Creado por HÉCTOR PALENCIA FERNÁNDEZ
hace más de 7 años
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INTRODUCCIÓN Resulta especialmente complicado resumir más de 100.000 años de Historia en un tema que mantenga unos mínimos requisitos didácticos. Mas el programa de la presente asignatura nos exige concentrar en éste el desarrollo de la Historia desde las primeras manifestaciones culturales del Hombre hasta el final de la Edad Moderna, es decir, desde hace más de 100.000 años hasta los prolegómenos de la Revolución francesa. Obviamente, algún aspecto de este conjunto de culturas o etapas, debe ser tratado de modo pasajero y muchos detalles deben ser dejados de lado en beneficio de los más trascendentes para el logro de los objetivos propuestos. En todo caso, apostamos aquí por unos planteamientos que pretenden aproximar al alumno al conocimiento de los rasgos más caracterizadores de cada una de los periodos que estudiamos, procurando facilitarle la información necesaria para que comprenda lo mejor posible los aspectos más importantes de la cultura.
1. INICIACIÓN A LOS MÉTODOS HISTÓRICOS La Historia es una combinación de hechos, protagonizados por individuos y colectividades anónimos o personificados que se desarrollan a lo largo del tiempo... de todo el tiempo, por todos los individuos y colectividades y todos los hechos. Efectivamente, es Historia el desembarco de Normandía, el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, el descubrimiento de América o la conquista de la Luna; lo es la figura y los hechos protagoniza- dos por personajes como Napoleón, Carlos V, Julio César o Alejandro Magno; pero también es Historia el trabajo cotidiano de un campesino en plena Edad Media o la búsqueda de frutos silvestres para la alimentación del grupo de una mujer cromañón en el Paleolítico Superior. Los gran- des acontecimientos tejen los tratados de Historia que, en su peor manifestación, se convierten en retahílas de nombres y fechas; los hechos cotidianos son la auténtica trama y urdimbre del tejido de la Historia, su lanzadera y su hilo, y entre los cotidianos están también los grandes hechos. La Historia, entendida no en su sentido absoluto, sino en el sentido de relato de los hechos..., en historia de la Historia, es sólo un pálido reflejo de esa otra Historia de todo y de todos. Entendida como ciencia, la Historia ha tenido su propia historia, Los textos más antiguos que podemos calificar como Historia fueron los anales plasmados en piedra o arcilla puestos al servicio de los intereses de los monarcas mesopotámicos o egipcios. Como para tantos otros aspectos de la civilización, Grecia aportó una concepción de la Historia como ciencia y los pri- meros tratados sobre su carácter y su naturaleza y, también como en otros aspectos, surgieron los primeros historiadores de nombre conocido: Heródoto, Tucídides, Jenofonte. La Historia adquirió carta de naturaleza propia en Roma; nombres como Suetonio, Polibio, Tito Livio o Tácito se unen al del gran Julio César. Durante los primeros pasos de la Edad Media, el relato histórico se tiñe de poesía épica (Chanson de Roland, Cantar del Mío Cid) para dar paso después a anales en prosa, impregnados de rasgos fantásticos y religiosos muchas veces, que contaron también con nombres propios entre los que podríamos citar al inglés Godofredo de Monmouth (s. XIV), a los franceses Joinville (s. XIII) y Philippe de Commynes (s. XIV) o al español Alfonso X el Sabio. El Renacimiento y el humanismo que caracteriza dicho periodo dieron empuje a los relatos históricos (Maquiavelo, Guicciardini, Hurtado de Mendoza, Fernández de Oviedo, Bartolomé de las Casas), que siguieron cobrando importancia en las etapas posteriores y, sobre todo, a raíz del triunfo de las ideas ilustradas y del romanticismo decimonónico. Precisamente, las nuevas ideas que estas corrientes aportarán y las que se desarrollan con posterioridad, pondrán la base de concepciones diversas sobre la ciencia histórica y el análisis y la interpretación de los hechos históricos. Antes de hacer una breve semblanza de éstas, citemos, con el riesgo de olvidar alguno, un pequeño ramillete de historiadores modernos y contemporáneos: Gordon Childe, Galbraith, Tocqueville, Raymond Carr, Edward H. Carr, Pierre Chaunu, Crouzet, Medvedev, Washington Irving, Indro Montanelli, etc., y, entre los españoles, Menéndez Pelayo, Caro Baroja, Claudio Sánchez Albornoz, Gregorio Marañón, Vicens Vives, Miguel Artola, Javier Tusell, Tamames, Tuñón de Lara, etc. El historiador realiza su labor siguiendo esencialmente los siguientes pasos: Documentación.- Búsqueda de datos o antecedentes cuyas fuentes pueden ser: Testimonios escritos.- Toda clase de documentos cuyos contenidos pueden ser considerados en el análisis de los hechos que se estudian, desde cartas personales, pasando por registros contables o documentos oficiales. Tradición.- Relatos populares, testimonios orales. Historiografía.- Textos precedentes que ya han analizado los hechos en etapas anteriores. Arqueología.- Restos materiales que informan sobre diferentes aspectos de la cultura y pueden aportar datos esenciales para la interpretación histórica Análisis.- Proceso de sistematización y estudio de los datos recopilados, realizando una labor de crítica, tanto de las fuentes en sí mismas (su autenticidad y trascendencia) como de los hechos que revelan. Planteamiento de las tesis sobre las causas y efectos de los hechos estudiados, teniendo en cuenta los distintos factores que pueden influir. Síntesis o exposición de los resultados del estudio. Los testimonios escritos han sido la base de los relatos históricos. Y es tanto así que, en un sentido estricto, sólo se llama Historia a la parte del relato global que se basa en tales documentos escritos, estableciendo dos partes en el Gran Relato: La Prehistoria y la Historia. Sólo la segunda se nutre de documentos escritos; ambas de los datos aportados por las investigaciones arqueológicas que, obviamente, son las únicas fuentes que nos informan sobre lo acontecido antes de la aparición de los textos. La propia naturaleza de los restos arqueológicos hace que ilustren el conocimiento de la cultura material, precisamente y sobre todo la que han dejado las gentes anónimas, no los grandes protagonistas. De esta manera, los primeros capítulos del Gran Relato, elaborados sobre las fuentes arqueológicas, se refieren más a los hechos cotidianos y, necesariamente, son menos densos, es decir, incluyen un número de hechos menor por año relatado o, lo que es lo mismo, un ramillete de hechos requiere un relato alusivo a un número considerable de años. A medida que esos capítulos se aproximan más a nuestros días, el conocimiento, por restos más numerosos y por los textos, de un volumen de hechos que crece en progresión geométrica, hacen que aumente el número de ellos por cada periodo de tiempo y que éstos se hagan cada vez más cortos: Así, podemos dedicar un tema a una etapa prehistórica de 2,5 millones de años, con la misma extensión que la otorgada a los 25 años transcurridos entre el inicio de la Transición y el final del siglo XX. En este mismo sentido, la sistematización del estudio histórico, ha llevado a una compartimentación temporal que determina la organización tanto de los tratados como de la especialización de los historiadores. Dicha compartimentación que, tradicionalmente, se apoyó en hechos históricos con cronología precisa, nos resulta válida siempre que comprendamos que los límites de los periodos no pueden ser considerados por líneas de cambio radical sino como sim- ples referencias ya que los procesos históricos, por mucho que en ellos descollen acontecimientos puntuales, se producen a lo largo de años. Además, debemos considerar que los cambios de unas etapas a otras no se produjeron del mismo modo en unas zonas de la Tierra que en otras por lo cual, salvo para las etapas más recientes de la Historia, dicha periodización sólo nos vale para el llamado Viejo Mundo, la zona de la Tierra situada entre Europa, Próximo Oriente Asiático y África del Norte; e incluso dentro de esta zona determinadas etapas muestran también su correspondiente desfase en función del mayor o menor desarrollo de cada espacio (así, mientras en Egipto se desarrolla una civilización histórica que construye las pirámides, en Europa Central se dan los primeros pasos de la Edad de los Metales sin textos escritos). Dicha periodización, en resumen, es la siguiente:
Por otra parte, en función de los ámbitos personales, conceptuales, cronológicos o geográficos, los tratados históricos se clasificarán bajo diferentes criterios y así hablaremos de: Según el concepto estudiado: Historia Económica Historia Social Historia Política Historia Cultural Historia Sagrada Historia de la Ciencia Historia del Arte, etc… Según la cronología: Historia General Historia Antigua, Medieval, Moderna…. Anales Crónicas Según el ámbito geográfico: Historia Local Historia Regional Historia Nacional Historia Universal Finalmente, tenemos que considerar de un modo expreso un aspecto trascendental que tiene relación con la fase de la elaboración del estudio histórico en la que el autor considera las causas y consecuencias de los hechos. Si los hechos en sí no tienen, o no deberían tener interpretación parcialista, las causas sí pueden prestarse a diferentes criterios de interpretación. De hecho, a lo largo de la historia de la Historia se han planteado teorías diversas sobre las causas o motores que mueven los grandes procesos históricos y que podríamos esquematizar simplificadamente del siguiente modo:
2. LAS SOCIEDADES PREHISTÓRICAS, PRIMERAS CIVILIZACIONES Y ANTIGÜEDAD CLÁSICA 2.1. LAS SOCIEDADES PREHISTÓRICAS CAZADORAS Y RECOLECTORAS 2.1.1. EL PALEOLÍTICO 2.1.1.1. Introducción El término Paleolítico (Paleos=antiguo; lithos=piedra), se aplica a la etapa más extensa de la historia de la Humanidad y de la que, relativamente, disponemos de menos datos. El término alude a la tipología de las herramientas conservadas y su significado adquiere sentido en oposición al término Neolítico (Neo=nuevo), entendiendo, desde el punto de vista del utillaje al que nos referimos, esta dualidad antiguo - nuevo, como la dualidad piedra tallada - piedra pulimentada que, desde un punto de vista tecnológico, diferencia, parcialmente, la etapa que nos ocupa de la siguiente en el devenir de la Humanidad. Sin embargo, el análisis de las sociedades prehistóricas nos lleva a observar que no es sólo esta diferenciación técnica la que nos permite contemplar la evolución de dichas sociedades, sino todo un conjunto de rasgos culturales que diferencian el grado de desarrollo de unas y otras. Así, el Paleolítico aparece como un periodo en el que el ser humano se define como un depredador, no regenerador del medio, que va perfeccionando sus capacidades creativas y sus relaciones sociales, comenzando a ser consciente de su propia identidad, proyectada en las primeras creencias de carácter trascendente. 2.1.1.2. Evolución cronológica Los estudios paleogeológicos, paleontológicos, paleoantropológicos y arqueológicos han ido definiendo una serie de relaciones entre las diferentes etapas geológicas y la evolución cultural. Todos estos aspectos se hallan interrelacionados cronológicamente pudiendo resumir, de modo muy simplificado, el periodo que nos ocupa en el siguiente cuadro sinóptico:
2.1.1.3. Evolución cronológica La polémica sobre el origen del Hombre y los pasos evolutivos que han conducido hasta el hombre actual, sigue plenamente viva. Desde que aparecieran los primeros fósiles del Hombre de Neanderthal, en momentos en los que comenzaba a gestarse la teoría de la selección natural y la evolución de las especies de Charles Darwin, son muchas las teorías que se han argüido, teorías que posteriores descubrimientos se encargaban de desmontar o, en el mejor de los casos, completar o confirmar. El principal impedimento para que cualquiera de las teorías se convierta en certeza radica en lo exiguo de los datos en los que se fundamentan. Unos fragmentos craneales, un trozo de pelvis... de forma aislada y sin que podamos asegurar que las características morfológicas del sujeto al que pertenecían respondieran a la media de sus congéneres. En todo caso, los paleoantropólogos han ido definiendo los caracteres morfológicos y antropométricos y deduciendo las circunstancias asociadas a diferentes especies humanas o de antropomorfos próximos, evolutivamente, al género Homo; pero no han llegado a establecer con seguridad un esquema preciso sobre los mecanismos que han posibilitado los saltos en los sucesivos escalones evolutivos ni, por el momento, han podido aseverar con rotundidad cuál fue el salto cualitativo que transformó a un simio - animal irracional en un simio - animal racional, eso que hemos venido a denominar el eslabón perdido. Existen diversas teorías explicativas de este proceso. Aquí solamente vamos a recoger una breve semblanza del proceso, haciéndonos eco de las últimas aportaciones emanadas de los des- cubrimientos africanos y europeos, especialmente de los realizados en el yacimiento de Atapuerca (Burgos) que han permitido la elaboración de nuevas tesis que arrojan luz sobre uno de los saltos a los que nos referimos, definiendo una nueva especie, el Homo antecessor que ven- dría a ser el eslabón del que se separarían las especies que darían lugar a la aparición del Hombre de Neanderthal, por una parte, y de nuestra especie, por otra. Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martínez, dos de los investigadores de Atapuerca, a la luz de los hallazgos en el yacimiento burgalés y reflexionando sobre las diversas teorías existentes respecto a la cuestión de la evolución del hombre, han rediseñado el esquema evolutivo de la especie humana que podríamos resumir en el siguiente cuadro:
