El síndrome de Down es un trastorno genético causado por la presencia de una copia extra del cromosoma 21 (o una parte del mismo), en vez de los dos habituales, por ello se denomina también trisomía del par 21.
Todas las personas con síndrome de Down tienen una porción extra, crítica del cromosoma 21 en todas o algunas de sus células. Este material genético adicional altera el curso del desarrollo y provoca las características asociadas con el síndrome de Down.No hay ninguna investigación científica definitiva que indica que el síndrome de Down es causado por factores ambientales o las actividades de los padres antes o durante el embarazo. se considera que la edad de la madre puede ser un factor.
Existen dos categorías de pruebas para el síndrome de Down que puede realizarse antes de que nazca un bebé: pruebas de detección y pruebas diagnósticas.
Cribado o Pruebas de detección estiman la posibilidad de que el feto tiene síndrome de Down. La mayoría de estas pruebas sólo proporciona una probabilidad.
Pruebas diagnosticas pueden proporcionar un diagnóstico definitivo con casi 100% de precisión.
Entre las pruebas de cribado, se incluyen las siguientes:
Prueba de la traslucencia nucal. Esta prueba, que
se realiza entre las semanas 11 y 14 de embarazo, utiliza la ecografía
para medir el grosor del pliegue nucal, ubicado detrás del cuello del
feto. (En los bebés con síndrome de Down y otras anomalías cromosómicas
se tiende a acumular fluido en esa parte, lo que hace que el pliegue sea
más grueso.) Esta medida, junto con la edad de la madre y la edad
gestacional del bebé, se puede utilizar para calcular las probabilidades
de que el bebé tenga el síndrome de Down.
El triple cribado o el cuádruple cribado (también conocidos por sus nombres en inglés: "triple screening" o "quadruple screening").
Estas pruebas miden las cantidades de diversas sustancias en la sangre
materna. Como indica su nombre, el triple cribado analiza tres
marcadores, mientras que el cuádruple cribado incluye un marcador
adicional y es más exacto. Generalmente se practican entre las semanas
15 y 18 de embarazo.
Cribado integrado (también denominado cribado
secuencial o screening integrado). Esta prueba utiliza los resultados
del cribado del primer trimestre (con o sin los resultados de la prueba
de la traslucencia nucal) junto con los resultados del cuádruple cribado
del segundo trimestre para recoger la estimación más precisa posible en
términos de cribado.
Ecografía de alta precisión. Se realiza una
ecografía detallada del feto cuando tiene de 18 a 20 semanas de edad
gestacional, junto con un análisis de la sangre materna. En esta prueba
se determina si el feto presenta los rasgos físicos asociados al
síndrome de Down.
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Pruebas diagnosticas
Las pruebas diagnósticas incluyen:
Muestreo de vellosidades coriónicas. El muestreo de
vellosidades coriónicas consiste en extraer una parte minúscula de la
placenta, a través del cuello uterino o mediante una aguja que se
introduce en el abdomen. La ventaja de esta prueba es que se puede
practicar durante el primer trimestre de embarazo, típicamente entre las
semanas 10 y 12. La desventaja es que se asocia a un riego ligeramente
superior de aborto que la amniocentesis y presenta otras complicaciones.
Amniocentesis. Esta prueba, que se realiza entre
las semanas 15 y 20 de embarazo, consiste en extraer una pequeña
cantidad de líquido amniótico a través de una aguja que se introduce en
el abdomen. Las células fetales extraídas se analizan para detectar
posibles anomalías cromosómicas. La amniocentesis se asocia a un riesgo
reducido de complicaciones, como el parto prematuro y el aborto.
Muestreo percutáneo de sangre umbilical.
Habitualmente se realiza a partir de la semana 18 de embarazo. En esta
prueba se utiliza una aguja para extraer una pequeña muestra de sangre
del cordón umbilical. Se asocia a riesgos similares a los de la
amniocentesis.
La mejoría en los tratamientos de las enfermedades asociadas al SD ha aumentado la esperanza de vida de estas personas, desde los 14 años hace unas décadas, hasta casi la normalidad (60 años, en países desarrollados) en la actualidad. A lo largo de los últimos 150 años se han postulado diferentes tratamientos empíricos (hormona tiroidea, hormona del crecimiento, ácido glutámico, dimetilsulfóxido, complejos vitamínicos y minerales, 5-Hidroxitriptófano o piracetam) sin que ninguno haya demostrado en estudios longitudinales a doble ciego que su administración provoque ningún efecto positivo significativo en el desarrollo motor, social, intelectual o de expresión verbal de las personas con SD. No existe hasta la fecha ningún tratamiento farmacológico eficaz para el SD, aunque los estudios puestos en marcha con la secuenciación del genoma humano permiten augurar una posible vía de actuación (enzimática o genética), eso sí, en un futuro todavía algo lejano.
Todos los niños precisan de estímulos para el correcto desarrollo de sus capacidades motrices, cognitivas, emocionales y adaptativas. Los niños con SD no son una excepción, aunque sus procesos de percepción y adquisición de conocimientos son algo diferentes a los del resto de la población: Las capacidades visuales de los niños con SD son, por ejemplo, superiores a las auditivas, y su capacidad comprensiva es superior a la de expresión, por lo que su lenguaje es escaso y aparece con cierto retraso, aunque compensan sus deficiencias verbales con aptitudes más desarrolladas en lenguaje no verbal, como el contacto visual, la sonrisa social o el empleo de señas para hacerse entender. La atonía muscular determina también diferencias en el desarrollo de la habilidad de caminar, o en la motricidad fina. Todos esos aspectos deben ser contemplados en programas específicos de atención temprana (durante los primeros seis años de vida) para estimular al máximo los mecanismos adaptativos y de aprendizaje más apropiados.