El primer aspecto, relativo a la
organización del trabajo, es la programación individual de la atención.
Así, sobre la base del Plan Individual de Tratamiento, el equipo de atención
elabora un especifico Plan Individual de Atención Residencial (PIAR) como eje
del conjunto de intervenciones a realizar, en apoyo a la vida en la comunidad
de cada usuario y usuaria. Programación que se desarrolla en continuidad con el
Plan individual de Tratamiento elaborado desde las Unidades de Gestión Clínica
de Salud Mental y sus correspondientes Comisiones de TMG. Este es un tema muy
importante, al que dedicaremos en este Curso la Unidad 24 y que servirá como
eje básico para la articulación de los contenidos de los próximos Cursos.
Como sabemos
por nuestro trabajo y recordaremos en dicha Unidad, el PIAR contempla una serie
de áreas básicas para las que define objetivos, intervenciones y
responsabilidades, situándose siempre en el espacio propio del programa,
complementario y no sustitutivo de la atención sanitaria, pero con un contenido
rehabilitador y de apoyo a la recuperación. De hecho, apoyándose en el Sistema
de Información y sobre la base de un documento informático incluido en él, el
PIAR es el eje sobre el que pivota la atención personalizada, buscando siempre
el equilibrio entre el respeto a la autonomía personal y los apoyos
rehabilitadores para hacerla efectiva. Aspectos básicos ambos de un proceso de
recuperación en las personas con TMG.
Diapositiva 3
Tipo de funcionamiento
Otro aspecto importante, relacionado
con este pero no fácil de medir, es el del tipo de funcionamiento de los
dispositivos del programa. Ya hemos indicado que se busca una atención
individualizada de carácter no sanitario y que pretende adecuarse a los rasgos
identificados en la bibliografía como útiles para la recuperación de las
personas que lo utilizan.
A este
respecto, tanto en el estudio del año 2001 como en la evaluación del Plan de
Calidad, se utilizó el llamado Indice Ambiental para medir el grado de
restrictividad de las pautas habituales de atención en casas Hogar y viviendas
Supervisadas, con resultados que diferencian claramente estos dispositivos de
las Unidades institucionales tradicionales pero muestran todavía un margen de
mejora por comparación, por ejemplo, con dispositivos similares en el Reino
Unido.
En cuanto a las características de las
personas a las que se atiende en el mismo, la información analizada en
estos años permite hacerse una idea sobre, entre otras cosas, la capacidad del
programa de dar respuesta a las necesidades de quienes tienen dificultades
importantes para vivir por sí mismas en la comunidad.
Si vemos los datos sociodemográficos básicos de las personas atendidas en 4
momentos distintos de la evolución del programa (ver Cuadro adjunto) encontramos
un perfil conocido de personas con TMG, no muy diferente del de las viejas
poblaciones institucionalizadas: personas de edad media más bien alta,
predominantemente hombres, con un nivel cultural bajo y escasos ingresos
económicos (en torno a la mitad no superan los 366 euros mensuales que
corresponden a una Pensión No Contributiva).
Perfil que, en términos generales ha cambiado poco en estos años, aumentando
progresivamente la edad media y el porcentaje de mujeres, y disminuyendo el de
quienes no tienen estudios.
Hay que
mencionar también el incremento progresivo del porcentaje de personas que
vienen al programa desde el domicilio propio o familiar, paralelo a la
disminución de quienes provenían de los antiguos Hospitales Psiquiátricos.
Porcentaje este último que, aunque no se recoge en el actual Sistema de
Información parece ser ya claramente residual.
En lo que respecta a las
características más clínicas, el siguiente Cuadro ofrece también alguna
información útil sobre diagnósticos, años
de evolución y dispositivo sanitario de referencia. Como podemos ver en él,
la gran mayoría de las personas presenta un diagnóstico de Esquizofrenia y
aunque hay un aumento progresivo de personas con Trastornos Afectivos no cambia
significativamente el predominio del grupo anterior. Hay también un porcentaje
pequeño de personas con Trastornos de Personalidad. En conjunto, las personas atendidas
tienen un tiempo de evolución considerable, que se corresponde con la edad
media ya indicada.
Por su parte, el seguimiento sanitario
especializado en salud mental se realiza, en la mayoría de los casos, cada vez
más directamente por los equipos comunitarios que, en el modelo andaluz, son el
escalón general del sistema especializado de atención en Salud Mental. Hay una
minoría de personas seguidas desde Unidades de Rehabilitación y Comunidades
Terapéuticas, si bien en el caso de las primeras este porcentaje está
disminuyendo claramente.
Otro aspecto básico para caracterizar
la capacidad del programa es el de los perfiles funcionales de usuarios y usuarias. Se trata de valorar la
capacidad de las estructuras y programas para atender a las personas con
dificultades importantes, con las que algunos intentan seguir justificando los
Hospitales Psiquiátricos. A este respecto los datos de los estudios del 2001 y
el 2007 (que van a ser actualizados próximamente) mostraron que el programa,
especialmente en el caso de las casas Hogar era capaz de mantener en la
comunidad a personas con evidentes discapacidades y dificultades de organizar
su vida cotidiana por ellas mismas, poblaciones muy similares a las que
encontramos en su día en las Unidades de Larga Estancia de los Hospitales
Psiquiátricos.
Pie de foto: : Información que se ve corroborada con la aplicación oficial del Baremo establecido para el Sistema para la Autonomía y la Atención a la Dependencia, con un porcentaje elevado de personas con niveles II y III en Casas Hogar (el 96,9%) y, en menor medida, en las Viviendas Supervisadas (el 78,9%).