2.1.1.4. Cultura Material La periodización de las diferentes etapas culturales del Paleolítico viene determinada, fundamentalmente, por la evolución de los útiles conservados, casi siempre fabricados en piedra, pero también en hueso y madera. A tenor de dicha evolución se establece una sucesión de etapas que aparecen resumidas en el cuadro sinóptico de más arriba. En líneas generales, se aprecia la paulatina especialización y perfeccionamiento de los utensilios. El proceso se inicia con la sencilla elaboración de útiles mediante leves retoques en cantos rodados (Modo 1, que da lugar a la llamada Pebble Cultur o Cultura de los cantos trabajados), continúa con el trabajo sobre núcleos para crear poliútiles, los llamados bifaces o hachas de piedra (Modo 2), sigue con el trabajo de obtención de lascas mediante percusión sobre núcleos previamente preparados (Modo 3 o técnica Levallois), para crear útiles específicos para cada una de las actividades cotidianas, y finaliza con la técnica de trabajo de las lascas mediante presión y retoque delicado (Modo 4), a la que se une la fabricación de objetos en otros materiales como asta, hueso, madera, concha o marfil. 2.1.1.5. Formas de vida Como característica general, el Hombre del Paleolítico es un depredador. El sustento cotidiano se lo proporcionan sus actividades recolectora de frutos y cazadora, a las que se unen la pesca y el marisqueo; de modo que no realiza ninguna actividad regeneradora del medio. Socialmente se reúne en pequeños grupos vinculados por el parentesco, que viven en poblados con cabañas hechas de productos vegetales o animales (pieles), abrigos rocosos o cuevas. Desde el Paleolítico Medio se atestigua una clara manifestación de creencias de tipo trascendente-religioso, relacionada con el mundo funerario y con la caza. 2.1.1.6. El Arte Paleolítico El Arte Paleolítico es una manifestación específica del Paleolítico Superior. La más que probable práctica anterior de algún tipo de creación artística sobre materiales perecederos, como pieles, madera, etc... no ha llegado a nuestros días. La temática gira de un modo abrumadoramente mayoritario sobre el mundo animal, dada su trascendencia en estas sociedades básicamente cazadoras. Se puede dividir en dos grandes esferas: a) Arte mueble o mobiliar Sobre materiales u objetos transportables. Muy difundido por Europa, Norte de África y Próximo Oriente. Soportes: tales como armas, utensilios, objetos de adorno, objetos votivos y otros de utilidad desconocida. Materiales: madera, hueso, piedra, asta, arcilla... Técnicas: pintura, escultura, grabado. b) Rupestre o Parietal Sobre las paredes rocosas de abrigos y cuevas. Gran concentración de yacimientos en Suroeste de Francia y Norte de España. (Altamira, en Santander, fue el primer descubrimiento importante). Plantea una gran dificultad la precisión de su cronología por no darse asociado a estratos datables. Técnicas: Pintura con colorantes minerales, vegetales y animales, aplicados con los dedos, con pinceles, con la técnica del tamponado o mediante soplado, dando lugar a manifestaciones variopintas que van desde simples trazos esquemáticos hasta diseños con policromía y sensación de volumen. También se da el grabado, directamente sobre la pared o tras la previa aplicación de una capa de arcilla. Temas: Los animales, predominantes, están acompañados ocasionalmente de signos geométricos o esquemáticos y. más escasamente, de representaciones humanas. c) Interpretación Podemos resumir las teorías sobre la significación y motivación de estas manifestaciones en el siguiente esquema: “Arte por el arte”. “Un simple entretenimiento”, “decoración, gusto por los diseños”. Significado Mágico-religioso: Mágico para propiciar la caza (Reinach) Mágico para propiciar la fertilidad Religioso: santuarios de adoración (Breuil) 2.1.2. LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA 2.1.2.1. Introducción El final de la última glaciación supone un cambio climático que va a determinar un paulatino e importantísimo cambio en la forma de vida del Hombre: la forma de vida depredadora va a dar paso a una economía productora. La transición del Paleolítico a estas nuevas formas de vida se produce con un creciente des- fase cronológico entre unas zonas del mundo y otras. Dicha transición recibe diferentes nombres: Mesolítico: para aquellas zonas donde surge el Neolítico posteriormente de modo autónomo. Epipaleolítico: para aquellas que “importan” la economía productora por influencia de las zonas de invención. En algunas zonas, como el Próximo Oriente, Egipto, Valle del Indo, China, la aparición del Neolítico va a suponer el inicio del desarrollo de las primeras civilizaciones. 2.1.2.2. Significado y características El Neolítico supone una auténtica revolución (Según la definición de Gordon Childe) que va a alterar la forma de vida del Hombre. Tras una etapa de transición, una vez finalizadas las etapas glaciares, con poblaciones recolectoras post-paleolíticas, el hombre dará el gran salto en su evolución cultural al pasar, de un modo paulatino, a producir sus propios alimentos mediante el cuidado especial del ganado y el de determinadas plantas, dando lugar a sociedades pastoriles y agrícolas. Todo un conjunto de causas y consecuencias se irán interrelacionando para transformar estas sociedades en unidades sedentarias rumbo a la civilización (como sucederá en Mesopotamia o en Egipto). Estas transformaciones irán acompañadas de nuevas formas de trabajo de la piedra (pulimentación), nuevos útiles (azadas, arados, pesas de telar) y nuevos materiales (vegetales y, sobre todo, cerámica para recipientes). En las áreas mediterránea y atlántica europeas, el desarrollo de esta nueva etapa viene acompañado de la difusión de formas constructivas que denominamos megalistismo. Incluye construcciones relacionadas con el mundo funerario (dólmenes, cistas) y otras de significado a veces dudoso (crómlech, alineamientos), en ocasiones vinculadas con observaciones astronómicas, que hay que relacionar con la trascendencia que las mismas tienen en una nueva coyuntura económica dependiente de los cambios estacionales y su influencia en las cosechas. Las características que definen el Neolítico son: Agricultura Ganadería Sedentarización Innovaciones Técnicas: Cerámica Telar Piedra pulimentada Microlitos Rueda-Carro Vela-Barca... Manifestaciones culturales-religiosas: Megalitismo (dólmenes, menhires, crómlech...) Culto a la fertilidad 2.1.3. LAS PRIMERAS CIVILIZACIONES Tras el despegue de la civilización, de la mano de la Revolución Neolítica, las diferentes áreas geográficas de la Tierra comenzaron un acelerado proceso de distanciamiento formándose espacios culturalmente aislados. De esta manera, hasta el inicio del proceso de aproximación cultural iniciado con los descubrimientos geográficos del s. XV, la Tierra se divide en una serie de zonas con evoluciones culturales diferentes. 2.1.3.1. Asia Surgen aquí culturas con un importante desarrollo social, político, económico, cultural y artístico. Destacan las culturas japonesa, china, india, etc... 2.1.3.2. África El nivel de desarrollo es menor cuanto más al sur, destacando el hecho de que algunos grupos humanos se mantuvieran hasta época reciente en estadios de evolución paralelos al Paleo- lítico. 2.1.3.3. América Desde su poblamiento, quedó aislada y, a su vez, se establecieron dentro de su territorio diferentes áreas culturales. Hasta el inicio de la colonización, los puntos culminantes de su des- arrollo fueron: Norte: Los Mayas, entre los siglos VII y VIII d.C. Los Aztecas, que alcanzaron un importante desarrollo en todos los órdenes: urbanístico, artístico, científico. Sur Los Incas, creadores de un importante imperio, gobernado por una oligarquía, en cuya cúspide está el Inca, alcanzaron un importante desarrollo en la organización de su gran imperio. 2.1.4. MESOPOTAMIA En el arco formado por el valle del Éufrates y el Tigris, se va a ir gestando, desde el final del Paleolítico, la creación de una civilización, basada inicialmente en el proceso neolítico, que va a dar lugar a la sucesión de una serie de culturas con unos rasgos genéricos más o menos comunes. La evolución de las culturas mesopotámicas podemos resumirlas en los siguientes cuadros:
2.1.5. EGIPTO A lo largo del valle del Nilo se teje desde el final del Neolítico una civilización agrícola que crece y se desarrolla al ritmo de las crecidas periódicas del río cuyo control moviliza a las gentes de sus orillas convirtiéndose en acicate de su progreso. El Imperio Egipcio se mantuvo, sin grandes cambios, con pequeños paréntesis de anarquía o de invasiones, aunque los protagonistas de éstas terminaban por adaptarse a la mentalidad y forma de organización egipcias. Esta evolución podemos resumirla en el siguiente cuadro:
2.2. SOCIEDAD, POLÍTICA, CULTURA Y ARTE EN EL MUNDO CLÁSICO: GRECIA Y ROMA 2.2.1. LA CIVILIZACIÓN GRIEGA 2.2.1.1. El marco geográfico y la evolución histórica. El extremo suroriental de Europa, al sur de la Península de los Balcanes, será la cuna en la que nazca la Civilización griega, a caballo entre la occidentalidad europea y la orientalidad del Próximo Oriente. Desde, aproximadamente, el 4000 a.C. varias pulsaciones culturales desembocarán en la construcción de la cultura clásica. Dichas fases podemos resumirlas en el siguiente esquema:
El marco geográfico griego favorece el individualismo característico del griego clásico por ser un territorio muy compartimentado. De este modo Grecia no constituyó nunca una unidad política, organizándose en ciudades-Estado independientes. Sí eran conscientes de la unidad cultural que había entre ellos, que llamaban koiné; pero no llegaron a unirse políticamente. Establecieron ocasionalmente, y con duración variable, Ligas de ciudades, bien para enfrentarse contra enemigos exteriores, como hicieron frente a los Persas (Guerras Médicas); bien para luchar entre ellos mismos (Guerras del Peloponeso, por ejemplo). 2.2.1.2. La democracia griega
EL MUNDO GRIEGO Una de las principales aportaciones griegas a la cultura occidental es, sin duda, el concepto de Democracia. Rompiendo con la milenaria conceptuación teocrática de la organización política, vigente en las civilizaciones egipcia y mesopotámica, los griegos de la época clásica prefieren organizar el gobierno de su polis con la participación de todos los ciudadanos, a través de representantes elegidos, en la toma de decisiones. Aunque en realidad la prosperidad política y material de toda polis griega se basaba en un principio totalmente opuesto a la idea de democracia: la existencia de una gran cantidad de esclavos que servían de soporte a la estructura económica. La forma específica de organización variaba de unas ciudades a otras. Tomando como ejemplo el caso de Atenas podemos esquematizar como sigue la “Constitución” diseñada por el reformador Clístenes: La Ekklesía, o Asamblea, estaba integrada por los ciudadanos libres y elegía a los 500 miembros de la Bulé (50 por tribu), especie de Parlamento que compartía la potestad legislativa con la Ekklesía. La Pritania era el órgano directivo de la Bulé, renovado cada 36 días. El Areópago se encargaba de la supervisión. Los Arcontes, elegidos por la Ekklesía, se encargaban del poder ejecutivo y de ellos dependían los estrategos o generales del ejército. 2.2.1.3. La Cultura y el Arte Las aportaciones culturales griegas son innumerables. La Filosofía, las Ciencias y las Letras están repletas de nombres griegos. La preocupación del hombre griego por el origen del mundo, del hombre y de las cosas, le hace meditar e investigar sobre la base del racionalismo que caracteriza al espíritu práctico hele- no. Sócrates, Platón o Aristóteles, son ejemplos con el suficiente peso para entender la importancia de la Filosofía griega. Esa meditación e investigación lleva a conceptualizar todo y permite avanzar en diversos aspectos científicos, tales como las Matemáticas (Pitágoras, Euclides, Arquímedes), Astronomía (Aristarco, Eratóstenes), etc. La inquietud del espíritu griego fructificó además en numerosas manifestaciones literarias, de las que podemos destacar las obras dramáticas por su contenido filosófico y existencial y por su aportación escénica. El Arte Griego, por otra parte, tiene en la escultura y en la arquitectura sus principales manifestaciones. El estilo griego en la arquitectura cuajará en los tres órdenes: dórico, jónico y corintio. La estética predomina sobre la técnica pues la base estructural está basada en la edificación arquitrabada; mas la belleza y proporcionalidad de sus formas elevan la arquitectura griega a la cúspide. El Partenón en Atenas o el Templo de Zeus en Olimpia, son ilustrativos ejemplos. Por su parte, la escultura muestra una clara evolución desde el hieratismo y frontalidad de la época arcaica (kuroi y korai) hasta el dominio de las formas y el afán por la plasmación del movimiento de la época helenística. Monumentos de esta evolución son, por ejemplo, el Discóbolo de Mirón, las obras de Fidias, Policleto, Praxiteles o Lisipo. 2.2.2 LA CIVILIZACIÓN ROMANA 2.2.2.1. El marco geográfico y la evolución histórica La Península Italiana, centrada en el marco mediterráneo, escenario de flujos y reflujos culturales, será testigo del surgimiento de una de las civilizaciones más importantes de la historia, forjadora de un imperio inmenso centrado en la cuenca del Mediterráneo, sobre la base de un espíritu organizador y racionalista. Tras la mítica fundación de la ciudad (tradición de Rómulo y Remo), el 21 de abril de 753 a.C., Roma pasó por una serie de etapas que podemos resumir en el siguiente cuadro:
