«la terapia narrativa es una serie de ideas y prácticas informadas por la metáfora narrativa y la tradición no-estructuralista de la identidad, que contribuyen con las personas al desarrollo de su sentido de agencia personal que les permite tomar acción en sus vidas en direcciones que calzan con aquello que es importante para ellas, con aquello a lo cual asignan valor en sus vidas».
«una serie de prácticas terapéuticas en las cuales las historias que las personas cuentan acerca de sus vidas toman protagonismo en la conversación. El terapeuta realiza esfuerzos por generar un contexto en el que las personas puedan contar historias acerca de sus identidades, historias de vida preferidas, historias que no han tenido la oportunidad de ser contadas y reconocidas».
«una serie de prácticas en la que las terapeutas están interesadas en los procesos en que las personas construyen significados de las experiencias de sus vidas. A través de la narración y re-narración de historias preferidas animan un proceso de construcción de significado. De este modo, trabajan para hacer visibles -y audibles- aquellas historias de vida asociadas con nuevas maneras de construir la propia identidad y que promueven acciones más congruentes con aquello que es importante para las personas en sus vidas, con lo que valoran».
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¿Por qué son importantes las historias?
Las Historias
Cuando en terapia narrativa hablamos de historias, nos referimos a:
1. una serie de eventos,
2. vinculados en una secuencia,
3. a través del tiempo,
4. en torno a una trama, tema o plot (White & Epston, 1989a, 1990; Morgan, 2000).
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Bruner (1991: 67) comenta: ‘narrar una historia supone ineludiblemente adoptar una postura moral, aun cuando sea una postura moral contra las posturas morales’.
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Según Bruner (1991: 68) ‘del tejido de la acción y la intencionalidad humanas’, por tanto, es a través de la narración de historias que estamos posibilitados a interpretar nuestras vidas dando sentido a lo que hacemos.
Nuevas historias cuyos significados sean más congruentes con aquello que las personas prefieren en sus vidas, aquello a lo cual asignan valor. Historias que estaban subyugadas e invisibles y que pueden estar más asociadas a conclusiones de identidad preferidas para las personas, historias que promuevan acciones que antes -teniendo solo acceso a una historia dominante singular- no estaban disponibles para las personas.
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White (2007) describe como: Una sensación de ser capaz de regular la propia vida, de intervenir la vida de uno para afectar su curso de acuerdo a las propias intenciones, y hacer esto de maneras que estén moldeadas por los propios conocimientos de vida y habilidades para vivir (263-264).
A través de preguntas descentradas e influyentes, el terapeuta colabora con la persona en tener acceso y desarrollar de manera enriquecida las historias subyugadas preferidas, las cuales le ofrecen un acceso más completo a sus propias experiencias de vida y una sensación fortalecida de identidad. Este proceso es conocido como reautoría o reescritura de la vida (re-authoring) (White, 1995).
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Nuestros esfuerzos como terapeutas narrativos van a estar puestos en influir de una manera descentrada para que la persona que consulta tenga acceso a lugares negados de sus vidas que pueden hacer una diferencia, que hacen justicia con la complejidad de su experiencia y que la acercan a una experiencia más completa de sí mismas.
H. Dominante:
«soy muy inseguro, me cuesta mucho tomar decisiones, siempre espero que otros hablen primero y casi nunca digo mi opinión»
«por ejemplo, cuando me quiero comprar ropa siempre pienso en qué van a pensar los otros, pierdo mucho tiempo y al final no compro nada, a no ser que alguien prácticamente me elija las cosas»
«creo que porque soy así, raro, es que no tengo pareja, me encierro, ya casi no tengo amigos y estoy perdiendo las ganas de vivir».
Lo que estamos escuchando aquí es una serie de eventos asociados a la historia de la ‘inseguridad’. Esta es una historia única-dominante que alimenta ciertas categorías y conclusiones de identidad.
