Creado por Sandra Fernández
hace más de 8 años
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Los textos humanísticos: variedades. Se llama así a una amplia variedad de textos, muy diversos tanto por los temas que tratan como por los enfoques desde los que se estudian. En general, los textos humanísticos abordan cuestiones relacionadas con diversas facetas del ser humano, no en su dimensión física o biológica, sino en sus manifestaciones espirituales, culturales, sociales, artísticas, etc. Su enfoque se caracteriza por la tendencia a la abstracción y por el empleo de la especulación y reflexión teórica, en lugar de la observación y la experimentación empírica en que se basan las ciencias. Por todo ello se puede decir que los estudios humanísticos están abiertos al influjo de la ideología y de la subjetividad de quienes los realizan. En función de los temas que aborden, los textos humanísticos se pueden pertenecer a las Ciencias Sociales o a las Ciencias Humanas. Las primeras se dedican al estudio de las manifestaciones sociales del ser humano (Sociología, Derecho, Economía, Política...). En cuanto a las ciencias humanas (entre las que figuran la Filosofía, la Estética, la Filología, los estudios literarios...), se ocupan de aspectos del hombre como individuo, sobre todo en su dimensión espiritual. Estas últimas tienen, tal vez, un carácter más abstracto y subjetivo que las ciencias sociales. Desde el punto de vista de la forma, en los textos humanísticos cabe diferenciar dos subgéneros o variedades fundamentales: A) El estudio. Es un texto humanístico con el que el autor aborda un tema desde una perspectiva científica, y por lo tanto con rigor y exhaustividad, con una metodología determinada y con pretensiones de objetividad. El lenguaje de un estudio, por lo tanto, intenta ser claro, preciso y neutro, de manera similar al estilo de los textos científicos. Se consideran variedades del estudio textos como los tratados sobre una disciplina (de Sociología, Psicología, etc.), las monografías, los artículos (especializados o divulgativos), las ponencias, etc. B) El ensayo. Es un escrito de extensión variable donde el autor afronta un tema y lo desarrolla subjetivamente y con rigor argumentativo. Sin embargo carece de la exhaustividad y de la estricta metodología de los textos científicos y de los estudios humanísticos. Tampoco aspira demostrar sus conclusiones de forma concluyente, sino que, por el contrario, está abierto al debate y a la polémica. Además, el autor de un texto ensayístico procura hacerse entender por lectores profanos en la materia, de modo que suele utilizar un lenguaje claro y sencillo que cumpla con su propósito divulgativo. A todo esto hay que añadir dos importantes características que lo distinguen de otras modalidades de textos humanísticos: a) Su forma de exponer y argumentar y, en general, su estilo tienen un enfoque acentuadamente personal y subjetivo. El lenguaje del ensayo no es pretende ser impersonal, sino que suele mostrar peculiaridades propias del estilo particular del autor. b) Emplea (de forma más o menos intensa, según el caso) diversos recursos propios del lenguaje literario, como las figuras retóricas. Ello se debe a tres razones fundamentales: - El lenguaje literario es un vehículo idóneo para la expresión de la subjetividad del autor. - Otorga un valor estético al texto. - Es un instrumento interesante para captar la atención del lector. Estas dos últimas características son las que permiten considerar al ensayo como un género literario. Sin embargo, por su tema e intención, nosotros lo estudiaremos en el marco de los textos humanísticos, si bien a la hora de realizar el comentario lingüístico deberemos poner de relieve todas las características lingüísticas que los emparentan con el texto literario. Rasgos generales del texto humanístico Los textos humanísticos se caracterizan por varios rasgos fundamentales: Objetividad. Aunque las disciplinas humanísticas se asienten en el terreno especulativo (no comprobable) necesitan argumentos objetivos que las avalen. Este rasgo será más importante en el estudio que en el ensayo. Subjetividad. Como hemos visto, es un rasgo propio de los textos humanísticos, y en particular del ensayo, donde se suelen desarrollar opiniones personales del autor susceptibles de refutación. Rigor y claridad en la exposición. En la intención del discurso se perciben simultáneamente tres aspectos: - La persuasión: Se trata de convencer al lector de un determinado punto de vista. - La expresividad: El punto de vista suele ser subjetivo, puesto que se trata de verdades no comprobables empíricamente, de manera ql - El placer estético. Casi siempre está presente una cierta voluntad de estilo, aproximándose al uso literario del lenguaje, con una clara voluntad estética. Este último propósito es más evidente, por supuesto, en el ensayo que, por ejemplo, en un tratado de alguna de las ciencias sociales (de Economía, por ejemplo). Aspectos estructurales Variedades