La inicial Monarquía sirvió para consolidar la estabilidad de la ciudad, preservar su independencia frente a los Etruscos y extender el control sobre la zona del Lacio. La República fue la forma de gobierno elegida para organizar la ciudad-Estado; pero fue también testigo de la expansión territorial en la Península Italiana y del inicio de la expansión exterior (Hispania, las Galias, Grecia, etc..). El desbordamiento institucional que suponía la administración de las tierras incorporadas al dominio romano, entre otros factores, derivará en la crisis del sistema. Los intentos de estabilización por medio de dictaduras (Julio César), o triunviratos (Pompeyo, Craso y César; Marco Antonio, Lépido y Octavio) no terminaron de solucionar el problema, desembocando en la concesión del título de Augusto al primer emperador, Octavio. Como imperio, Roma consolida su poder en todo el Mediterráneo incluyendo gran parte de Europa (hasta las Islas Británicas y parte de Alemania, Croacia, los Balcanes y Rumanía), el Norte de África y el Próximo Oriente. Se sucederán una serie de dinastías (Julio-Claudios, Flavios, Antoninos, Severos) y una etapa de anarquía militar, con la sucesión e incluso simultaneidad de diversos emperadores, que desembocará en una reforma administrativa conocida como la Tetrarquía, que supondrá la diferenciación de dos partes dentro del Imperio como preludio de la definitiva separación en dos Imperios distintos articulada por Teodosio en el 395. De los dos Imperios resultantes, el occidental desaparecerá hacia el 476, mientras que el oriental o bizantino pervivirá, reduciendo su extensión paulatinamente, hasta 1453. 2.2.2.2. El marco geográfico y la evolución histórica La capacidad organizativa romana se pone de manifiesto, además de en los aspectos mate- riales que veremos en el apartado siguiente, en las estructuras sociales y políticas. La sociedad romana se desglosa en los siguientes niveles básicos: Patricios.- Hombres libres con linaje, patronos. Optimates, nobiles.- Altos funcionarios. Ordo equester.- Caballeros, latifundistas. Plebeyos.- Hombres libres sin linaje Libertos.- Esclavos liberados Esclavos.- Bienes patrimoniales, sin derechos, fuerza de trabajo y base del sistema económico. Políticamente, después de la constitución de la República, los legisladores mostraron una especial preocupación por evitar que el poder cayera en manos de una sola persona, de ahí que diseñaran un sistema de gobierno en el que la colegialidad era principio esencial para todos los cargos. Las siglas S.P.Q.R.: Senatus PopulusQue Romanus (El Senado y el Pueblo Romano), resume la filosofía política de la República. Junto al Senado, organismo deliberatorio y asesor y ratificador de acuerdos populares, integrado por los cabezas de linaje y ex cónsules, los comicios populares elegían a los magistrados que gobernaban la ciudad. Estos magistrados estaban sometidos al principio de cursus honorum que impedía la elección en años consecutivos y obligaba a desempeñar los cargos inferiores antes que los superiores. Al iniciarse el Imperio se añade la figura del Emperador o Augusto que dispone de un Consejo consultivo. Las provincias exteriores a Roma se reparten entre el Emperador y el Senado que nombran sus respectivos gobernadores (Lega- dos y Procónsules, respectivamente). Posteriormente, el poder imperial se va haciendo más personalista convirtiéndose el Emperador en la autoridad omnímoda que se vale de un Consejo de la Corona, del Ejército y de la Administración civil de las provincias para mantener el poder.
2.2.2.3. La Cultura y el Arte. El Derecho Romano Lejos del estereotipo de pueblo inculto y belicoso, Roma supo edificar, sobre su propia tradición y la influencia de los pueblos conquistados e incorporados al Imperio, una Cultura próspera y rica. Las Letras y las Ciencias romanas tienen como grandes manifestaciones: Historia: Polibio, Julio César, Tito Livio, Tácito. Teatro: Plauto, Terencio. Retórica: Cicerón, Séneca. Lírica: Ovidio, Horacio, Virgilio. Geografía: Estrabón, Ptolomeo. Medicina: Celso. Ciencias Naturales: Plinio. Pero quizás la aportación más grande de Roma a la cultura occidental fue su Derecho. Obra maestra de Roma, es una clara expresión de sus virtudes de gobierno y organización. Sus bases son: Igualdad de los ciudadanos ante la ley Sentido práctico y concreto Supremacía de la ley Renovación y perfeccionamiento al ritmo de la experiencia Respeto a la tradición. El Arte es fundamentalmente civil y práctico, lo que contrasta con el carácter esencial- mente religioso del arte de las grandes culturas que precedieron a Roma. Como servicio públi- co, la arquitectura se emplea en la construcción de edificios de diversa funcionalidad: Para espectáculos públicos. Teatros, para representaciones dramáticas (Pompeya, Mérida) Anfiteatros, para espectáculos sangrientos (Itálica, Mérida, Arlès, Nîmes y, sobre todo, el Coliseo de Roma) Circos, para carreras de carros Para entretenimiento y asuntos públicos. Basílicas, para transacciones económicas y administración de justicia. Termas, para baños, gimnasio, biblioteca... (Termas de Caracalla en Roma) De carácter religioso Templos, con influencia griega y etrusca. Monumentos funerarios. Obras de ingeniería Puentes, como complemento a la red de calzadas (Alcántara) Acueductos, para el abastecimiento de agua a las ciudades (Segovia, de los Milagros en Mérida) Cloacas, eliminación de las aguas residuales. Conmemorativos Arcos (de Constantino y de Tito en Roma, Tarragona, Cáparra y Bará e España). Columnas (de Trajano en Roma) La escultura se pone al servicio, esencialmente, del retrato y del relieve histórico. Por último, las artes plásticas menores tuvieron también un gran desarrollo (cerámica, mosaico, pintura, orfebrería, joyería, etc...). 2.3. ORIGEN Y DESARROLLO DEL CRISTIANISMO En el marco del Imperio romano se produjo el surgimiento de una nueva doctrina religiosa, basada en el monoteísmo judaico y en las enseñanzas de Jesús de Nazaret y que fue difundida durante el primer siglo por sus propios apóstoles y discípulos. La vida y predicación de Joshua bar Yusef (Jesús, hijo de José), se centran en los momentos en los que Roma, convertida ya en la potencia hegemónica del Mediterráneo, domina Judea que se encuentra integrada en el Imperio como una provincia más. Jesús nació en una fecha imprecisa, probablemente entre el 6 y el 5 a.C. y la llamada vida pública de la que nos hablan los evangelistas se desarrolla durante el imperio de Tiberio, cuando aún una parte de Israel mantenía cierto grado de autonomía con su rey Herodes Antipas. La crucifixión tuvo que tener lugar el 7 de abril del año 30 d.C. A partir de ese punto comienzan a formarse en Palestina las primeras comunidades cristianas que pronto se van extendiendo por el Próximo Oriente. Un papel esencial en la expansión de la doctrina, además de por los Apóstoles, va a ser jugado por Saulo de Tarso (San Pablo) quien inicialmente fue enviado por el Sanedrín a combatir y perseguir a las comunidades que habían surgido en Damasco. Pablo no sólo va a difundir la nueva fe sino que podemos considerarle el auténtico diseñador de los principios doctrinales iniciales. La convulsión que la nueva religión producía en la sociedad politeísta romana fue considerada inicialmente como una amenaza directa al Estado y, consecuentemente, se procedió a la sistemática persecución de sus seguidores (especialmente sangrientas fueron las emprendidas por los emperadores Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Máximo, Decio, Valeriano y Diocleciano). Durante el siglo II comienzan las crisis doctrinales que, desde entonces, han ido jalonando la historia de la Iglesia. Corrientes luego catalogadas como heréticas plantean interpretaciones alternativas de determinados principios del dogma o de las costumbres, formas de vida y actitudes ante diferentes aspectos. La reunión de sínodos y concilios se convirtió en algo necesario para atajar las llamadas herejías. Sin embargo, el avance del cristianismo fue imparable consiguiendo primero la permisividad para el ejercicio de su culto, el posterior reconocimiento y, finalmente, tras el Edicto de Milán del 313, con Constantino como Emperador, la conversión en la religión oficial del Estado romano. Este hecho está en la base del papel rector que la Iglesia ejercerá a lo largo de la Edad Media en la sociedad europea. 2.4. ASPECTOS SIGNIFICATIVOS DE LA PREHISTORIA Y LA EDAD ANTIGUA EN EL TERRITORIO ESPAÑOL ACTUAL 2.4.1. EL PALEOLÍTICO 2.4.1.1. El Paleolítico a) Los primeros pasos La aparición del Hombre en la Península Ibérica es una cuestión en proceso de investigación y revisión. Los descubrimientos de Atapuerca (Burgos) han permitido a JUAN LUIS ARSUAGA y a IGNACIO MARTÍNEZ aportar una nueva teoría sobre la evolución del Hombre en Europa, definiendo incluso una nueva especie, el Homo antecessor, que sería la primera en poblar el continente (la datación de los fósiles encontrados nos remonta a 800.000 años) y el eslabón desde el que se separarían los neandertales y los cromañones, o sea, nuestra propia especie. b) El Paleolítico Inferior (800.000 a 100.000 a.C. aprox.) Las primeras manifestaciones abundantes y seguras, de cultura material, debemos situarlas en el Paleolítico Inferior Chelense y Achelense. Sus principales huellas: La acumulación de restos de bifaces y otros útiles en los cazaderos de Elephans Primigenius de los valles de Tajo, Jarama, Henares y Manzanares y en Torralba y Ambrona (Soria). c) El Paleolítico Medio (100.000 a 50.000 a.C. aprox.) Esta etapa, que desde el punto de vista de la cultura material recibe el nombre de Musteriense, está protagonizada por el Homo Sapiens Neanderthalensis u Hombre de Neanderthal del que en España destacan los hallazgos de Atapuerca, Lago de Bañolas y Gibraltar. d) El Paleolítico Superior (50.000 a 10.000 a.C. aprox.) El primer y más denso poblamiento de nuestra especie, Homo Sapiens Sapiens, en la Península se produce en la franja cantábrica y los Pirineos. El periodo cultural que nos ocupa se compartimenta en diferentes episodios atendiendo a la morfología de los utensilios líticos. De tales episodios destacan en la Península: Auriñaciense: (restos en Camargo -Santander-, Parpalló -Valencia-). Gravetiense. Solutrense: cornisa cantábrica (Altamira, El Castillo) y región levantina (Parpalló). Magdaleniense: Auge del arte rupestre paleolítico (Altamira). 2.4.1.2. El Neolítico En España la llegada de la revolución neolítica se producirá de un modo más tardío que en el Próximo Oriente e irá asociada en algunas zonas a la aparición de la primera metalurgia. El Neolítico Hispano, que derivará en la primera edad de los metales (Calcolítico, Bronce Inicial), está asociado a una manifestación característica del Neolítico de la Europa Occidental: el Megalitismo. En el caso de España, sus expresiones no son otras que enterramientos colectivos de variada morfología, desde las pequeñas cistas, generalmente rectangulares con pare- des y techo a base de grandes losas de piedra y luego cubiertas por túmulos, hasta los comple- jos dólmenes de corredor del suroeste, con pasillos de acceso a cámaras circulares, todo ello también a base de lajas de piedra y cubiertos por amplios túmulos. Mención aparte merecen las manifestaciones levantinas y baleares, tales como las taulas y las navetas. 2.4.1.3. Edad del Bronce a) Bronce Inicial El inicio de la utilización del metal para la fabricación de útiles y armas se solapa en el caso de España con la continuación de la costumbre de enterrar en forma colectiva en monumentos mega- líticos, como se pone de manifiesto en las características culturas Almeriense y de Los Millares. Esta etapa muestra también una cultura específica, a veces también asociada a los enterramientos megalíticos, que tiene en su tipología cerámica su propia definición: Cultura del vaso campaniforme, que se extiende por España y Europa en diferentes etapas difundiéndose de unas zonas a otras distintos tipos cerámicos que guardan como notas comunes la tonalidad negruzca de las pastas, debido a la cocción reductora, y las decoraciones lineales por impresión o excisión con ocasionales aplicaciones en los espacios exentos de pastas blancas. b) Bronce Medio Se desarrolla una cultura que muestra evidentes paralelismos con otras del Mediterráneo, que es ya una vía de tránsito cultural y no dejará de serlo. La cultura hispana a la que nos referimos es la Cultura Argárica. Son características sus espadas y puntas de lanza, su orfebrería y la morfología de sus recipientes cerámicos, además de sus formas de enterramiento por inhumación del cadáver, en posición fetal, en el interior de tinajas, acompañados de ofrendas. c) Bronce Final La última etapa de la Edad del Bronce va a tener como principal manifestación peninsular una importante cultura que desde el sureste irradiará su influencia a otras zonas, se trata de la Cultura Tartésica. Otras sociedades en el interior irán recibiendo influencias procedentes de Europa que traerán consigo la metalurgia del hierro, preparando el paso a otra nueva etapa y configurando paulatinamente el panorama cultural que se encontrarán los romanos a su llegada a la Península. 