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Muchas de las obras arquitectónicas clásicas se caracterizaban por la policromía; sin embargo, esta suele ser [blank_start]vulnerable[blank_end] y [blank_start]débil[blank_end]. Entre sus alteraciones más habituales, podemos encontrar la falta de [blank_start]adherencia[blank_end], las modificaciones de color, el oscurecimiento de [blank_start]barnices[blank_end], la suciedad y el polvo. No obstante, en los últimos años son varias las técnicas que han surgido para corregir estas [blank_start]desviaciones[blank_end] y evitar así la erosión del color.

En la región leonesa la [blank_start]trashumancia[blank_end] a pie terminó definitivamente a mediados del siglo XX con el [blank_start]auge[blank_end] del ferrocarril. Así, en los primeros años de esta centuria se estrenaron las primeras estaciones que, con [blank_start]ahínco[blank_end], trasladaban los rebaños desde Astorga hasta los puertos de la montaña, como Babia o Laciana. Ello permitió que los ganaderos [blank_start]obtuvieran[blank_end] mayores ganancias y evitaran el [blank_start]hartazgo[blank_end] que suponía tener que recorrer parte de la geografía española a pie y bajo todo tipo de [blank_start]adversidades[blank_end].

Los organismos públicos mantienen líneas de [blank_start]subvención[blank_end] para las actividades más [blank_start]heteróclitas[blank_end] que se puedan imaginar, algunas de ellas bastante alejadas de cualquier propósito social. Es por ello por lo que ciertos políticos, al entrar a formar parte de dichos organismos, intentan aplicar criterios de [blank_start]civilidad[blank_end] y [blank_start]racionabilidad[blank_end] con el objetivo de que sus inversiones beneficien realmente a la sociedad.

El día era apacible, por lo que decidimos [blank_start]huir[blank_end] del calor de [blank_start]asfalto[blank_end] de la ciudad y dar un paseo por el campo. No obstante, las buenas temperaturas habían despertado de su [blank_start]hibernación[blank_end] a todo tipo de animales y, sin darme cuenta, puse el pie junto a una [blank_start]víbora[blank_end] que se calentaba bajo el sol. No podía moverme y terminé convirtiéndome en su [blank_start]esclavo[blank_end], esperando a que alguna distracción o [blank_start]advertencia[blank_end] la obligase a moverse del sitio.

Si viajas por ciertas zonas de África, como la región de Namib, puedes encontrar verdaderas villas alemanas, situadas en lugares [blank_start]inhóspitos[blank_end] y concebidas como lugares de [blank_start]evasión[blank_end]. En ellas sorprende encontrar toda clase de lujos, como objetos de oro, marfil o [blank_start]ébano[blank_end]; incluso, una vez visité una villa que contaba con una fábrica que, con [blank_start]anhelo[blank_end], elaboraba cerveza al más puro estilo [blank_start]bávaro[blank_end].

Ciertos [blank_start]investigadores[blank_end] critican la importancia, cada vez mayor, que se le está dando a terapias como la acupuntura y la [blank_start]homeopatía[blank_end], pues consideran que no hay estudios que avalen su efectividad. Según los expertos, si estas terapias finalmente se incorporan al sistema sanitario, será por haber conseguido una gran [blank_start]credibilidad[blank_end] entre el público que, [blank_start]enardecido[blank_end], considera que es una opción más saludable para aliviar sus dolencias.

El hotel está en un [blank_start]enclave[blank_end] privilegiado, rodeado de verdes bosques, donde toda clase de [blank_start]herbívoros[blank_end] pastan en busca de alimento. Se trata de un palacio gótico de ladrillo rojo, suspendido en arcos y torreones. El camino a la entrada consiste en senderos de piedra, sembrados de fuentes de las que emergen querubines [blank_start]enmohecidos[blank_end] y que dan al lugar una sensación de [blank_start]caos[blank_end] y falta de [blank_start]coherencia[blank_end].

En el Renacimiento Galileo se presentaba como un [blank_start]soberbio[blank_end] y un [blank_start]subversivo[blank_end], pues su teoría [blank_start]heliocéntrica[blank_end] era vista como [blank_start]herética[blank_end] a los ojos de la ortodoxia religiosa. Lo que para Galileo era un perfecto ejemplo de inducción y [blank_start]observación[blank_end] de la realidad, para otros se antojaba una [blank_start]desviación[blank_end] intelectual y una provocación que ponía en peligro el sistema social y político. Pese a ello, las continuas amenazas no [blank_start]cohibieron[blank_end] a Galileo de pronunciar su famosa frase «y, sin embargo, se mueve» tras [blank_start]abjurar[blank_end] de su visión ante el tribunal de la Inquisición.

En la portada del libro aparecía una fotografía del autor con un aire despreocupado y [blank_start]desahogado[blank_end] que le hacía parecer unos años más joven. Se definía a sí mismo como un [blank_start]bohemio[blank_end] diplomado al que le gustaba [blank_start]exhibir[blank_end] sus dotes poéticas ante las más altas esferas. Sin embargo, los críticos lo tachaban de arrogante y pretencioso, cuyas figuras retóricas, aparte de [blank_start]obvias[blank_end], [blank_start]sucumbían[blank_end] a la desidia y a una falta de interés por la profesión. Es por ello por lo que, de manera despectiva, decidieron apodarlo «el [blank_start]mancebo[blank_end]».