discursivas. Predominan la exposición y la argumentación. Es muy frecuente que aparezcan mezcladas en un mismo texto. Puede aparecer la descripción como complemento de la exposición. No es raro que también se emplee la narración, pues con frecuencia se acude a la explicación histórica del tema. Tipo de estructura. Las Humanidades prefieren el método deductivo, con una estructura analítica. No obstante, todas las demás están presentes (estructuras sintéticas, encuadradas). En general, lo más característico es que el texto se ajuste al clásico esquema de introducción-desarrollo-conclusión. Sin embargo, la subjetividad y la voluntad de estilo presentes en estos textos hacen posible que las estructuras no sean tan rigurosas y tan precisas como en los textos científicos. Esa libertad en la estructura de los contenidos es especialmente notable en el ensayo. Aspectos lingüísticos En lo que respecta a las características lingüísticas, hay que señalar en primer lugar el empleo exclusivo de las lenguas naturales, a diferencia de los lenguajes artificiales y formalizados que suelen aparecen en los textos científicos (números, fórmulas, símbolos...). En segundo lugar, la presencia de una mayor ambigüedad e imprecisión en los textos humanísticos establece una importante diferencia respecto al carácter preciso y unívoco del discurso científico. Nivel morfológico y sintáctico La convivencia de lo objetivo con lo subjetivo se manifiesta con distintos rasgos morfosintácticos: Objetividad. Se manifiesta en el predominio de la modalidad oracional enunciativa, el modo indicativo y el empleo de presentes atemporales o históricos, junto con la aparición de construcciones impersonales o pasivas reflejas. Subjetividad. Se manifiesta en la presencia de la 1ª persona gramatical, reflejada en: - Formas verbales - Pronombres personales - Determinantes y pronombres posesivos. Además de estos rasgos, en el nivel morfosintáctico se pueden añadir otros: - Empleo del artículo con valor generalizador (“el hombre siempre ha tenido una dimensión trascendente”). - Predominio del estilo nominal, con sintagmas nominales expandidos (con sintagmas preposicionales, adjetivos, subordinadas adjetivas...). - Empleo de subordinadas que expresan relaciones lógicas de causalidad, concesión, contrariedad, condición. Debido a la necesidad de matizar, argumentar y debatir, y también a la presencia de cierta voluntad de estilo, los textos humanísticos presentan una sintaxis de periodos más amplios y complejos que, por ejemplo, la de los científicos. - Intensa utilización de los conectores textuales (en primer lugar, en relación a, por un/otro lado, es decir, por tanto, en resumen...). Estos tienen varias funciones: reforzar la cohesión del texto (sobre todo, relacionar los contenidos de los distintos párrafos); organizar ordenadamente los contenidos; expresar el tipo de relación entre las ideas (causa/efecto, oposición o relación, sucesión...). Nivel léxico- semántico. Las disciplinas humanísticas manejan un léxico denotativo, que se manifiesta especialmente en el uso de los tecnicismos. Estos, sin embargo, no son tan precisos como los de los textos científicos, pues su significado depende de las concepciones y de la ideología del autor y de la época. Los mecanismos y procedimientos por los que se adquieren y acuñan los tecnicismos son muy diversos: composición, derivación, préstamos, acronimia, etc. A pesar del empleo de un léxico denotativo, en muchas ocasiones las palabras se impregnan de significaciones connotativas, en especial en los ensayos. Ello se debe a la presencia de la subjetividad del autor y al hecho de que ciertos tecnicismos (por ejemplo, democracia, dictadura, libertad, moral, alma....) están incorporados al vocabulario común. Por último, los textos humanísticos se caracterizan por el empleo de un importante vocabulario abstracto, cuya presencia viene determinada por la naturaleza altamente teórica y especulativa de estas disciplinas. Así pues, muchos de los tecnicismos son, a la vez, términos abstractos, construidos mediante distintos procedimientos: - Mediante derivación (con sufijos como –ez, -ción, -anza, -miento, -encia, -tud, -ismo...), en el caso de los sustantivos procedentes de adjetivos o verbos: audiencia, competencia, descolonización, liberalismo, liquidez, discernimiento... - Mediante la sustantivación de un adjetivo con el artículo neutro lo: lo bello, lo ético, etc. Rasgos del lenguaje literario Como hemos dicho, en muchos casos la subjetividad de los textos humanísticos se manifiesta acudiendo al manejo de recursos propios de la lengua literaria. Estos recursos son especialmente importantes en el caso del ensayo, donde el autor suele mostrar su voluntad de estilo acudiendo al lenguaje literario. Recordemos algunos de los recursos más importantes: - Presencia del yo del autor. - Uso de términos connotativos. - Mayor presencia de la adjetivación (incluso de adjetivos explicativos). - Y, sobre todo, aparición de figuras retóricas.