2.4.2. LOS PUEBLOS PRERROMANOS Sobre la base del reparto cultural del Bronce Final, la Península va recibiendo una serie de oleadas invasoras protagonizadas por pueblos indoeuropeos: Primero (900-800 a.C.) Cultu- ra de los campos de urnas y Cultura de los campos de túmulos y más tarde en, posiblemente, dos oleadas (750-700 a.C y 650-600 a.C.) de Celtas. Tras las mismas se produce la fusión de elementos indoeuropeos e indígenas y la definición de las distintas áreas culturales. Las principales aportaciones de los pueblos indoeuropeos serán la metalurgia del hierro y las lenguas de origen indoeuropeo que se superpondrán a las indígenas. 2.4.2.1. Zona Meridional a) Tartessos.- Arrancando del Bronce Final, en el valle del Guadalquivir se desarrolla la Cultura Tartésica que, entre fechas anteriores al 1000 a.C. y el s. V a.C., jugará un papel protagonista en el mediodía peninsular. Sus rasgos definitorios son: La base de su economía era agraria Fuerte desarrollo urbano Orfebrería muy desarrollada: bronce, al oro y a la plata. Minas cupríferas onubenses; estaño de Galicia, Plata de Sierra Morena. Su flota controlaba el paso del Estrecho. Competencia comercial con fenicios y con sus herederos cartagineses Victoria cartaginesa sobre los griegos en Alalía (535 a.C.) = hegemonía cartaginesa en el Mediterráneo occidental = Tartessos vencido y sus ciudades sometidas a vasallaje. Reyes mítico-históricos: GERIÓN, ARGANTHONIOS. b) El mediodía hacia el s. V a.C. Túrdulos, Turdetanos, Mastienos, Bastetanos, entre otros, cuyas características cultura- les respondían a los siguientes rasgos: Economía. Urbanismo avanzado Ganadería y agricultura a gran escala, uso del arado. Trabajo de los metales. Industrias especiales: salazón de pescados. Sociedad. Estratificación social con grupos bien definidos: esclavos, libres, nobles, sacerdotes, familia real. Cultura. Desarrollo de las artes plásticas. Sistema de escritura propio (ibérico meridional) y zonas de utilización del alfabeto fenicio y otra variedad llamada libio-fénice. 2.4.2.2. Zona oriental Toda la franja costera que se extiende desde la actual Francia hasta Murcia y que penetra hacia el interior con anchura irregular, estaba ocupada por los iberos. Los iberos estaban divididos en diversas tribus, cada una con su propia organización, unas formando por sí mismas unidades políticas autónomas, otras divididas en diversas ciudades-Estado. Entre dichas tribus figuran: Ilergetes, Ceretani, Ausetani, Castellani, Indigetes, Lacetani, Layetani, Ilercaones, Edetani, Lobetani, Contestani... Sus características culturales más significativas eran: Economía. Agricultura basada en vid, olivo y productos de huerta. Cultivo de lino y fabricación de tejidos. Ganadería. Dualidad: Costas: Ciudades grandes comerciales. Interior: Ciudades pequeñas agrícolas. Sociedad. Núcleo aristocrático dirigente, Unas ciudades sistema monárquico (ciudades con influencia cartaginesa). Otro sistema oligárquico-senatorial (con influencia griega y luego romana). Trascendencia social de la guerra (armamento: lanza, escudo largo y falcata). Cultura. Sistema de escritura propio que mezclaba signos alfabéticos y silábicos. Amplio desarrollo de las artes plásticas, con importantes hitos en la historia de la escultura peninsular: Dama de Elche, Dama de Baza, Bicha de Balazote, etc. La estatuaria y la cerámica muestran una clara vinculación con las formas estéticas griegas. Religión de carácter naturalista. Procesiones y danzas, ofrenda de exvotos. 2.4.2.3. Zona Central y del Oeste a) Zona Occidental Zona que habitan los lusitanos y que se extiende por el actual Portugal hasta el Duero y abarca buena parte de Extremadura. Sus características culturales son: Economía. Desequilibrio tierras fértiles - tierras pobres = “bandolerismo” Sociedad. Jefes elegidos en asambleas tumultuosas Armamento: escudo cóncavo al exterior, cascos tejidos con nervios de animales. Cultura. Carecen de un sistema de escritura propio. b) Zona Central Habitan la meseta pueblos muy heterogéneos que los romanos bautizaron como celtiberos. Entre ellos se citan: Vettones, Vacceos, Carpetanos, Oretanos, Arévacos... Economía. Base agrícola (trigo y cebada), completada con el pastoreo de ovejas Forja de armas, herramientas y aperos. Sociedad. Algunas ciudades tenían a su frente régulos o reyezuelos. En otras, o incluso en las mismas, alcanzaba gran importancia el Senado Asambleas populares para ratificar decisiones y elegir un caudillo por aclamación en caso de guerra Aparecen dos instituciones especiales: La Devotio o Katáspeisis, u obligación del cortejo del caudillo de darse muerte en caso de fallecimiento del mismo. Clientelas militares: las poblaciones débiles se ponen bajo la protección de otra más fuerte. Cultura. Carecen de un sistema de escritura propio. Destaca la manifestación escultórica de los vacceos en los Toros de Guisando. También cabría citar la costumbre de ofrendar a los extranjeros visitantes la “Hospitalidad” mediante las llamadas teseras de hospitalidad. 2.4.2.4. Zona Norte Habitada por Galaicos, Astures, Cántabros, Vascones, presenta los siguientes rasgos culturales: Economía. Agricultura muy rudimentaria Predominio de la recolección. Sociedad. Sociedad matriarcal: avunculado, covada. Gens matriliniales. Vestían sayos negros largos. Armamento: honda, hacha-bipenne, cascos de cuero con adornos en forma de media luna. Utilizaban la táctica de la guerra de emboscadas. Religión. Cierto culto a la Luna. Un dios identificable con Marte, al que se ofrecen sacrificios bebiendo sangre. 2.4.3. LAS COLONIZACIONES Desde aproximadamente el año 1000 a.C. se inicia a lo largo del Mediterráneo una creciente actividad comercial protagonizada por griegos y fenicios. Ambos pueblos harán gala de un gran espíritu comercial explorando nuevos horizontes y mercados en el occidente. Los griegos focenses y los fenicios tirios comenzarán la fundación de factorías. Como consecuencia de ello en los pueblos colonizados se produce la llegada de importantes influencias culturales: 2.4.3.1. Colonización fenicia Su relación con la población indígena fue esencialmente comercial sin pretender una asimilación cultural ni una dominación política. En cualquier caso, la influencia cultural terminó por ser inevitable y afectó a cuestiones como la transmisión del alfabeto, de las formas cerámicas y plásticas en general y de los cultos religiosos (culto a Astarté). Los yacimientos arqueológicos peninsulares muestran la especificidad de los asentamientos como pequeños núcleos situados en islas o promontorios costeros asociados a la correspondiente necrópolis (con dualidad incineración-inhumación), con predominio de materiales relacionados con la actividad comercial, como son recipientes cerámicos de almacenamiento y transporte (ánforas de diversos tamaños). Los principales asentamientos fueron: Agadir.- Fundada en la actual Cádiz en el 1100 a.C. según la tradición. Malaka.- En la actual Málaga. Sexi.- En Almuñécar (Granada). Abdera.- Posiblemente en Adra (Almería). Baria.- Localización imprecisa, posiblemente en Villaricos (Almería). 2.4.3.2. La colonización cartaginesa Cartago (Qart-Hadashat), fue fundada en 814 a.C. llegando a convertirse en una potencia comercial y militar en competencia inicial con los griegos. Esa competencia terminó con un enfrentamiento bélico en el que lograron sobre los griegos la victoria en la batalla naval de Alalía (535 a.C.), momento a partir del cual los cartagineses pasan a ser los dominadores del mediterráneo occidental. La Península, y fundamentalmente su parte meridional, será objeto de una política comercial de explotación de recursos, que incluirá el afán por el control político, sobre todo con la dinastía de los Bárquidas (Amílcar Barca, Asdrúbal, Aníbal). La obtención de plata, esparto, trigo, salazones, así como el reclutamiento de mercenarios, eran los beneficios económicos y militares que justificaban la dominación. Además de las colonias fenicias, cuyo control asumieron los cartagineses tras el cese de la actividad de aquéllos en el occidente mediterráneo, éstos fundaron otras colonias: Ebussus (Ibiza), fundada en 654 a.C. Akra Leuké (Alicante). Qart-Hadashat (Cartagena), en 226 a.C. 2.4.3.3. La colonización griega Los primeros pasos de la colonización griega en la Península hay que relacionarlos con los iniciales viajes de exploración, como el realizado por Kolaios de Samos hacia el 630 a.C. Rodios y samios (siglo VII a.C.) y focenses (s. VI a.C.) fueron los primeros colonizadores; después serán los massaliotas (procedentes de la colonia de Massalia -Marsella- , fundada en 600 a.C.) los que controlen el comercio de la zona (último tercio del siglo VI a.C.) y, finalmente, la colonia de Ampurias se convierte en la dominadora (s. V a.C.). Las principales colonias griegas fueron: Mainaké.- entre Almuñécar y Vélez Málaga. Hemeroskopeion.- En Denia o el Peñón de Ifach. Emporion.- Al lado de la ciudad indígena Kese, será la más importante. Rhode.- En Rosas. Kallipolis.- Cerca de Barcelona. Pyrenne.- En la Costa Brava 2.4.4. LA ESPAÑA ROMANA El avance romano en la Península italiana y su proyección marítima motivarán el choque de intereses entre cartagineses y romanos, una competencia que derivará en tres importantes enfrentamientos bélicos que concluirán con la desaparición como potencia de Cartago y llevarán, al menos los dos primeros, a incluir a la Península Ibérica en el entramado de acontecimientos y, al final, a la conquista de su suelo por las legiones romanas. La conquista romana, que durará dos siglos, seguirá ritmos diferentes y las motivaciones de los avances serán distintos. Concluida la conquista militar, continuará el proceso de aculturación, de romanización, mucho más lento, que llevará a la asimilación del derecho, de la religión, de las costumbres, de las formas de organización y de la lengua. Buena parte de la médula hispana se forjará durante los seis siglos de relación y de ser parte constitutiva del mundo romano. 2.4.4.1. La conquista romana 2.4.4.1.1. Las Guerras Púnicas El inicio de la conquista romana de Hispania se producirá en el marco de la II Guerra Púnica en la que el suelo peninsular será uno de los escenarios del teatro de operaciones. La derrota cartaginesa en la I Guerra se había sellado con el Tratado del Ebro (226 a.C.) en el que, además de una fuerte cantidad pecuniaria como rescate de guerra y la pérdida de territorios, Cartago tuvo que aceptar la división del Mediterráneo occidental en dos zonas de influencia, de una de las cuales Roma pasaba a ser la rectora. El afán de revancha por parte cartaginesa, unido a los intereses estratégicos de Roma y su expansionismo naciente, propiciaron que un acontecimiento como la toma de Sagunto por Cartago forzara la declaración del segundo conflicto. Aníbal preparó su estrategia y emprendió su marcha hacia Roma, a través de los Pirineos y los Alpes. La expedición de Aníbal forzó el cambio de planes de Roma que se planteó el ataque a Hispania como una forma de cortar la vía de suministros de dicho ejército para, así, aislarlo: En 218 a.C. las tropas romanas dirigidas por Cneo Cornelio Escipión desembarcan en Emporion (Ampurias) e inician la conquista del territorio. Tras la victoria de Escipión el Africano en Ilipa (Alcalá del Río)(206 a.C.) sobre los generales cartagineses Magón y Giscón, avanza hasta Gades, (Agadir para los Cartagineses, o sea, Cádiz) que se entrega sin combate. La flota cartaginesa abandona la Península y la dominación púnica fina- liza: Roma domina las costas mediterráneas españolas. 2.4.4.1.2. La conquista tras el fin de la II Guerra Púnica Los romanos incumplieron su compromiso de abandonar el territorio ibero tras la derrota de los cartagineses y transforman el territorio controlado en Provincia romana, como habían hecho con Sicilia. A partir de este momento y durante casi dos siglos se suceden los acontecimientos que posibilitarán la conquista de toda la Península: La Guerra de Lusitania (155-136 a.C.) (Viriato) Las Guerras Celtibéricas (153-133 a.C.) (Incluyendo el sitio de Numancia) Las Guerras Cántabras (29-19 a.C.) (con la participación del ya emperador Augusto) 2.4.4. Organización política Organización provincial Al inicio formó una Provincia con el territorio controlado: Hispania. En 197 a.C. se dividió en dos provincias: Hispania Citerior e Hispania Ulterior. En 27 a.C. Augusto divide la Hispania Ulterior en dos provincias, quedando, pues, tres: Hispania Ulterior Lusitana o Lusitania, Hispania Ulterior Bética e Hispania Citerior Tarraconensis. Hacia el 212 d.C., Caracalla forma en el noroeste de la Tarraconensis la provincia de Callaecia. La reforma administrativa de Diocleciano en el 293 d.C. constituía a Hispania como una de las tres diócesis de la prefectura de las Galias. La Diócesis de Hispania se dividía en siete provincias: Callaecia, Tarraconensis, Carthaginensis, Ballearica, Lusitania, Bética y Mauritania Tingitana (norte de África). Constantino dividió la Tarraconensis, nuevamente, diferenciando la Carthaginensis y la Ballearica, quedando el resto con el anterior nombre de Tarraconensis. Al frente de cada provincia había un gobernador (proconsul o propraetor) nombrado por el Senado romano ante el que eran responsables de su gestión. Los cuestores recorrían la Provincia para recaudar impuestos. Las ciudades, eran de diverso tipo: estipendiarias (civitates stipendiariae), libres federadas (civitates liberae), libres no federadas o libres inmunes. Por otra parte, Roma funda también ciudades para colonos romanos (Coloniae). Cada ciudad privilegiada disponía de un ordo decurionum y de una asamblea popular. El poder ejecutivo recaía en los dos duumviros y los dos aediles. 2.4.4.3. El arte y la cultura Hispania terminará siendo una fuente más de la cultura romana. Baste citar a Marcus Anneus Séneca y Lucius Anneus Séneca, preceptor de Nerón, MarcuS Anneus Lucanus, Pomponio Mela (geografía latina), Columela, Marcus Valerius Martialis (Marcial) y Marcus Fabius Quintilianus. Hispania, en definitiva, se convirtió en una parte sustancial del imperio cuyos ciudadanos lo eran también de Roma. Y, como tal parte, va a verse, al inicio del siglo V, metida de lleno en el fenómeno.
