Según las creencias egipcias, además del cuerpo, el ser humano se componía de dos elementos espirituales: de un concepto similar al alma y una especie de doble cuerpo. Estos dos elementos son el Ka y el Ba.
Ba es el concepto similar al alma.
Es una fuerza anímica, un componente de la parte espiritual del hombre, que supone la fuerza animada de cada ser fallecido, o la personalidad espiritual manifestada una vez pasada la muerte.
Es un concepto referente al difunto y no al hombre vivo.
El Ba era una especie de mediador entre el mundo de los dioses y la Tierra.
Era el medio que tenía el difunto para desplazarse y reunirse con su Ka, que permanecía en la tumba.
Pie de foto: : Ba saliendo del cuerpo tras el fallecimiento de un ser humano
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El ba abandonaba el cuerpo en el momento de la muerte del individuo y ascendía al reino celestial pero, cada noche, debía acudir al sepulcro para alojarse en el cuerpo del difunto, iba y venía del mundo de los dioses a la tumba.
El Ka es una fuerza vital, como un segundo cuerpo que se depositaba sobre hijos e hijas en el momento de su concepción por los dioses.
Este elemento confería la inmortalidad a cada hombre.
Los egipcios también creían que el ka se mantenía por medio de los alimentos. El ka podía perdurar en el cuerpo del difunto si se conservaba momificado; por esta razón era necesario embalsamar a los cadáveres, y se debían depositar ofrendas de alimentos a los difuntos.
El ka de los dioses y faraones estaba indisolublemente unido a su cuerpo, mientras que los demás egipcios obtenía su ka por mediación del faraón.
El ka y el ba eran componentes indisociables, se necesitaban uno a otro, y la destrucción del cuerpo implicaba la eliminación del ba.
El embalsamiento del cuerpo y que en las tumbas se esculpieran estatuas del difunto y "Falsas Puertas", era para que el ba reconociera el soporte material que le debía sustentar.
En previsión de que el cuerpo se corrompiera, se incluían en las tumbas estatuas de los fallecidos, para que pudieran servir de cobijo al ba.