La escultura romana se desarrolló entre el siglo VI a.C. y el V d.C., muy influenciado por la escultura griega (sobre todo la escultura etrusca). Aunque es muy común pensar que los romanos eran simples “imitadores” de los griegos, se ha demostrado que ellos también aportaron contribuciones originales a su obra, especialmente en el caso del retrato.
En un primer momento, estos retratos eran más austeros, aunque, con el paso de los años, consiguieron evolucionar hasta la idealización de los personajes que retrataban. También consiguieron tallar rasgos más expresivos y reproducir de manera naturalista los personajes que representaban.
PERIODO DE LOS ÚLTIMOS ANTONINOS: Se aleja de la visión idealizada para representar rostros de emperadores en tonos serios y trascendentales, centrando la atención en el pelo y la barba.