3. LAS SOCIEDADES MEDIEVALES 3.1. LAS INVASIONES BÁRBARAS. EL FIN DEL IMPERIO DE OCCIDENTE 3.1.1. PROCESO Tradicionalmente se habla de la caída del Imperio Romano, situando la fecha de la misma en el 476 d.C., al ser depuesto por Odoacro el último emperador Rómulo Augústulo, como consecuencia de las invasiones de los llamados bárbaros. Obviamente, ni la responsabilidad es sólo de “las invasiones bárbaras”, ni el Imperio cayó en una fecha concreta. Podríamos decir, con más precisión, aunque la afirmación tampoco sea una completa visión de los hechos, que el Imperio Romano de Occidente se desmembró y desapareció tras un largo proceso de des- composición interna y debilitamiento que posibilitó la entrada en su suelo, desde inicios del siglo V d.C., de una serie de pueblos que terminaron por constituir Estados propios y sentenciar la estructura de poder de Roma. El Imperio de Oriente, o Imperio Bizantino, se mantuvo e incluso intentó en varias ocasiones reedificar el imperio occidental. Los pueblos llamados a sustituir con poderes parciales el poder hegemónico de Roma eran los llamados bárbaros, término con el que los romanos designaban a todo aquel que no hablaba latín ni griego. Tales pueblos, fundamentalmente los germánicos, vivían en la Europa Central y Nororiental. Desde el siglo III a.C. mantienen relación con Roma pues algunos de ellos habitan las tierras del limes, de la frontera centroeuropea del Imperio. Desde el siglo IV d.C. se autoriza a algunos de esos pueblos a asentarse en los confines del Imperio en calidad de foederati entregándoles una anualidad (annonae foederatae) a cambio del compromiso de defender las fronteras del Imperio frente a otras tribus; después ese estatus de pueblo federado incluirá el asentamiento dentro del propio territorio romano. La presión final, a partir del s. V d.C. se deberá a la necesidad de estos pueblos de buscar nuevas tierras con más recursos alimenticios al haber sufrido sus tierras originarias cambios cli- máticos y haber aumentado su demografía. De un modo inmediato, la chispa que prende definitivamente la fase de la caída final de Roma va a ser el avance desde las estepas asiáticas de los hiong-nu (hunos) de Atila, lo que empujará a unos pueblos contra otros. Jutos, Anglios, Sajones, Suevos, Vándalos, Alanos, Lombardos, Francos, Alamanes, Burgundios y Godos (Visigodos y Ostrogodos), son los más importantes de estos pueblos germánicos que en unas zonas u otras irán entrando y consolidando su poder. 3.1.2. ORGANIZACIÓN POLÍTICA SOCIAL Y ADMINISTRATIVA Va surgiendo una relación de tipo socioeconómico que va a ser protagonista de la Alta Edad Media en Europa y que se conservará, en determinados aspectos, más allá de la misma: el feudalismo. Comienzan a aparecer vínculos personales de dependencia, a través de pactos de fidelidad, entre el señor y los campesinos, algo que surge, en parte, sobre la base del sistema del patrocinio romano: el campesino se pone bajo la protección del señor a cambio de una aportación en especie. La pirámide social está encabezada por la nobleza. La base la constituyen los siervos y esclavos, por debajo del gran grupo de clases libres rurales y urbanas. La Monarquía se caracteriza por su poder absoluto y la elegibilidad de los reyes. Una asamblea de nobles elige al nuevo rey al morir el anterior. La corrupción del sistema llevará a algunos reyes a asociar al trono a sus hijos y buscar los apoyos necesarios para que al morir fuera elegido el hijo como rey. 3.1.3. LA ESPAÑA VISIGODA En el años 409, Suevos, Vándalos asdingos, Vándalos silingos y Alanos cruzan los Pirineos y entran a saco en las ciudades y tierras de Hispania. Los Visigodos, tras ser admitidos como federados en el Imperio de Oriente y después de diversos avatares, emprenden, con Alarico, un largo y complicado periplo que les llevará incluso a sitiar y saquear Roma. Tras ello recibieron de Roma la Provincia gala de Aquitania comprometiéndose a defender el territorio de nuevas invasiones. Además, su compromiso se extendía a luchar contra los pueblos que habían invadido Hispania, lo que hicieron hasta el 418. Vencidos por los Francos en la batalla de Vouillé, debieron centrar su dominio en Hispania hasta que, con el rey Teudis (531-548), el reino visigodo se convierte expresamente en un reino hispano (545), con una provincia gala (Septimania). Leovigildo (573-586), afanado en conseguir la centralización del poder, lucha contra los bizantinos, contra los vascones y contra los suevos, venciendo a su rey Miro e incorporando Callaecia a su reino en 585, consiguiendo así la unificación territorial de Hispania. Su hijo Recaredo (586-601) se convierte al catolicismo, y en 589 promueve el III Concilio de Toledo en el que se adopta la católica como religión oficial del pueblo godo. 3.2. LAS SOCIEDADES FEUDALES EUROPEAS Y EL DESARROLLO URBANO; EL ROMÁNICO Y EL GÓTICO 3.2.1. EL FEUDALISMO Tras las invasiones germánicas, Europa se transforma en un mosaico de reinos independientes. La mentalidad y personalidad germánicas se unen con el espíritu y organización roma- nos y se impregnan con los principios doctrinales de la religión cristiana fructificando en un sistema social, político y económico que llamamos feudalismo. El feudalismo “es un conjunto de instituciones que crean y regulan las obligaciones de obediencia y servicio por parte de un hombre libre llamado vasallo para con otro también libre llamado señor y las obligaciones de protección y mantenimiento del señor respecto al vasallo” (Ganshof) La dependencia personal establecida entre señor y vasallo nace de un acto solemne de tipo sacramental, que se denomina “homenaje”, en el que el señor coge entre sus manos las manos del vasallo (“inmixtio manum”) reconociendo así éste la superioridad del señor. Ambos realizan alternativamente el juramento y declaración de fidelidad mutua (“sacramentum”) y el señor entrega al vasallo un símbolo del feudo entregado (“investidura”). El vasallo asume como compromiso guardar fidelidad al señor, no dañar al señor y ayudarle (auxilium) y asistirle con consejos (consilium). Por su parte el señor asume el compromiso de guardar fidelidad al vasallo, protegerle judicialmente y con las armas y mantenerle. Estas relaciones personales afectan a los diversos niveles de la sociedad medieval: rey- nobles, nobles-vasallos. En todo caso el tipo de relaciones fue muy variada. La expresión más habitual será la que deriva de instituciones ya existentes en la época romana: Commendatio, cesión de tierras a un señor a cambio de protección, cediendo éste a continuación la tierra para su cultivo (beneficio); a lo que se unirá el concepto de subordinación germánico basado en el juramento de fidelidad. 3.2.2. ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA Económicamente el feudo será la unidad básica. Supone un sistema de autarquía, todo lo necesario se produce en el feudo con lo cual se reduce el comercio considerablemente y, con ello, los intercambios monetarios. La monarquía es la forma política, el rey fundamenta su soberanía en su carisma y su poder económico (basado en las posesiones territoriales), además de los vínculos personales de dependencia que obligan a sus vasallos a guardarle fidelidad. El rey es el que imparte justicia y sus decisiones son inapelables. Los nobles, vasallos del rey, ayudan a éste, le aconsejan a través de Asambleas nobiliarias de carácter consultivo y, por su delegación, administran las regiones. 3.2.3. LAS CRUZADAS Pilar fundamental del mundo medieval europeo es el cristianismo, religión oficial del Imperio cuando es conquistado por los pueblos germánicos y asumida por éstos. La Iglesia alcanzará un extraordinario poder que se mide no sólo en el número de almas que la componen sino también en poder político y económico, siendo, a través de monasterios y obispos, parte del engranaje feudal al convertirse en auténticos señores con sus feudos y vasallos. Esta sociedad medieval cristiana tiene enfrente otra sociedad confesional en expansión, el Imperio musulmán, enemigo no sólo potencial sino efectivo que en el occidente conquista España y amenaza al resto de Europa, y en el oriente avasalla al Imperio Bizantino y conquista los Santos Lugares. Ante esta situación, el espíritu belicista de la sociedad feudal supera las raíces pacifistas originales del cristianismo y lleva a la misma a propugnar la reconquista y la lucha contra el creciente poder musulmán. Esto llevará a la convocatoria, entre 1090 y 1270 de ocho Cruzadas, expediciones armadas patrocinadas por reyes y nobles bajo el amparo de la Iglesia, que logra- ron éxitos pasajeros y fueron retos casi mitológicos para muchos caballeros sedientos de aventuras. Los intereses económicos comerciales no estuvieron ausentes de tales proyectos, mas, en realidad, constituyeron fundamentalmente una Guerra Santa al estilo musulmán. Godofredo de Bouillon patrocinó la primera, posteriormente, entre los organizadores de una de las cruzadas se contará el legendario Ricardo Corazón de León. Las consecuencias que para la sociedad medieval tuvieron las Cruzadas fueron importantísimas. Supusieron una expansión económica por la multiplicación del comercio, se elevó el nivel cultural por el contacto con árabes y bizantinos, el Papa alcanzó la cumbre de su poder temporal y surgieron órdenes militares de caballería que posteriormente influirían en la política de sus reinos. Además el arte se alimentó con influencias orientales, la literatura se enriqueció con la afluencia de temas realistas y fantásticos sobre las Cruzadas y el hombre europeo se reencontró con la cultura clásica preservada en Bizancio. 3.2.4. LAS CIUDADES Y EL COMERCIO Las ciudades ya habían perdido gran parte de su importancia al final del Imperio cuando se produjo un reflujo de población hacia el campo al disminuir las perspectivas económicas en las urbes. Durante la Alta Edad Media las ciudades pierden la mayor parte de su población e incluso algunas quedan deshabitadas. En torno a las viejas ciudades o en lugares nuevos irán surgiendo núcleos habitados por gentes marginadas del entramado socioeconómico feudal y por comerciantes (núcleos llamados burgos) que se harán también sedes de los talleres artesanales (maestros, oficiales, aprendices) luego unidos en gremios, la industria manufacturera medieval. Su creciente importancia económica hará que los reyes les concedan privilegios y leyes especiales (fueros, cartas pueblas...) que mantendrán su independencia de los señores feudales y generarán también discordias con ellos. Las ciudades terminarán por constituirse en un elemento transcendental. Dotadas de murallas y con sus propios ejércitos será un factor con el que contar en el equilibrio político de las monarquías medievales. El comercio y los gremios artesanales fueron los vértices de las ciudades medievales. Ciudades como Venecia, Génova o Barcelona se dedicaban al comercio mediterráneo; Gante o Bru- jas eran núcleos artesanales con importantes talleres textiles; en Alemania y las costas del Mar del Norte y del Báltico una serie de ciudades se asociaban para el tráfico comercial en la Liga hanseática... 3.2.5. LA SOCIEDAD FEUDAL La sociedad medieval es una sociedad estamental. Cada estamento ocupa una posición en el conjunto que es inalterable. Cada individuo nace, vive y muere en su estamento. Dicho conjunto forma una pirámide que podemos esquematizar del siguiente modo.
