En psicopatología, la estadística se transmutó
en criterio definitorio del objeto y adquirió
rango de concepto, cuya máxima
ejemplificación se encuentra en el denominado
criterio estadístico de la psicopatología.
El postulado central del criterio estadístico es
el de que las variables que definen
psicológicamente a una persona, poseen una
distribución normal en la población general
de referencia de esa persona.
El supuesto de la continuidad, según éste, los
elementos constitutivos de las psicopatologías
se hallan presentes en la normalidad, pero
constituyen una exacerbación, por exceso o
por defecto, de esa normalidad.
Cuando la psicopatología se rige por un criterio
estadístico se suele emplear el término
anormalidad, lo que significa que una conducta,
rasgo, actividad o característica es muy poco
frecuente y, por tanto, poco representativa del
grupo social normativo de referencia, además de
ser cuantitativamente distinta de lo que se
considera normal.
LOS CRITERIOS SOCIALES E
INTERPERSONALES
H. S. Sullivan denominó consensual
para señalar que la definición de las
psicopatologías es una cuestión de
normativa social, es decir, del consenso
social que se alcance al respecto en un
momento y lugar determinados.
La adecuación al rol social y
personal que se nos adscribe
constituye muchas veces el marco
de referencia imprescindible para
la catalogación de normalidad.
La adaptación social presenta casi tantos
problemas como la de psicopatología, y lo
que es más importante, no puede erigirse en
el criterio por excelencia para la delimitación
de lo psicopatológico y de lo normal.
Es preciso examinar muy a fondo el contexto
social, así como el tipo de contingencias
ambientales que modulan el comportamiento y la
actividad mental, si queremos llegar a comprender
la génesis y/o el mantenimiento de muchos
comportamientos perturbados o anormales.
Admitir honestamente que esas
normas sobre cuyas bases
catalogamos a una persona como
normal o como psicopatológica
existen en nuestras mentes.
LOS CRITERIOS SUBJETIVOS O
INTRAPSÍQUICOS
Es el propio individuo el que
dictamina sobre su estado o
situación, lo que se suele traducir en
quejas y manifestaciones verbales o
comportamentales, contacto
deficiente con la realidad, malestar
físico e incluso búsqueda de ayuda
especializada (Maher, 1976).
El alguedónico, propuesto por Kurt
Schneider (1959), y que hace
referencia al sufrimiento personal,
propio o ajeno
El criterio subjetivo o personal no
tiene tampoco en cuenta los efectos
que un comportamiento anormal
produce en el contexto social
inmediato de la persona que lo exhibe.
El principal problema de estos
criterios reside, que una persona es
siempre consciente de sus problemas
e incapacidades o, lo que es igual, de
que tiene problemas y de cuáles son
su naturaleza y su alcance.
La información que una persona nos
proporciona sobre sí mismo y sobre
su estado es una fuente de datos
irrenunciable e imprescindible para el
psicopatólogo.
CRITERIOS DE ANORMALIDAD:
ALGUNAS CONCLUSIONES
Uno de los objetivos consiste en
delimitar el peso relativo de cada uno
de los criterios aquí comentados, a la
hora de clasificar, explicar y predecir la
aparición de comportamientos
anormales, actividades mentales
anómalas o enfermedades mentales.
Será útil establecer algunos postulados
o principios generales sobre los que
podemos basarnos para caracterizar y
catalogar un determinado modo de
pensar, actuar o sentir como anormal
o psicopatológico.
Parámetros tales como autonomía funcional,
percepción correcta de la realidad, adaptación eficaz y
respuesta competente a las demandas del entorno,
relaciones interpersonales adecuadas, percepción de
autoeficacia, buen autoconcepto, estrategias
adecuadas para afrontar el estrés, etc., constituyen
parámetros en los que debemos fijarnos cuando de lo
que se trata es de diagnosticar o calificar el grado de
salud mental de una persona (Belloch e Ibáñez,1992).
LOS CRITERIOS BIOLÓGICOS
La variedad de este grupo de criterios es
muy amplia, puesto que son muchas y muy
diferentes las disciplinas que se encuadran
en las perspectivas biologistas o fisicalistas
de la psicopatología: genética, neurología,
bioquímica, inmunología, fisiología, etc.
El reduccionismo de la psicopatología a
lo biológico significa la imposibilidad de
la psicología y de la psicopatología
como actividades científicas.
Los planos psicológico y biológico están
lejos de ser incompatibles; antes bien, son
complementarios e igualmente necesarios
para la comprensión de las psicopatologías.