F.Ward, hizo sus primeros ensayos en edificios contra incendios envolviendo, en cemento, las piezas metálicas de la construcción. En 1892, Hennebique formulaba los métodos definitivos para la construcción del cemento armado, a partir de entonces las posibilidades de aplicación del cemento armado se extendieron claramente. Se hicieron grandes depósitos de agua, muros de contención y canalizaciones llegándose a grandes obras públicas como los admirables y bellísimos puentes de Maillarten Suiza. Solo faltaba que este material llegase al máximo de su utilidad exhibiendo todas sus cualidades estéticas. La originalidad y características del nuevo material consiste en que puede someterse a la flexión con las mayores ventajas y con secciones muy reducidas mientras que la piedra, el ladrillo y en general todos los materiales que se conocen de aparejo y albañilería solo pueden ser sometidos a esfuerzos de compresión. De ahí la diferencia entre la arquitectura tradicional y la nueva arquitectura. Las secciones del cemento son determinados y formados a través de moldes de maderas llamados "encofrados". Los elementos constructivos se pueden dividir en las piezas que trabajan en sentido vertical y las que trabajan en sentido horizontal, a la primera categoría pertenecen postes y columnas y a la segunda, vigas con apoyo y volados. De estas dos se construye el marco estructural símbolo de elasticidad. Ludwig mies van der Rohe (1886-1969): Arquitecto alemán, nacionalizado estadounidense. Hijo de un maestro albañil, estuvo tres años asociado al arquitecto Behrens, y la síntesis entre el industrialismo y el neoclasicismo que éste representaba tuvo enorme influencia en su formación. De los primeros años de la posguerra data su aportación verdaderamente original, reflejo de las inquietudes del Berlín de entonces. Su primer proyecto revolucionario fue una casa de pisos destinada a oficinas (1922), en hormigón armado y fachada de faja continua de ventanas, tema que apareció así por primera vez y al que tanto habría de recurrir la arquitectura moderna. En esta misma época berlinesa se adhirió al Grupo de Noviembre y construyó el monumento a K. Liebknecht y R. Luxemburg (destruido por los nazis). De 1929 data una de sus obras maestras, el pabellón alemán de la Exposición Internacional de Barcelona, estructura de ligeros montantes de acero cromado que sostenía una plancha de hormigón y constituyó un ejemplo incomparable de perfecta modulación del espacio; en su interior, escuetamente amueblado por Mies, figuraba la llamada silla Barcelona. De características parecidas es la más importante vivienda construida por él en Europa, la Casa Tugendhat (1930), en Brno (Checoslovaquia). Este mismo año, y a instancias de Gropius, pasó a dirigir la Bauhaus en Dresde y Berlín, hasta que la presión nazi se le hizo intolerable. En 1937, ante las crecientes dificultades que el régimen nazi, entonces imperante en Alemania, ponía a su actividad profesional, emigró a los EE.UU. y desempeñó en Chicago el cargo de profesor de arquitectura hasta 1958, en que se retiró al ejercicio privado de su profesión. Urbanizó la ciudad universitaria de dicha ciudad (1939) y construyó diversos edificios de la misma, cubos herméticos de fachada simétrica, uniformes en cuanto a la escala establecida y a su significación. Otros ejemplos son: los rascacielos de Lake Shore (Chicago, 1950), de austera elegancia; el edificio Seagram (Nueva York, 1958), prisma de bronce y cristal que se eleva sobre pies derechos de dos pisos; el proyecto para la Convention Hall de Chicago (1953), concebido en la fachada como juego de triángulos metálicos y en su interior como una sala libre de pilares, con capacidad para 50.000 personas. Su arquitectura limpia y simple, donde la perfecta ordenación radical. de la estructura produce una extraordinaria flexibilidad del espacio, dilatado por una hábil disposición de los elementos planos, paredes, techos y paramentos acristalados, planteó las relaciones entre arquitectura y tecnología de una manera mucho más modernizadas.
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