3.2.6. ROMÁNICO Y GÓTICO El arte románico. Rasgos definitorios. Tradición romana mezclada con influencias bizantinas, difundida por la reforma cluniaciense. El monasterio, con templo, manifestaciones fundamentales. Carácter: austeridad y recogimiento: contribuyen paramentos macizos. Elementos: arcos de medio punto con capiteles decorados. Planta del templo de cruz latina, crucero, ábsides, girola, capillas absidiales, torres. bóveda de cañón, sencilla o reforzada con arcos perpiaños o fajones sostenidos por contrafuertes o estribos en el exterior. La bóveda de arista, con arcos cruzados, aparece después. Naves laterales con dos pisos (superior triforio). Cubrición del crucero: cúpula sobre pechinas. Portadas arco medio punto, arquivoltas, jambas, tímpano, parteluz. Obras: Catedrales de Poitiers, Angulème y Clermont (Francia), Durham y Peterborough (Inglaterra), Spira, Maguncia y Worms (Alemania), Parma, Ferrara y Pisa (Italia), Santiago de Compostela, San Isidoro de León y Zamora (España) El arte gótico. Rasgos definitorios. Soluciones constructivas a la pesadez del románico surgen asociadas a la reforma monacal cisterciense. Elementos: bóveda de crucería, elemento esencial del edificio gótico. Arcos apuntados, arbotantes, botareles, pináculos, gabletes, vidrierías, rosetón con tracerías. El gótico robusto, s. XIII sencillez. El gótico gentil, s. XIV, efectos decorativos. El gótico flamígero, s. XV, máxima complicación, bóvedas estrelladas, trace- rías de formas sinuosas que recuerdan llamas (dando nombre al estilo), profusa decoración interior y exterior (frisos, gárgolas, pináculos) y con la aparición, junto al arco apuntado, del carpanel, escarzano y conopial. Obras: Catedrales de Nôtre-Dame de París, Chartres, Reims, Estrasburgo y Amiens (Francia), Colonia y Friburgo (Alemania), Siena, Orvieto, Milán, Venecia (Italia), Salisbury, York, Canterbury (Inglaterra), León, Burgos, Tole- do, Barcelona, Sevilla, Palma de Mallorca (España); Palacio de los Dux de Venecia, Palacio de la Señoría de Florencia, Lonja de Valencia, Casa del Cordón de Burgos, Palau de la Generalitat de Barcelona. 3.3. AL ANDALUS Y LOS REINOS CRISTIANOS EN LA ESPAÑA MEDIEVAL 3.3.1. LA ESPAÑA CRISTIANA Tras la invasión musulmana iniciada en 711, algunos nobles visigodos se refugian en las tierras montañosas del norte. En la zona occidental, la cornisa cantábrica, uno de esos nobles,D. Pelayo, consigue frenar el avance islámico tras la batalla de Covadonga e inicia la consolidación de un primer núcleo cristiano, el reino Astur-leonés. En la zona oriental, después de la victoria del rey de los francos Carlos Martel en la batalla de Poitiers, se constituye, bajo los auspicios de Carlomagno, la llamada Marca Hispánica, en cuyo seno se formarán una serie de condados catalanes y aragoneses. Una vez consolidados los primeros núcleos, España queda separada en dos ámbitos: uno cristiano, dividido en diferentes reinos, y otro musulmán. Sin embargo, debemos romper con el mito de dos mundos contrapuestos y permanentemente enfrentados en una guerra secular por el espacio peninsular y con la religión por estandarte; ambas partes de la realidad de la España medieval mantuvieron unas fluidas relaciones políticas, sociales, económicas y culturales que, a ráfagas, dejaban de ser amistosas y daban lugar a los grandes avances de la llamada “Reconquista”, proceso que protagoniza la historiografía tradicional del medioevo hispano. Al compás del avance reconquistador, la España cristiana evolucionará políticamente. En la zona occidental, tras la formación del Reino Astur-leonés, éste se dividirá, inicialmente en dos (s. X): León y Castilla. Ambos reinos experimentarán sucesivas uniones y des- uniones hasta la definitiva unión en 1230. Portugal, en el siglo XI también se separará de León, en este caso definitivamente. Entre el siglo X y el XI estos reinos consiguen avanzar frente a los musulmanes hasta alcanzar el Sistema Central. A finales del siglo XI, se produce la penetración en el valle del Tajo y se conquista Toledo (1086). En el siglo XII se va avanzando por el valle del Guadiana y en el XIII, se inicia la reconquista del valle del Guadalquivir, tras la batalla de Las Navas de Tolosa, con la conquista de Sevilla (1248) protagonizada por Fernando III el Santo, en quien se unieron en 1230 León y Castilla, y de Murcia, cuya incorporación a la corona castellana será obra del príncipe Alfonso, hijo del anterior, que reinaría como Alfonso X el Sabio. En la zona nororiental Navarra consolida su independencia ya en el siglo IX, pero su avance territorial se limita a la línea del río Ebro. Políticamente su vínculo con los condados aragoneses se mantendrá hasta que éstos, como reino de Aragón, se unan con los condados catalanes en el siglo XII formando la Corona Aragonesa. Precisamente esta unidad política será la que protagonice el auténtico avance reconquistador en la zona cuando Jaime I el Conquistador incorpore Valencia y Mallorca a la Corona en el siglo XIII. Tras los avances en Andalucía, Murcia, Valencia y Mallorca, la España musulmana queda reducida al Reino de Granada. De modo que hasta finales del siglo XV España queda dividida en cuatro reinos cristianos: Portugal, Castilla, Navarra y la Corona Aragonesa; y un reino musulmán: Granada. Al final de todo este proceso, España volverá, con los Reyes Católicos, a su unidad cristiana aunque con una importante minoría musulmana, los moriscos, y, para siempre, con un trascendentalísimo acervo cultural heredado de la cultura islámica. 3.3.2. LA ESPAÑA MUSULMANA En el año 711 el Estrecho fue testigo del paso de un grupo de gentes constituido por una minoría árabe y una mayoría beréber, cuyo objetivo, inicialmente, era el de ayudar a los partidarios del hijo del rey Vitiza, Akhila, en su pretensión de ocupar el trono visigodo para el que había sido elegido por los nobles Rodrigo. La victoria en la Batalla de Guadalete fue, a la larga, sólo el primer paso de un proceso más largo y complejo, un proceso que supondrá la caída de la estructura política del reino visigodo y abrirá en la Historia de España un capítulo de ocho siglos en el que su desarrollo se redactará con dos escrituras: deberemos, a partir de ese momento, hablar de una España musulmana y de una España cristiana, sin que eso suponga conceptuarlas como dos Historias totalmente aisladas. Tras el triunfo de Guadalete y la posterior derrota en la Batalla de Poitiers, el poder musulmán se centró en España siguiendo una evolución política que podemos resumir del siguiente modo: Fase de conquista. España es administrada por un jefe militar (valí) El Emirato Dependiente (hasta 756) El Emirato Independiente (756-912) El Califato (912-1031), proclamado por Abd-Al-Rahmán III, con capital en Córdoba Los Reinos de Taifas. Consecuencia de la desintegración del poder califal La unificación almorávide (1086-1145), llamados tras la conquista cristiana de Toledo Nuevos Reinos de Taifas (1145-1172) Invasión almohade (1172-1212) Nuevos Reinos de Taifas. Tras la derrota de los almohades en Las Navas de Tolosa. Después, sólo quedará el Reino de Granada Economía.- Se producen avances considerables en la explotación agrícola, introduciéndose ampliaciones considerables del regadío y nuevos productos como los agrios, arroz, caña de azúcar, algodón... y se intensifica el cultivo del olivo, destinando parte de la producción de aceite al comercio exterior, lino, esparto... Continúa la explotación de minas de oro, plata, cobre, hierro y mercurio, continuando vigentes los sistemas romanos de producción. Los principales pro- ductos serán los textiles (sedas, brocados), junto con los curtidos, cerámica, vidrio, armas, orfebrería, papel... Población y sociedad.- Desde el principio se manifestó la diversidad racial en la composición de la población de la España musulmana. Sobre la base de la población autóctona, se superpusieron los invasores, árabes y beréberes y a ellos se añadieron otras etnias que fueron llegan- do a la Península de forma sucesiva conformando el entramado social de la España musulmana en el que se contaban árabes (clase superior y dominante en algunas zonas), beréberes (de arraigo rural, dominantes en otras zonas), eslavos o sagaliba, (grupos de diversa procedencia pre- dominantes en algunos reinos), muladíes (indígenas convertidos al islam que ocupaban niveles sociales modestos, mozárabes (cristianos que manteniendo su fe, viven en territorio musulmán), judíos (presentes en diversas zonas). Cultura.- Es innegable el extraordinario nivel cultural que alcanzó la España musulmana en determinadas etapas y en determinadas disciplinas científicas y artísticas. Cabe destacar figuras como las de los filósofos Averroes y Avempace, el poeta, cultivador de muwashahas y zéjel, Ibn Quzman. Por otro lado la actividad constructiva y decorativa fue impresionante, estando regadas las tierras de España de numerosas muestras de ello. Por citar sólo algunos casos mencionemos los de Granada (Generalife, Alcazaba de la Alhambra), la mezquita de Córdoba, la Torre del Oro o la Giralda en Sevilla.
