En la actualidad se denomina Opinión
Pública a la inclinación u orientación, real o
estimulada, de una sociedad o de un
persona hacia hechos sociales que le
resulten de interés o relevancia.
En la Antigüedad la opinión pública hacía
referencia únicamente al debate que
establecían los notables, dicho de otra
forma, sólo aquellos que no dependían
económicamente de otros.
Durante el siglo XVIII español, el
concepto de opinión pública equivalía a
“opinión de la multitud” comúnmente
manifestada por medio de
congregaciones masivas.
A finales del siglo XVIII, comienza a
adoptar connotaciones cualitativas y
adquiere las notas propias que le
otorgaría el liberalismo, como
instrumento de guía y control del
gobernante.
La palabra opinión tiene su origen del
latín “opinĭo” y también “opinari” que se
traduce como: formar un juicio. Por su
parte, público, viene del latín “publicus” y
esta de “populicus” perteneciente a
“populus” que significa pueblo.
El liberalismo moderado, sin embargo,
modificó el concepto de opinión pública
vinculándola a los "ciudadanos
instruidos", diferenciando entre opinión
legal (expresada por el Parlamento) y
natural (derivada de los ciudadanos).
Rosseaou, tenía una visión negativa,
considerando que “La opinión pública
tiene que ver con la mirada del otro, la
apariencia que nace de la desigualdad y
del querer tener más posesiones a partir
de la propiedad privada.”
Por su parte, Gerardo Adrogué, tiene una
percepción positiva de la opinión pública,
definiéndola como “es estable, racional
influye en los tomadores de decisiones, los
gobernantes deben tener en cuenta la
opinión pública”