En 1936, los gobiernos de Alemania, Italia y Japón estrecharon sus vínculos políticos por medio del entendimiento ideológico que buscaba acabar con el comunismo.
Pie de foto: : En la tercera década del siglo XX, la política de expansión territorial de Alemania no pudo ser detenida por la Sociedad de Naciones, ni por las medidas de apaciguamiento adoptadas por los países europeos. La falta de efectividad de estas medidas conduciría al estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Una de las principales causas de la Segunda Guerra Mundial fue la política expansiva y de control territorial desarrollada en la tercera década del siglo XX por parte de los gobernantes de Japón, Alemania e Italia. Estos países se caracterizaron por tener gobiernos de corte fascista, militarista y nacionalista.
En 1931 Japón invadió Manchuria e instauró un protectorado, el Manchukuo. Un año después, ocupó la región al norte de la Gran Muralla y llegó hasta Shangai. La Sociedad de Naciones, incapaz de disuadir el militarismo japonés, expulsó a este país de la organización en 1933. Para 1937, Japón emprendió una segunda campaña militar contra China.
En 1933, Hitler fue nombrado canciller alemán y puso en marcha su programa político el cual rechazaba el Tratado de Versalles, proponía la expansión territorial para asegurar el "espacio vital" del pueblo alemán, y dirigió gran parte de la economía hacia el rearme para volver a ser una potencia militar y naval. En ese mismo año, Alemania abandonó la Sociedad de Naciones; en 1935, desconoció el Tratado de Versalles, y recuperó por medio de un referéndum la región del Sarre; y, en 1936, remilitarizó la región de Renania.
El ejemplo expansionista de Japón y Alemania fue seguido también por Italia. En 1935, las tropas de Mussolini invadieron Etiopía, inspiradas en el recuerdo del Imperio Romano. La Sociedad de las Naciones reprochó esta campaña militar, por lo que Italia se retiró de esta organización en 1936.
En 1936, los gobiernos de Alemania, Italia y Japón estrecharon sus vínculos políticos por medio del entendimiento ideológico que buscaba acabar con el comunismo. En octubre, las relaciones entre Alemania e Italia se fortalecieron con la creación del Eje Roma-Berlín. Asimismo, en noviembre, Hitler firmó el Pacto Antikomintern con Japón, al cual se unión Italia.
Para 1938, Hitler continuó con sus planes de expansión teritorial por Europa. En marzo, el ejército alemán ocupó Austria, y ésta se unió a Almemania; en octubre se anexaron los territorios de los Sudetes checos, alegando la protección de la población alemana que allí habitaba. Las potencias europeas, temerosas de comenzar un nuevo conflicto, aceptaron todas las exigencias de Alemania. Este tipo de diplomacia fue conocido como "política de apaciguamiento". Gracias a la debilidad de esta política, Hitler logró que Francia, Inglaterra e Italia reconocieran la anexión de toda Checoslovaquia por medio del Pacto de Munich, Finalmente, Checoslovaquia fue ocupada en marzo de 1939.