4. LAS SOCIEDADES DE LA ÉPOCA MODERNA 4.1. LAS SOCIEDADES DE ANTIGUO RÉGIMEN EN EUROPA 4.1.1. LA CULTURA RENACENTISTA (SIGLO XVI) 4.1.1.1. Crisis político - religiosa El Renacimiento supone un cambio diametral respecto a la Edad Media. Sus raíces parte del siglo XIII y su apogeo se produce en los siglos XV y XVI. Supone una nueva concepción del mundo, el hombre y las cosas que se gesta en la Baja Edad Media y conduce a Europa hacia una nueva dimensión social, política económica y cultural: Europa entra en la Edad Moderna. Política y socialmente se ponen las bases que con el tiempo darán paso a una nueva concepción del Estado y del papel del individuo en el mismo. Los avances técnicos y científicos, los descubrimientos geográficos, los cambios sociales y políticos y el desarrollo económico se interrelacionan, cambian la visión del Mundo y encaminan la historia hacia la universalidad. 4.1.1.2. Cambio económico A partir de la reactivación comercial posterior a las Cruzadas se va reafirmando la economía monetaria. La burguesía alcanza niveles importantes de riqueza y se convierte en el grupo social rector de la economía y de la administración de las ciudades. Surgen entidades de ahorro-préstamo y empresas mercantiles que crecen tras los descubrimientos geográficos. Se desarrolla el mercantilismo, incluso entrando en el juego las propias monarquías: derechos de aduana, acuñación de moneda..., y se procura la obtención de mono- polios y el control político por medio del dominio económico. La agricultura se transforma, tanto en cuanto a la producción, favoreciéndose la especialización en función de los intereses comerciales, cuanto a la estructura social, decayendo la relación feudal en favor de los arrendamientos y del trabajo asalariado. El nivel económico crece en importancia en cuanto a ser el factor determinante del nivel social, generándose un sistema mixto estamental-clasista. Aumenta la importancia de la burguesía, surge el proletariado urbano y rural y se generan ocasionales crisis sociales. 4.1.1.3. La cultura renacentista. Culturalmente, el Renacimiento supone la vuelta a la antigüedad clásica y la revisión crítica del mundo medieval. El cambio de mentalidad dará lugar a una eclosión de la cultura y a la aparición de nuevos conceptos: Individualismo: Afirmación del hombre como protagonista de la historia capacitado para transformar el mundo, en contraste con el fatalismo medieval. Humanismo: Estudio de las ciencias humanas (lenguas clásicas, filosofía, historia...). Neoplatonismo: Frente al aristotelismo escolástico (tendencia al paganismo por afirmación del papel del hombre en el mundo). Los humanistas cultivarán todas las ramas del saber bajo la protección de mecenas. Entre dichos humanistas podemos citar a Dante Alighieri, Bocaccio, Petrarca, Baltasar de Castiglione, Erasmo de Rotterdam o Juan Luis Vives. Esos estudios de las diferentes ramas del saber permitirán el avance en el conocimiento del cosmos, del hombre y de la técnica, produciéndose importantes descubrimientos en terrenos como Astronomía: Sistema heliocéntrico, esfericidad y rotación de la Tierra (Copérnico, Kepler, Galileo). Medicina: Fundamentos físico-químicos de la vida (Paracelso), circulación sanguínea (Servet). Técnica: Instrumentos de navegación (brújula, sextante); imprenta de tipos móviles (Güttemberg, 1445). El ideal de vida personal y social se alteran, tal como queda reflejado en “El Cortesano”, de Baltasar de Castiglione, y en “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo. El individuo instruido, culto, dueño de sí mismo, elegante, sereno, se siente independiente y autosuficiente. De este modo el cambio de conceptos políticos lleva también a la idea de individualidad, frente a la universalidad medieval, aparece un nacionalismo incipiente con la idea de un Estado fuerte independiente de la Iglesia. 4.1.1.4. El Arte del Renacimiento Todas las ramas artísticas eclosionan bajo el influjo de las nuevas ideas. La Literatura encuentra manos y mentes tan trascendentes como las de Rabelais, Ronsard, Tomás Moro, William Shakespeare, Garcilaso de la Vega... La Música da el paso de la música coral polifónica a la música instrumental (Palestrina). Por su lado, Arquitectura, Escultura y Pintura ven proliferar sus manifestaciones, que podemos resumir en el siguiente cuadro:
4.1.1.5. Descubrimientos geográficos Otro aspecto fundamental de la época del Renacimiento es la ruptura de los límites del escenario europeo con la incorporación al mundo conocido por los europeos de nuevas tierras. Tras las Cruzadas medievales y los viajes de Marco Polo, llegaron a Europa noticias de aquellas lejanas tierras y productos orientales (seda, especias...). La conquista turca de Constantinopla cerró las vías terrestres para el comercio de estos productos. La búsqueda de nuevas rutas y el afán renacentista por el conocimiento propiciaron el planteamiento de expediciones que ampliaron los horizontes. Portugal y España serán los protagonistas de estas primeras expediciones. Portugal buscará la ruta hacia Oriente bordeando África; España lo hará por el Occidente topándose con todo un continente. Todo esto servirá de punto de inicio de la proyección exterior de la cultura europea, ampliará el conocimiento del mundo, posibilitará el crecimiento económico (nuevos productos, meta- les...), abrirá el contacto con nuevas culturas y pondrá las bases del colonialismo.
4.1.2. LA RUPTURA DE LA UNIDAD RELIGIOSA El humanismo renacentista (afirmación del hombre), la divulgación de la cultura, la tendencia al paganismo y la corrupción de la Iglesia generan en determinados ambientes europeos rechazo de la tutela ideológica de la Iglesia y del principio de autoridad absoluta del Papa, además de un dura crítica frente a la riqueza de la Iglesia y la actitud mundana del clero: vida relajada, con prebendas y privilegios, alejados de su papel espiritual. Estas circunstancias preparan el ambiente favorable a los cambios dentro de la Iglesia. Martín Lutero, desde Alemania, será quien se encargue de dar el aldabonazo e inicie la llamada Reforma Protestante.
La reforma se difunde por Alemania, donde los príncipes la utilizan como arma frente al poder del emperador (Carlos I), por Suiza (Calvino, Zwinglio), Países Bajos, Escocia, Francia. En Inglaterra Enrique VIII protagoniza una particular reforma en la que la autoridad del Papa es la principal víctima. Como respuesta, la Iglesia realiza algunas reformas y combate al protestantismo intentando reafirmarse por medio del llamado humanismo cristiano. El Concilio de Trento, inicialmente intento de evitar la ruptura, concluirá con la reafirmación del cisma al ratificarse la Iglesia Católica en sus principios doctrinales 4.1.3. LA ÉPOCA DEL BARROCO (SIGLO XVII) El Barroco supone una nueva sensibilidad, sobre todo ante las formas artísticas, que emana del Renacimiento. Se inicia en Italia y tiene como bases el espíritu de la Contrarreforma y el absolutismo monárquico. Supone el rompimiento del mundo estable renacentista, por la división de la Iglesia y por la ruptura de la idea de un Universo armónico. Ante esta ruptura se pro- duce una reacción en el ámbito sociopolítico, buscando una mayor reglamentación, aumentan- do la autoridad real y centralizando la administración, y en el ámbito artístico, reflejando la idea de ruptura, rompiendo las líneas espaciales y buscando nuevas expresiones y la conquista del espacio. El arte pasará a jugar un papel propagandístico de la Contrarreforma. 4.1.3.1. Ideas políticas y filosóficas En la Filosofía destaca la búsqueda de métodos racionales para el conocimiento del mundo poniéndose las bases del racionalismo. Sus pilares fueron:
La teoría del Estado busca el contrapunto de la idea de ruptura antes mencionada: Es necesaria la Soberanía absoluta del rey, la centralización administrativa y la minuciosa organización del aparato del Estado. En definitiva se formulan los principios que rigen el Absolutismo monárquico que preside la Edad Moderna. Y entre sus formuladores figuran Tomás Hobbes, Jacques Bossuet, Melchor Cano o Francisco de Vitoria. 4.1.3.2. La cultura barroca El del Barroco es el siglo de la reacción Católica ante la Reforma protestante. Se produce una reactivación del sentimiento religioso paralelo al avance de la ideología racionalista y, consiguientemente, al alejamiento del misterio religioso y de la fe, que triunfará en los ambientes aristocráticos ilustrados del siglo XVIII. En la Literatura se manifiesta el predominio de las obras de carácter moralizador, ascético o satírico. En España es el llamado Siglo de Oro de las Letras. El panorama literario europeo se puede resumir en el siguiente cuadro:
La música experimenta un importante desarrollo, tanto la instrumental como la vocal. Es la época de Vivaldi, Purcell, Bach, Haendel, Haydn, Mozart. 4.1.3.2. El arte barroco
4.1.4. LA ÉPOCA DEL RACIONALISMO. LA ILUSTRACIÓN (SIGLO XVIII) El siglo XVIII es, desde el punto de vista filosófico, político, social y económico, la última consecuencia de los cambios de mentalidad iniciados en el Renacimiento, ampliados en el Barroco y culminados con la crisis religiosa de la Reforma. La Ilustración moverá las estructuras políticas propiciando el cambio de orientación del absolutismo monárquico barroco hacia el despotismo ilustrado y preparando las bases ideológicas que favorecerán la aparición del Estado Liberal. La difusión de la cultura, el enciclopedismo, jugará un papel fundamental en la construcción de las nuevas ideas, cuyo principio fundamental será la razón. 4.1.4.1. Ideas filosóficas, políticas y económicas La Ilustración, como conocemos al movimiento filosófico, tiene sus raíces en el humanismo renacentista, pasando por el racionalismo barroco (Descartes, Spinoza, Leibnitz) y por el auge de las ciencias, la investigación y la técnica. La Razón domina la naturaleza y es la fuerza transformadora de la realidad (Voltaire, Kant). Sus objetivos, métodos y vías podemos esquematizarlos así:
En principio las ideas ilustradas son utilizadas como justificación del poder absoluto de los monarcas lo que edifica el llamado Despotismo Ilustrado. Sobre la idea del poder divino como justificación del Estado y del poder absoluto del monarca, se impone la idea del Estado artificial, creado por el hombre y entregado, por medio de un contrato revocable, al Soberano. Éste debe perseguir la felicidad del pueblo (“todo para el pueblo pero sin el pueblo”). El Despotismo Ilustrado se dibujará como sistema basado en la razón, que, consecuentemente, procurará la racionalización de la administración y la organización del Estado huyendo de los particularismos. Esto conduce a la edificación del Estado sobre la centralización administrativa y una burocracia modernizada. Mientras el Despotismo Ilustrado se consolida, las mismas ideas de base que lo consolidan van evolucionando hacia postulados más avanzados: Así Montesquieu (“El espíritu de las leyes”), diseña la idea de la Monarquía constitucional, con la división de poderes:
