La distinción entre el software de un ordenador —sus programas— y el hardware
es un buen primer paso ya que nos permite centrarnos en cómo funcionan los ordenadores
y no simplemente en su naturaleza física.
Mente y cerebro
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La idea de que la actividad mental es
como el software y el cerebro es como el hardware no es del todo correcta. Si un programa
de ordenador es útil, en ocasiones se le convierte en un chip y entonces «llega
a ser» un elemento del hardware.
Por ejemplo, en un
programa se podría escribir una instrucción para hacer que el ordenador sumará 10
números, y luego otro para hacerle dividir la suma por 10 para calcular el promedio.
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En un chip, tales instrucciones no existirían; en lugar de ello los circuitos lograrían el
mismo resultado. Aún así, puede decirse que el chip hace lo mismo que el programa:
sumar los números y dividir por el número de dígitos para encontrar el promedio. Esto
es lo importante: a pesar de que el software —un programa— no existe, todavía
podemos describir lo que realiza el hardware usando la misma terminología que hemos
utilizado para describir el programa.
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La distinción decisiva no es entre software y hardware en sí mismos, sino más
bien entre niveles de análisis, los diversos grados de abstracción que se pueden emplear
para describir un objeto. Por lo general, diferentes niveles de análisis se basan
en diferentes terminologías.
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Empecemos con el ordenador: en un nivel, se puede describir
el ordenador en términos de su aspecto físico, considerando cómo la electricidad
modifica los campos magnéticos, observando como el calor se produce y se disipa,
y cosas por el estilo.
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En otro nivel, se puede describir el ordenador en términos de
sus funciones; esto es, en términos de qué es lo que hace el ordenador: recibe input en
forma de símbolos, convierte los símbolos en un código especial, almacena dicha información y realiza operaciones con ella (sumando, generando listas, comparando
el input con la información almacenada, etc.).
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En este nivel, en lugar de basarnos en
el lenguaje de la Física, para una descripción precisa dependemos del lenguaje del
procesamiento de la información; es decir, el almacenamiento, el manejo, y la transformación
de información.
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En Psicología cognitiva, la actividad mental suele describirse
en términos de procesamiento de la información.
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Cuando usted está allí sentado,
sonriendo e intentando parecer relajado mientras se desarrolla la entrevista de trabajo,
su cerebro está trabajando duro para permitirle encontrar las respuestas más oportunas.
Para entender todo lo que interviene en cada una de sus preguntas y respuestas,
se ha de entender cómo se procesa la información.
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Un aspecto crítico de la idea de niveles de análisis es que una descripción en un
nivel no puede reemplazarse por otra de un nivel distinto; los niveles pueden aportar
análisis igualmente válidos e incluso reforzarse uno a otro, pero no son intercambiables.
En particular, el análisis de la actividad mental —el nivel de procesamiento de
información— no puede reemplazarse por el nivel de una descripción física del cerebro.
¿Por qué no? Veamos algunos ejemplos.
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* ¿Puede reemplazarse una descripción arquitectónica
de un edificio por una descripción de sus ladrillos, armazones y otros
materiales de construcción? No.* ¿Puede reemplazarse una descripción de la función
de unas tijeras por una descripción de la disposición de los átomos de sus hojas? Está
claro que no.* . ¿Qué decir de la mano humana?: ¿podría reemplazar una descripción
de huesos, tendones y músculos las descripciones de asir, acariciar y remover? No. El
ordenador —y el cerebro— no son diferentes de estos ejemplos.
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Para entenderlo del
todo se ha de distinguir entre un nivel funcional de análisis (lo que las características
arquitectónicas de un edificio deben conseguir, las acciones que unas tijeras y una
mano realizan) y un nivel físico de análisis (en el que se describen las propiedades físicas
de las partes que componen estos objetos).
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Las descripciones a diferentes niveles de análisis no pueden reemplazarse una por
otra porque describen tipos de cosas cualitativamente diferentes. Y ésta es la razón
por la que no se puede prescindir de una descripción del procesamiento de la información,
qué es lo que efectúa la actividad mental, y en lugar de ello limitarse a examinar
el cerebro físico que la origina.
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¿Significa esto que el estudio del cerebro no tiene sentido en el estudio de la cognición?
¡De ningún modo! Aunque no se puede reemplazar un nivel de análisis por
otro, se pueden obtener conocimientos de las características de un nivel a partir de los
otros. Probablemente no se podrían fabricar unas tijeras que funcionaran con cartón
mojado: es importante conocer las características físicas de los materiales para comprender
cómo una hoja puede tener un borde cortante (y porqué algunos materiales
son más apropiados que otros).
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Del mismo modo, la estructura física de la mano es lo
que le permite todas esas cosas maravillosas: sin palma, ni dedos ni pulgar no hay
prensión, caricia o movimiento.
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el cerebro da lugar a la actividad mental.
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El conocimiento del cerebro, el más complejo de los órganos, ayuda a comprender
la cognición, los sentimientos y la conducta. Para ver cómo, primero hay que
reflexionar más detenidamente acerca de la naturaleza del procesamiento de la información
que subyace a la actividad mental.