EJEMPLO TEXTO I Aquí, en efecto, empieza ya a definirse la alteración mental iniciada desde años atrás. Olivares se daba cuenta de que todo estaba perdido. Aquel mismo año, 1641, hace un testamento, pieza esencial para juzgarle, en el que, enfrentado con Dios y con la Historia, cerrados de momento los oídos a las desdichas que le rodeaban, resurge todavía, ya tocado de neto delirio, su espíritu de grandeza. No es de los rasgos menos llamativos de este delirio su absurda esperanza de tener hijos todavía con su mujer Doña Inés. Pero, por si acaso, reconoce al hijo del amor clandestino, a Julián, a la vez que el Monarca reconoce a Don Juan, hijo de la Calderona.. Después ya es todo triste declinación, salvo el arranque magnífico de la publicación del Nicandro, el papel con que se defiende de los que cobardemente le atacan después de caído y en el que, por vez primera, su cuerpo decrépito se alza altaneramente ante el Rey –el ídolo- y le amenaza. Un destello más, el postrero, allá en Toro, próximo a morir, cuando pide al Rey que le permita alzar gente de a caballo para socorrer la frontera de Portugal. Son los últimos fulgores de su ambición genial. Después, se fue poco a poco hundiendo en la demencia, que será estudiada en el último capítulo. Así fue la vida interior del Conde-Duque, torturada por el vaivén descomunal entre la desesperación y la gloria. Pocos, repitámoslo, sospecharán tan hondas, tan entrañables miserias humanas en aquel gigante, que los retratos y los cuentos nos han hecho ver como un monstruo de vanidad y de astucia. (Gregorio Marañón, El Conde Duque de Olivares) 1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes: a) Enuncie el tema del texto (0,5 puntos); b) detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes (1,25 puntos); indique qué tipo de texto es (0.25 puntos). 2. Redacte un resumen del contenido del texto. (1 punto) 3. Elabore un texto argumentativo sobre las enfermedades mentales en nuestra sociedad. (1,5 puntos). 4. Analice sintácticamente la oración subrayada. (1,5 puntos)
EJEMPLO RESUELTOTEXTO HUMANÍSTICO I. ACTIVIDADES RESUELTAS 1.a) Decrepitud y últimos fulgores de Olivares en el declive de su vida. 1.b) Se trata de un texto humanístico, y concretamente de un ensayo. Lo es no solo por desarrollar un tema propio de una disciplina humanística (la Historia), sino por cumplir ciertos rasgos fundamentales del discurso ensayístico: intención divulgativa, naturaleza especulativa y teórica, orden y claridad en la exposición (pues va dirigido a un público amplio y no especializado), enfoque subjetivo y presencia de cierta voluntad de estilo, que se manifiesta en el uso de rasgos del lenguaje literario. El texto combina dos modalidades discursivas habituales en los textos humanísticos, como son la narración (acontecimientos biográficos de Olivares, en los párrafos 2º y 3º) y la argumentación, presente en la formulación de una tesis en el último párrafo. Asimismo, el orden y claridad propios de estos textos queda de manifiesto en la organización de las ideas conforme a una clásica estructura tripartita (introducción / desarrollo / conclusión). En el nivel morfosintáctico cabría destacar el predominio de la modalidad oracional enunciativa y de la tercera persona gramatical, dos rasgos propios de la objetividad expositiva. Junto a ellos, es significativo el manejo del presente histórico (“resurge”, “reconoce”), que permite acercar el pasado al lector y presentarlo de una forma más atractiva. En cuanto a la sintaxis, hay que poner de relieve el predominio de oraciones largas y complejas, en las que abundan los incisos aclaratorios y la presencia de subordinadas (adjetivas y temporales sobre todo). Todo ello revela las complejas relaciones entre las ideas expuestas, así como cierta voluntad estilística. Por lo que se refiere al nivel léxico-semántico, habría que destacar dos aspectos. Uno es el uso de un léxico marcado connotativamente, que