Rousseau aporta la idea de la Soberanía nacional, según la cual el pueblo es el depositario del poder, los gobernantes deben ser meros funcionarios suyos. Desde el punto de vista de la economía, las nuevas ideas conducen hacia el liberalismo. La economía debe ser un ordenamiento natural no controlado por el Estado. Se debe reconocer la propiedad privada y la iniciativa privada con una libre concurrencia en el comercio. Adam Smith, fijaba como origen de toda riqueza el trabajo, sobre el cual afirmaba la necesidad de una división racional. La ley de la oferta y la demanda y la libre competencia debía presidir las relaciones económicas. Por lo que respecta a la sociedad, por derivación necesaria de los principios antes citados, debía organizarse de acuerdo con la riqueza que cada individuo fuera capaz de lograr, una estructura social, pues, basada en las clases, niveles abiertos a los que se adscribirían los individuos en función de sus rentas. 4.1.4.2. Los avances científicos El racionalismo imperante favorecerá el progreso del conocimiento, la investigación y, consecuentemente, los avances técnicos. Las Matemáticas fueron disciplina casi de culto. Las Ciencias Naturales (Buffon, Linneo) alcanzaron gran difusión, basándose esencialmente en el afán de clasificación de especies. Las investigaciones sobre Física (Fahrenheit, Celsius, Franklin) llevaron a la aparición de innovaciones técnicas (Watt y su máquina de vapor). También hubo importantes avances en Química (Lavoisier), Astronomía (Laplace), Medicina (vacunas, medidas higiénicas)...Todo el saber de la época fue recopilado en la famosa Enciclopedia (L'enci- clopedie française), obra realizada por Diderot y d'Alambert, fundamentalmente. 4.2. HEGEMONÍA Y DECADENCIA DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA 4.2.1. LA HEGEMONÍA ESPAÑOLA (SIGLOS XVI Y XVII) Para España el Renacimiento supone el inicio de la etapa más brillante de su historia al convertirse en la primera potencia mundial. La salida de la Edad Media se produce con la unificación dinástica de los dos principales reinos peninsulares, Castilla y Aragón, gracias al matrimonio de sus reyes Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, la conquista de Granada, la incorporación de Navarra y el inicio de la expansión exterior americana. Carlos I, nacido en Gante, en los Países Bajos, posesión de su padre Felipe de Habsburgo, recibirá en su persona la herencia de los reinos de Castilla y Aragón, uniendo definitivamente ambas coronas. Además, recibe las posesiones americanas, en continuo proceso de ampliación, y las mediterráneas aragonesas (Cerdeña, Sicilia, Nápoles). De su padre hereda los Países Bajos y el derecho a presentarse como candidato a Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Precisamente, sus pretensiones imperiales motivaron indirectamente uno de los más significativos conflictos de su reinado: el movimiento de los comuneros en Castilla; y su posterior elección como Carlos V, amén de ampliar el horizonte de sus posesiones, le hizo protagonista del más significativo de tales conflictos: el cisma de la Iglesia tras la reforma protestante. Felipe II, salvo el Imperio, recibió todas las posesiones de su padre Carlos. Hizo valer el predominio español forzando a Francia a reconocer su hegemonía. Tuvo que hacer frente al empuje de los turcos, frente a los cuales obtuvo la importante victoria de Lepanto (1571). Se enfrentó con éxito inicial a la sublevación de los Países Bajos con Guillermo de Orange a la cabeza, aunque no terminó de controlar nunca del todo la situación a pesar de la intervención de personajes tan significativos como el duque de Alba, Alejandro Farnesio, Juan de Austria o Luis de Requesens. Además, Felipe II incorporó a su corona la de Portugal que, desde 1580, se mantendrá unido a España hasta 1640. Por otro lado la tradicional rivalidad con Francia tuvo también tintes de guerra de religión al combatir en la Guerra de los Tres Enriques en favor del católico Enrique de Guisa frente a los hugonotes. Y en el enfrentamiento con Inglaterra, también con tintes de guerra de religión por la reforma anglicana, tendrá lugar el desastre de la llamada Armada Invencible. Con Felipe III, la crisis económica sirvió de anuncio al paulatino declinar del predominio español. Instauró un sistema de administración en el que el rey dejó las labores de gobierno en manos de un valido, que asumió todo el poder mientras el rey se dedicaba a la cómoda vida palaciega. El duque de Lerma y el duque de Uceda fueron sus validos; entre ambos conduje- ron a la economía española a la bancarrota. Hecho importante de su reinado fue, además, la expulsión de los moriscos, lo cual aumentó los problemas económicos para el Estado. Felipe IV continuó con el sistema de validos. El suyo, y personaje trascendental en la historia española, fue el conde-duque de Olivares quien intentó sin pleno éxito revitalizar la economía española. Con Carlos II, aunque ya de lleno en la etapa barroca, finalizará la etapa del predominio español, sobre todo cuando, muerto sin descendencia, se entable la Guerra de Sucesión que consagrará el descenso a un segundo plano de la política española frente a la inglesa y la francesa. 4.2.2. LA DECADENCIA DEL PREDOMINIO ESPAÑOL. LOS PRIMEROS BORBONES (SIGLO XVIII) En España el nuevo orden, desde el absolutismo al despotismo ilustrado, vendrá de la mano del cambio dinástico. Carlos II muere en 1700 habiendo dejado como heredero testamentario a Felipe d'Anjou, segundo hijo de Luis XIV de Francia y su hermanastra María Teresa (hija de Felipe IV y su primera esposa Isabel de Borbón), que reinará como Felipe V. Su acceso al trono fue acompañado del inicio de una Guerra de Sucesión. La perspectiva de una vinculación dinástica entre España y Francia despertó los temores de las demás potencias. Ante la situación se va a formar una Gran Alianza integrada por el Imperio, Inglaterra y Holanda y partidaria de la candidatura del Archiduque Carlos de Austria. La Alianza declara la guerra en Septiembre de 1701. Poco después se les une Portugal. También en el interior se formaron bandos de apoyo a uno u otro de los pretendientes. Tras 10 años de guerra las potencias enfrentadas comienzan a negociar en 1711. Fruto de las negociaciones son los Tratados de Utrecht-Rastadt, con importantes cesiones por parte de España, que pierde su papel hegemónico en beneficio de Francia. Desde el principio la Corte española se impregna de influencias francesas ante la debilidad de los Ministros españoles. Estas influencias tendrán como consecuencia inmediata la reorganización del Estado bajo el prisma del Racionalismo centralista lo que supondrá, por medio de los Decretos de Nueva Planta: Anulación de la autonomía municipal. Abolición de los fueros de la Corona de Aragón. Creación de las Secretarías de Estado y de Despacho. Cada Secretaría tenía a su frente un Secretario nombrado por el Rey. Los antiguos Consejos perdieron poder y sólo el Consejo de Castilla se mantuvo como un auténtico Ministerio del Interior. Fernando VI (1746-1759), dada la situación del final del reinado anterior, optó por seguir los consejos del ministro de su padre, Patiño, y buscar el aislamiento y el pacifismo por la vía de la neutralidad. El reinado de Carlos III (1759-1788), hermano de Fernando VI, supone para España la plenitud del Despotismo Ilustrado. Continúa la política reformista iniciada en el reinado anterior. Es la etapa de las grandes reformas impulsadas por el propio monarca y sus ministros Campomanes y Floridablanca. La Revolución francesa presidió los momentos iniciales del reinado de Carlos IV (1788- 1808), causando una crisis ideológica entre los ilustrados partidarios de la Revolución y los opositores. Por otro lado, el sistema de alianzas entra en crisis, lo que afecta esencialmente a España que se ve sola ante su tradicional enemigo Inglaterra. El rey nombró al favorito de la reina María Luisa, Manuel Godoy, que pasa por ser el gobernante más representativo del reinado. Ante los hechos en Francia, Godoy favoreció una alianza con Inglaterra. Tras el fracaso de la misma (desembarco fallido en Tolon), Godoy se decidió a pactar con la nueva Francia y después de la Paz de Basilea (1795) firmó el Tratado de San Ildefonso (1796), que llevó a España, al subir al poder en Francia Napoleón, a la guerra con Inglaterra y al sacrificio de la armada en Trafalgar. Posteriormente se firmó el Tratado de Fontainebleau en el que se establecía el reparto de Portugal entre España y Francia y que sirvió de excusa para la invasión francesa de nuestro territorio. La Ilustración en España.- Cabe destacar la creación de las Sociedades Económicas de Amigos del País impulsadas por Campomanes. La preocupación por los asuntos económicos y el reformismo propio de los ilustrados dio frutos como el Informe de la Ley agraria de Jovellanos. Hubo reformas de la enseñanza, considerada ya como un servicio público. Se impulsaron las obras públicas (carreteras, pantanos, canales, planes urbanísticos) y la repoblación (Sierra Morena con colonos suizos y alemanes). Y se prestó especial atención a las instituciones culturales: Librería Real, base de la Biblioteca Nacional, fundada por Felipe V, Reales Academias de la Lengua, Medicina, Historia, etc.
5. SOCIEDADES DEL ÁMBITO NO EUROPEO DURANTE LA EDAD MEDIA Y MODERNA 5.1. SOCIEDAD Y CULTURA ISLÁMICA DURANTE LA EDAD MEDIA Conviene dar una visión general de lo que fue el inicio de la expansión islámica y sus principios doctrinales. Mahoma (=el glorificado), predica desde 610 la venida del juicio final y la existencia del Dios único Alá, admitiendo las doctrinas de profetas anteriores a él (Noé, Abraham, Moisés, Jesús). Los pilares de la fe islámica son: 1.- Profesión de fe: no hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta. 2.- Oración cinco veces al día en dirección a la ciudad santa de La Meca. 3.- Dar limosna. 4.- Ayunar durante los días del mes Ramadán. 5.- Peregrinar a la Meca al menos una vez en la vida. Las fuentes doctrinales son El Corán, libro sagrado dictado por Mahoma, la sunna, o tradición de los hechos y dichos del profeta, y la Iyma (acuerdo unánime de los creyentes). La Yihad o guerra santa fue incluida posteriormente como justificación a la expansión de la fe y vía segura de alcanzar el paraíso para quienes en ella murieran. Mahoma puso las bases doctrinales e inició un proceso cultural de gran trascendencia que considera como su propio punto de partida la Hégira (huida de Mahoma de La Meca a Medina), el 15 de junio de 622. Tras la muerte de Mahoma (632), se inicia la expansión territorial fuera de Arabia por los sucesores de Mahoma, extendiéndose a lo largo del siglo VII por el Próximo Oriente, Afganistán, e incluso India, y, por el occidente, por el norte de África. Las principales etapas que se abren desde este momento son: Época de los Califas Electivos (Omar, Otmán y Alí) (632-661) Dinastía Omeya (661-750) Dinastía Abbasida (750-1258). Desde el s. IX se producen sucesivas independencias loca- les (Al-Andalus, Magreb, Ifrikiya, Egipto…) de modo que el Califa queda como autoridad meramente religiosa. Ocasionalmente, grupos integristas intentan localmente recuperar una autoridad política imperial (fatimíes, almorávides, almohades). Los territorios orientales, además, caen primero en manos de los mongoles de Tamerlán, después se forma el Imperio persa chiíta y posteriormente los turcos otomanos se hacen con el control de territorios cada vez más extensos convirtiéndose finalmente en los artífices de la reconstrucción de un nuevo gran imperio islámico. Imperio Turco Otomano. Se va consolidando durante el siglo XIV y alcanza momentos de esplendor entre 1413 y 1566. Momento en el que se sitúa la toma de Bizancio (1453) y con ello la caída del Imperio Romano de Oriente o Bizantino. Es la época del avance en los Balcanes con Solimán II el Magnífico, después del cual se inicia una crisis que tendrá como punto culminante la derrota de Lepanto (1571) 5.2. LAS CULTURAS PRECOLOMBINAS Desde 15.000 a.C. se producen sucesivas oleadas migratorias hacia América desde Asia a través del estrecho de Béring y se va produciendo el avance hacia el sur. Sobre la base de culturas Neolíticas se inicia el Periodo Arcaico que durará hasta el año 100. A partir de esa fecha se desarrolla el llamado Periodo Clásico en el que, en determinadas zonas empezarán a formarse grandes ciudades-estado y terminarán por surgir grandes imperios. Las zonas de mayor avance cultural y civilización son Mesoamérica y la parte central andina. Mesoamérica Se suceden culturas importantes como Olmecas (200-500), Toltecas (Hacia 800),Mixtecas, Zapotecas. Aztecas y Mayas serán los pueblos más avanzados con los que se encontrarán los descubridores españoles. Los Aztecas, tras la fundación de su capital Tenochtitlán (hacia 1325), iniciarán su fase de apogeo con monarcas absolutos como ITZCOATL y MOCTEZUMA II, quien cayó derrotado ante HERNÁN CORTÉS. Los Mayas conocieron un desarrollo cultural importante (Calendario, cosmogonía...) desde el Imperio Antiguo (s. IV a VII) al Nuevo Imperio (s. XV). Su capital: Chichén- Itzá. América del Sur Con el precedente de culturas como Chavin, Tiahuanaco, Recuay, Nazca y Chimú, se forja el reino Inca de los Quechúa, cuya capital Cuzco fue fundada por Manco Capac. Desde 1438 se inicia la expansión del Imperio Inca con Pachacutic y continuará con incas como Tupac Yupanqui y Huayna Capac hasta que Atahualpa fuera apresado y muerto por Francisco Pizarro en 1532.
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