Las historias dominantes totalizan la identidad de las personas, la que se aprisiona en estas conclusiones negativas sobre quiénes son, que adquieren la categoría de ‘verdad’. Son relatos que encapsulan la identidad en una sola historia que no hace justicia a la complejidad de la experiencia vivida y a la riqueza que puede estar disponible en la propia vida, respecto de las múltiples historias que la experiencia tiene como potencial a desarrollar.
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Acceso a historias subordinadas preferidas y reescritura de la vida
Cuando las historias dominantes y las conclusiones de identidad a las que invitan adquieren el grado de ‘verdad’ para la persona, se hace más difícil contradecirlas. Para esto, White encontró que el proceso de deconstrucción (Derrida, 1973, 1976, 1978) podía ser útil en la recategorización de las ‘verdades’. Este proceso de deconstrucción (en inglés, deconstruction) hace referencia al proceso de historiar las ‘verdades’. Al historiar las ‘verdades’ o las ideas ‘dadas por sentadas’, se cuestiona el grado de ‘verdad’ que adquirieron en algún punto del tiempo y se vuelven a ubicar en el contexto sociohistórico donde fueron desarrolladas.
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preguntas descentradas pero influyentes
- La identificación de excepciones, finales únicos o iniciativas Las excepciones y/o iniciativas (Goffman, 1970) son eventos o acciones que contradicen la historia dominante.
- Externalización del problema Esta práctica alude a utilizar el lenguaje de manera tal que dé cuenta de una comprensión diferente de la identidad de las personas.
- Identificar lo ausente pero implícito. Esto alude a que todo lo que hablamos es testimonio de una diferencia. Todo lo dicho, es decir, aquello que está presente y explícito en el relato, es en relación a aquello no dicho, por tanto, aquello que está ausente pero implícito en el relato.
Una vez que tenemos acceso a alguna de las historias preferidas de las personas, nos interesa habilitar un proceso de reautoría y enriquecimiento de ellas.
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Las conversaciones de reautoría implican animar un proceso de construcción de historias. White, interesado en los trabajos de Jerome Bruner (1991, 2010) propone influir en las conversaciones promoviendo la narración de las historias a través de dos panoramas o territorios (landscape) que son los que componen una historia:
1. Panorama o territorio de acción. Se compone de una serie de eventos vinculados en una secuencia en torno a un tema y a través del tiempo. Aquí encontramos las acciones / hechos, personas, lugares, épocas, olores, etc. de una historia: ‘¿Me puedes dar un ejemplo que me ayude a entender mejor esta sensación de bienestar en familia que te gusta? ¿Dónde y cuándo fue? ¿Me puedes hablar un poco más de ese día? ¿Quiénes estaban ahí? ¿Qué cosas contribuyeron a hacer una diferencia?
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2. Panorama o territorio de identidad. Los estados intencionales (deseos, valores, propósitos, esperanzas, compromisos, sueños, etc.) asociados a la interpretación de las experiencias del panorama de acción: ‘¿Qué había importante para ti en esta experiencia que me contaste? ¿Qué valoras de esa experiencia? ¿Con qué compromisos se vincula el evento que me contaste?
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Documentando las historias preferidas
Vivimos en una cultura en la que los documentos son un importante medio para configurar, confirmar o reafirmar identidades, como un título universitario, un certificado de matrimonio, una cédula de identidad vinculada a la nacionalidad, certificados de género, etc.
También un importante desarrollo de documentos que promueven conclusiones de identidades empobrecidas y/o negativas. Ejemplos de esto son miles: ‘certificado de condicionalidad escolar vinculado a formas agresivas de ser’, ‘informe de antecedentes penales’, ‘informes de deudas bancarias’, ‘certificados de cesantía’, ‘algunas nacionalidades identificadas como terroristas’, etc.
Por esto es que estamos interesados en la producción de documentos -contradocumentos de identidad- que den cuenta, hagan disponible y contribuyan a fortalecer las historias preferidas para las personas. Habiendo desarrollado una historia preferida (‘reautoriado’ o reescrito), o incluso solo habiendo identificado una excepción, iniciativa o respuesta de la persona, Ítalo Latorre Gentoso, un documento terapéutico de identidad puede asistirnos en el proceso de desarrollar las historias preferidas.
