La diferencia entre analógico y digital viene a ser más o menos la misma que entre nombres contables e incontables. “Arena” y “agua”
son incontables porque se manejan por cantidades muy finas: nadie
cuenta los granos de arena que hay en un puñado ni las gotas de agua que
caben en un vaso, y por eso decimos “algo de arena” o “mucha agua“. En cambio, “grano” y “gota” son contables porque se cuentan por unidades discretas: un grano, dos gotas, … y así decimos “algunos granos” (en plural) o “muchas gotas“. Si entendemos esto, tenemos mitad del camino andado.
Pensemos ahora en el sonido, que físicamente se corresponde con una
variación de presión (por ejemplo, presión del aire) que se propaga por
medio de ondas.
Si en un punto determinado se mide en el instante T1 una presión de
20,5 micropascales y luego en T2 se miden 19,6 micropascales, significa
que en ese punto, en el intervalo de tiempo entre T1 y T2, la presión
acústica ha pasado al menos una vez por todos y cada uno de los infinitos valores intermedios
entre 20,500000… (con infinitos decimales) y 19,600000… (ídem).
Pie de foto: : Fíjemonos que son infinitos valores porque infinitos son también los instantes diferentes que hay entre T1 y T2.
Señal Analógica
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Crear en el emisor una onda cuya forma represente la variación
continua de la magnitud que sea (presión sonora, movimiento, cantidad de
luz, color, etc).Recuperar en el receptor una onda que se parezca tanto como sea
posible a la original, para poder extraer de ella la mayor cantidad de
información.
Recuperar una onda “que se parezca tanto como sea posible”
a la original puede sonar raro. ¿No deberíamos recuperar una onda
*igual* a la original? Pues sí, así debería ser: si decimos que la
información está en la forma de la onda, cualquier diferencia entre la
forma de la onda original y la recibida supone una alteración de la
información. Pero el caso es que esa alteración es inevitable, debido a el ruido.
El ruido puede provocar, por ejemplo, que habiéndose transmitido la
señal de trazo discontinuo de la figura siguiente se reciba una de trazo continuo
La palabra “digital” viene de “dígito”, que es lo mismo que “número”.
Lo digital, pues, consiste en hacer las cosas a través de números. Así, donde decíamos que los sistemas analógicos
trabajan con formas de onda, los sistemas digitales trabajan con ristras de números. Ristras que pueden ser muy largas, pero siempre tan discretas como un rosario: entre un número y el siguiente no hay nada. Además, los números que pueden aparecer en la ristra provienen de un conjunto finito (esto es, limitado, no infinito –nada que ver con el diminutivo de “fino” ni con aquel torero de Sabadell que se crió en Córdoba). Por tanto, donde en analógico teníamos infinitos por partida doble, en digital no hay ninguno.Ristras: conjunto de cosas colocadas una detras de otras
Pie de foto: : La información ahora está en los números, que tendrán el significado que se les quiera dar en cada sistema, de acuerdo con un determinado código.
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Dicho eso, podemos resumir el funcionamiento de un sistema de telecomunicaciones digital en cuatro pasos:
Representar la información a enviar como una ristra de números en el emisor.Montar esos números sobre una onda.Recuperar todos los números –o la gran mayoría– en el receptor.Reconstruir la información a partir de los números recibidos.
Pero lo mejor de todo es que trabajando con números podemos manipular
la información de mil formas que son impensables con tecnología
analógica. Así podemos hacer cosas tales como las siguientes:
Comprimir la información para multiplicar el número
de canales de televisión que llegan a nuestras casas o exprimir al
máximo los cables del teléfono para tener acceso rápido a Internet.
Proteger los mensajes hasta el punto de poder reducir al mínimo que se quiera las pérdidas de información debidas al ruido.
Cifrar la información de tal manera que nadie ajeno a la comunicación pueda leerla.
Blindar la información para asegurar que permanece inalterada desde que sale del emisor hasta que llega al receptor.
Firmar los mensajes para tener certeza absoluta de que proceden de quien se supone que los envía.
Empaquetar los mensajes de manera que puedan encaminarse a través de una red de comunicaciones.