Una cultura inclusiva indica que existe un ambiente en el que se cultivan el respeto, la equidad y el reconocimiento positivo de las diferencias, y la respuesta social e institucional a la discapacidad no impide que se dé una experiencia de empleo positiva.
Hopkins, Ainscow y West diseñaron una clasificación de análisis para identificar la cultura escolar, basándose en dos dimensiones: eficacia de los resultados y dinamismo de sus procesos.
Los actores en la cultura escolar son los directivos, profesores, alumnos, profesionales de apoyo, personal administrativo y de intendencia, los padres de familia y hasta la comunidad de los alrededores conforman e integran una institución académica.
Se denomina a la barrera inclusiva como todo aquel factor del contexto que dificulta o limita el pleno acceso a la educación y a las oportunidades de aprendizaje de niñas, niños y jóvenes.