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Algunos conocimientos y destrezas de un terapeuta narrativo:
1. Lograr escuchar excepciones, iniciativas y aquello ausente pero implícito es un primer y muy importante paso para abrir la puerta a la historia subyugada.
2. Las personas son las expertas en sus propias vidas, las únicas que pueden saber con certeza qué es importante para ellas.
3. Saber acerca de la estructura narrativa, es decir, cómo se desarrolla una historia. El terapeuta narrativo requiere desarrollar destrezas vinculadas a la formulación de preguntas que den acceso a los panoramas o territorios de acción e identidad. Estas preguntas, a su vez, necesitan que el terapeuta desarrolle una genuina curiosidad y un interés por influir en el desarrollo de historias preferidas.
4. La postura ética asociada al aforismo de White (1989b): ‘la persona no es el problema, el problema es el problema’. Es una forma diferente de entender la identidad y las relaciones que requiere de un esfuerzo en la adecuación de nuestra forma de expresarnos o de hablar a una que encaje con ella.
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(1)Las personas no somos los problemas, tenemos una relación con ellos; (2) Los problemas son producidos como tales desde una o más interpretaciones de la vida que se ponen en juego;(3) Estas interpretaciones son apoyados por discursos sociales;(4) Estos discursos sociales son reproducidos en las relaciones de poder;(5) Las personas tenemos intenciones que los problemas invisibilizan;(6) Estas intenciones tienen que ver con interpretaciones de la vida que han sido subordinadas por otras dominantes;(7) Cuando estas otras interpretaciones de la vida tienen la oportunidad de ser significadas e insertas en un marco de historia, invitan a acciones más congruentes con las intenciones de las personas y con lo que es importante para ellas.
Correlación en entre pasos
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Cuando era un niño fueron los mapas los que hicieron posible para mí poder soñar con esos otros mundos y transportarme a ellos con mi imaginación (2007: 3).
Cuando nos sentamos juntos, sé que nos estamos embarcando en un viaje cuyo destino no podría específicamente precisar y a través de rutas que no pueden ser predeterminadas. Sé que probablemente tomaremos rutas de escenarios extraordinarios a estos destinos desconocidos. Sé que en la medida en que nos vayamos acercando a estos destinos vamos a estar entrando en otros mundos de la experiencia (4).
1. Conversaciones de externalización
Esta nueva comprensión de los problemas, ‘la persona no es el problema, el problema es el problema’, es un giro a las comprensiones dominantes de la cultura psicoterapéutica y médico-psiquiátrica que ubican los problemas dentro de las personas entendidos como verdades absolutas, esenciales y objetivas de su identidad.
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Mapa declarativo de posición
La práctica de las conversaciones de externalización se apoya en el mapa que Michael llamó mapa declarativo de posición (Statement of position map) y que incorpora cuatro categorías de indagación.
La primera categoría de indagación corresponde a la negociación de una definición particular del problema.
Esta tiene que ser cercana a la experiencia y lenguaje de las personas. Así, las personas tienen la oportunidad de hablar del problema, de caracterizarlo y de ponerle palabras que otorguen una descripción más congruente con su experiencia particular, de identificarlo y poder hablar de él, ya no en primera persona. Esta fase de caracterización del problema puede tomar muy poco o mucho tiempo dependiendo del contexto, de la persona, del problema, etc.
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La segunda categoría de indagación es el mapeo de los efectos del problema.
Nos interesa como segunda etapa, que requiere de una complejidad mayor, conocer las consecuencias que este problema está teniendo en la vida de la persona. Hacer visibles esos efectos pone a las personas en un nivel de reflexión crítico, los invita a considerar que este problema está teniendo efectos en su vida en lugar de creer que su vida ‘fue y será una porquería’, como dice el tango. Este es un proceso de poner el problema en relación a su vida, aquí se puede generar contraste en torno a lo que el problema está queriendo para la vida de la persona y lo que la persona quiere de su propia vida.
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La tercera categoría de indagación corresponde a evaluar los efectos de las actividades del problema.
