Fundamentación teológica

a) Trinitaria

«La estructura teológica fundamental y totalmente singular de la vida cristiana está constituida por el misterio de Dios uno y trino, Padre, Hijo y Espíritu santo. […] La vida espiritual no se limita al conocimiento del misterio, sino que quiere profundizar en su significado para llegar a una adhesión total, es decir, intelectual, afectiva y personal». (p. 122)

a) Trinitaria

«La convicción fundamental del sentido cristiano en torno al misterio trinitario hace referencia al orden de las Personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sin embargo, por lo que se refiere a los diversos nombres de las Personas, no existe ya este mismo carácter lineal: el Hijo, por ejemplo, es también llamado Verbo y Sabiduría; al Espíritu santo se le denomina Paráclito, Don y Amor. Estas denominaciones manifiestan la riqueza del Dios uno y trino». (p. 130-131)

b) La Encarnación

«La misión visible del Hijo, sello de la nueva alianza, establece una relación nueva entre los hombres y Dios. […] Crea un nuevo tipo de unión, análoga a la de los miembros del cuerpo en un solo organismo: Cristo es la cabeza del pueblo de Dios; este pueblo forma el cuerpo místico de Cristo». (p.141)

b) La Encarnación

«La novedad consiste precisamente en el hecho de que la comunicación de la vida divina se lleva a cabo a través del cuerpo resucitado de Jesús[1], convertido en instrumento universal de salvación. Efectivamente, el cuerpo de Jesús resucitado posee y comunica la plenitud del Espíritu santo». (p. 141)       [1] En la obra de Tanquerey, la referencia a Jesús se centra en su pasión y muerte en la cruz. El autor alude a Jesús resucitado cuando se refiere a los santos, en el deber de invocarles pues son ya miembros de Cristo resucitado (p. 126); también cuando se refiere al bautismo, por el que participamos de una vida nueva, que es la de Jesucristo resucitado (p. 139).

«La vida de Cristo se nos comunica no para que permanezca encerrada dentro de nosotros, sino para que se manifieste en nuestro comportamiento y nuestra acción, ya que en virtud del bautismo hemos sido llamados a la imitación de Cristo» (p. 163)

c) Imitación de Cristo

c) Imitación de Cristo

«Precisemos enseguida que imitar a Cristo no significa copiar su comportamiento tal cual: son demasiado distintas sus circunstancias y las nuestras; está demasiado distante además su condición de Hijo de Dios, perfectamente santo, de la nuestra, pecadores redimidos. Por tanto, imitar a Cristo supondrá un esfuerzo por penetrar en el sentido espiritual de su comportamiento». (p. 163)

c) Imitación de Cristo

«En el orden de la eficacia, la gran diferencia entre la norma y el modelo consiste en que la primera se refiere a un simple “hacer”, mientras que el segundo mira directamente a un “ser”». (p. 164)