refleja valoraciones subjetivas del autor (“espíritu de grandeza”, “arranque magnífico”, “ambición genial”). El otro es la presencia de vocabulario abstracto, que revela la tendencia a la especulación teórica característica del ensayo (“Historia”, “espíritu”, “ambición”, “vanidad”). Finalmente, el autor maneja numerosos recursos pertenecientes al discurso literario, con lo que se pone de manifiesto la dimensión estética propia del ensayo. En este apartado hay que destacar el uso (ya mencionado) de la connotación o la presencia de una adjetivación abundante en la que se incluyen numerosos epítetos (“absurda esperanza”, “triste declinación”). A esto hay que añadir la utilización de diversas figuras retóricas: metonimias (“el papel”), antítesis (“entre la desesperación y la gloria”), símiles (“como un monstruo…”) y, sobre todo, metáforas (“pieza”, “destello”, “fulgores”, “gigante”), que definen al personaje de forma sugerente. En definitiva, el análisis de los distintos niveles del lenguaje nos proporciona datos suficientes para considerar este fragmento como un claro ejemplo de texto ensayístico. 2) El texto expone algunos de los acontecimientos más importantes en los últimos años del Conde-Duque de Olivares, marcados por la locura. Se incide en sus intentos desesperados por hacer valer su antiguo poder (búsqueda de descendencia, publicación del Nicandro, organización de un ejército), antes de hundirse en la demencia. Al final el autor hace una valoración global del personaje, subrayando las contradicciones que lo humanizan. 3) En las últimas décadas las sociedades avanzadas han logrado atender adecuadamente las necesidades de sus ciudadanos en lo que respecta a su salud corporal, no sólo en la asistencia sanitaria sino promoviendo la prevención y los hábitos saludables. Sin embargo, en mi opinión la cuestión de la salud mental no ha corrido la misma suerte: aún sigue siendo la gran olvidada en el ámbito de la sanidad. Para explicar esta situación quizá habría que considerar dos aspectos. De un lado, la prioridad que se concede a la salud física, que además suele ser más fácilmente diagnosticable y recibir tratamientos más rápidos y eficaces. Por otra parte, la existencia de ciertos prejuicios y tabúes sobre las afecciones mentales, que llevan a ocultar su existencia a quienes las sufren, por temor a las posibles repercusiones sociales, afectivas o profesionales que puedan derivarse de su conocimiento. En cierta medida, muchos de los prejuicios y falsas creencias sobre las enfermedades mentales siguen vigentes hoy en día. Además la obsesión por la uniformidad, la competitividad y la perfección contribuye a acentuar aun más el olvido de este problema o la marginación de quienes se padecen algún mal de este tipo. Habría que recordar, sin embargo, que la salud mental no comprende solo las enfermedades más severas, sino que incluye también desórdenes más leves, a veces pasajeros, pero que afectan en algún momento de su vida a un porcentaje importante de la población considerada “sana”. La ansiedad, el insomnio, el síndrome de estrés postraumático y, sobre todo, la depresión están presentes en nuestra actividad cotidiana, y repercuten –a veces gravemente- en nuestra vida familiar, nuestras relaciones sociales o en nuestro trabajo. Aunque los avances en el terreno de la psicoterapia y de la psiquiatría han sido muy importantes, pienso que la salud mental sigue siendo una asignatura pendiente en la educación, tanto en la escuela como en el ámbito familiar. Una mayor información permitiría enfocar con más naturalidad y conocimiento este tema, y en consecuencia se podrían aplicar con mayor eficacia y rapidez estrategias de diagnóstico precoz y de prevención. No es posible que una sociedad tan avanzada desde el punto de vista material y económico no se preocupe con la misma intensidad de lo que concierne al espíritu de sus ciudadanos.
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