Lo que nos interesa aquí es generar un espacio en el que la persona pueda evaluar su experiencia frente a los efectos del problema, cosa que habitualmente ha sido hecha por otros.
La violencia a la que las mujeres han sido sujeta por ejemplo; se está ofreciendo un espacio en el que posiblemente ya ha habido muchas evaluaciones, incluidos diagnósticos y conclusiones de identidad producidos por otros, como ‘histérica’, ‘débil’, ‘loca’ o ‘esto que te pasa es normal, no te debería afectar tanto’, o ‘no exageres, si no es una cosa terrible, las mujeres estamos acostumbradas a esto’ o ‘igual te lo merecías, mira la ropa que te pones’.
La cuarta y última categoría de indagación propuesta por White es la de justificar la evaluación.
y esta puede hacerse con una pregunta muy simple: ¿por qué? Una vez que la persona ha podido evaluar estos efectos, nos interesa saber qué hay detrás de esa evaluación, lo ausente pero implícito, aquello que está en relación con la evaluación.
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Notas a las conversaciones de externalización
El cuestionario de influencia relativa está compuesto por dos grupos de preguntas. El primero anima a las personas a mapear la influencia del problema en sus vidas y relaciones. El segundo anima a las personas a mapear su propia influencia en la «vida» del problema (1989b: 8)
Ejemplos de preguntas de influencia relativa podrían ser: Primer grupo. Influencia del problema en la vida y relaciones de la persona: - ¿Quiere el fracaso que te quedes solo y sin futuro? - ¿La rabia te convence de responder de maneras que no te gustan? - ¿La vergüenza se apodera de tu rostro para que los otros se den cuenta que estás incómoda?
Segundo grupo. Influencia de la persona en la ‘vida’ del problema: - Cuando estás con tu hija jugando y te sientes bien y alegre, ¿logras quitarle poder a la depresión? ¿Qué dice esto acerca del poder de tu relación con tu hija? ¿Cómo se llama esa fuerza que crean cuando están juntas que es como un antídoto a la depresión? ¿La angustia pierde influencia en tu vida cuando empiezas a ‘hacer los trabajos de la universidad’?
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Externalización, responsabilidad y el trabajo con violencia, abuso y maltrato
No tiene sentido externalizar acciones y la violencia y el abuso están dentro de esta categoría. Las acciones son perpetradas por alguien y externalizarlas sería obviar e invisibilizar la responsabilidad de la persona que ha hecho uso de estas acciones. Con esto ponemos en riesgo a la persona y no damos espacio para que el perpetrador de estas acciones tenga la oportunidad de tomar responsabilidad por ellas y desarrolle nuevas respuestas de vida, sin violencia o abuso. Lo que nos interesa externalizar son categorías de identidad, descripciones de cómo es uno que han totalizado el sentido de identidad de la persona. Son las historias saturadas del problema.
2. Conversaciones de reautoría
La reautoría es el proceso mediante el cual colaboramos con las personas en el desarrollo enriquecido de sus historias preferidas, en la narración de historias relacionadas con sus valores y lo que es importante para ellas, sus conocimientos particulares de vida y las destrezas específicas que han desarrollado para vivir.
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Citando a White: El terapeuta facilita el desarrollo de estas historias alternativas al introducir preguntas que animan a las personas a recolectar su experiencia vivida, a expandir sus mentes, a poner en práctica su imaginación, y a emplear sus recursos de construcción de significado (2007: 61-62).
Estas conversaciones invitan a un proceso similar al que ocurre cuando se lee una novela, en la que el autor final de la novela es el lector, quien activa su imaginación para llenar todas aquellas grietas que existen en el relato, aquello no contado, los infinitos espacios aún sin significar.
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- ¿Qué historia me podrías contar para ayudarme a entender mejor tu perseverancia? -
¿Qué te vería haciendo en relación a proteger a tus hijos? - ¿Qué me podría contar tu hermana acerca de ti y la valentía?
- ¿La relación con tu hija es una relación en la que encuentras ternura? ¿Me puedes dar un ejemplo de la ternura en la relación con ella?
