Para sacar buenos resultados en los exámenes es necesario algo más que buena memoria. Una buena planificación y una estrategia de estudio son fundamentales para alcanzar nuestros objetivos académicos.
Técnicas vs Estrategias de Estudio
Cuando hablamos de técnicas de estudio nos referimos al método que utilizamos para estudiar (usar mapas mentales, subrayar o hacer resúmenes, hacer tests, etc.). Sin embargo, una estrategia de estudio va mucho más allá. Con estrategia de estudio nos referimos a la mentalidad con la que afrontamos nuestro aprendizaje, por lo que está orientada al largo plazo e involucra tanto nuestra planificación como nuestros objetivos de estudio.
3 Estrategias de Estudio que Funcionan
1.Estudia ofensivamente
Si hacemos una analogía con el mundo del deporte, un buen ataque es la mejor defensa. Si solo estás preocupado por defenderte en el examen, apenas progresarás en tu proceso de aprendizaje. Muchos estudiantes miran las materias y piensan “mejor estudio esto por si entra en el examen”. Con esta actitud, el estudiante ya está diciendo que lo único que le importa es el examen en sí. Las posibilidades de que el material se asimile realmente y se retenga en la memoria son bastante pequeñas.
En lugar de esto, te recomendamos “estudiar ofensivamente”. Piensa “voy a dominar este tema porque es importante e interesante para mí. Si aparece en el examen, no tendré ningún problema”. Piensa en el examen como un reto y una oportunidad de conseguir puntos, no juegues defensivamente, pensando que puedes perder el partido.
Sin embargo, es importante alcanzar un equilibrio si decides seguir esta estrategia. Si te muestras demasiado confiado, esto también puede ser perjudicial. Respeta a tu rival (en este caso, el examen y la propia asignatura) y no celebres la victoria hasta conseguirla.
BONUS: Estudia en Grupo
2. Utiliza el aprendizaje emotivo
La inteligencia emocional es la facultad de reconocer y comprender las emociones que nos afectan en un momento determinado. Si vamos un paso más allá y conocemos también las causas de estas emociones, estaremos un paso más cerca de manipularlas a nuestro favor.
Esto es lo que llamamos “aprendizaje emotivo”, es decir, conseguir alcanzar el ambiente emocional más favorable para desarrollar lo que nos proponemos. En este caso, se tratará del aprendizaje de una asignatura concreta.
Para llevar a cabo este aprendizaje emotivo es necesario tener en cuenta los paradigmas, que actúan como los marcos de referencia de nuestra mente para asimilar la realidad que percibimos. Comprender esto es fundamental para nuestro estudio, ya que nuestra realidad interna, que en definitiva es la única realidad que tenemos, está totalmente influenciada por afirmaciones o paradigmas.
En definitiva, aunque todo esto pueda parecer un poco confuso, debemos aprender a hacer uso de nuestra inteligencia emocional, para neutralizar o eliminar los paradigmas desfavorables (un ejemplo sería: “esta asignatura es imposible”) y aumentar la fuerza de los paradigmas positivos (por ejemplo: “yo soy capaz de aprobar esta asignatura”), para que funcione como una verdad que juega a nuestro favor.
3. Aprende de tus errores
La misma escena se repite entre muchos estudiantes: ir a comprobar el resultado de un examen, enfadarse y usar esa circunstancia para presionarse a sí mismo aún más para el siguiente examen. Esto supone perder una oportunidad muy importante de mejorar nuestro aprendizaje.
Una vez que recibas el resultado de un examen, de nada sirve enfadarse o ponerse nervioso. En cambio, este es el mejor momento para analizar en qué fallaste y aprender de tus errores. Un mal resultado en un examen habla e intenta trasmitirte que algo está fallando. Párate, escucha y actúa en consecuencia.
Combina estas estrategias de estudio con una buena planificación y unas técnicas de estudio que se adapten a tu estilo de aprendizaje y ¡no habrá nada que te detenga!