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3. Conversaciones de remembranza
Las personas deben ser capaces de superar, olvidar, dar vuelta la página y seguir adelante aceptando que la/las personas queridas ya no están.
Aquí la persona decide a quién incluye y a quién excluye de su vida.
El mapa que propone White (2007) tiene cuatro categorías de preguntas: 1) preguntas por la contribución de la figura significativa en la vida de la persona, 2) preguntas por la identidad de la persona a través de los ojos de la figura significativa, 3) preguntas por la contribución de la persona en la vida de la figura significativa y, 4) preguntas por la implicancia de esta contribución en la identidad de la figura significativa.
4. Ceremonias de definición o ritos de reconocimiento y celebraciones de identidad
Narrar, renarrar y renarrar la renarración, esta es la descripción de lo que se busca con este mapa de la ceremonia de definición.
compartir estos nuevos conocimientos y aquello que para él es importante en las relaciones con otros, e invitamos a su mamá y a la pareja de su mamá a unirse a la conversación.
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un rito organizado para reconocer aspectos de la vida de la persona que está al centro del rito, aspectos de los cuales la persona se siente orgullosa, aquellas cosas que hablan de quién es él o ella de una manera preferida.
La estructura básica de este rito es en tres partes. - Primero se entrevista a la persona cuyas historias están al centro de las conversaciones, se hace una reautoría. Aquí se obtiene la primera narración. - Segundo, se entrevista a los testigos externos en torno a las historias que escucharon, esto puede ser de a uno o a todas juntas, según el contexto. Esta parte es la renarración de la narración. Tercero, se vuelve a entrevistar a la primera persona, ahora en torno a todo lo que ha escuchado de la renarración. Aquí se obtiene una historia aún más gruesa que sería la renarración de la renarración de la narración.
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5. Destacando las excepciones
White propone el uso del mapa declarativo de posición versión 2. Este contempla las mismas cuatro categorías comentadas en las conversaciones de externalización (en inglés, externalizing conversations) pero, en lugar de trabajar con el problema, se trabaja con la excepción o iniciativa de la persona.
6. Conversaciones de andamiaje
La metáfora de andamiaje alude a la colaboración que el terapeuta hace a la persona para cruzar el espacio que existe entre lo que es familiar y conocido hacia lo que es posible de conocer y hacer. Vygotsky llamó a este espacio, la zona de desarrollo próximo. El terapeuta ofrece un andamiaje de preguntas que van apoyando los pasos de la persona; una vez que la persona ha construido un camino sólido y llega al lugar de lo posible por conocer y hacer, entonces el terapeuta puede ‘quitar el andamio’ que ya no hace más falta.
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Los terapeutas tenemos la responsabilidad de ser capaces de andamiar una conversación terapéutica y de proveer de un espacio para que cualquier persona, con cualquier tipo de problema, pueda cruzar la zona de desarrollo próximo y acceder a territorios de vida preferidos.
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Algunas consideraciones políticas de la terapia
Ideas, prácticas, ética y política
Las ideas no se generan solas, sino más bien se producen en la práctica conversacional, en relación con otras y otros en la vida, en la producción y reproducción de discursos culturales, en un contexto sociohistórico determinado, alimentadas por múltiples historias culturales e individuales, especialmente las que tienen más circulación y espacio para ser contadas y recontadas
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Metáfora narrativa
Diversas tradiciones terapéuticas utilizan distintas analogías y metáforas para organizar su comprensión acerca de los seres humanos y sus relaciones. Por ejemplo, la terapia sistémica utiliza la metáfora de los sistemas; la terapia psicoanalítica, la metáfora de la intrapsiquis; la terapia humanista, la metáfora de la naturaleza humana; la psicología positiva, la metáfora de la felicidad, de lo humano, etc.
Todas las metáforas han sido desarrolladas en alguna época específica por alguien o algún grupo en particular, en algún contexto sociohistórico y político. Por tanto, las metáforas que utilicemos a partir de una determinada comprensión no son neutrales en sus efectos, al contrario, tienen consecuencias reales en los pasos que damos en la vida.