La documentación narrativa de las prácticas docentes y la indagación pedagógica del mundo y las
experiencias escolares Daniel H. Suárez
La documentación narrativa es una modalidad de indagación y acción pedagógicas orientada a
reconstruir,e interpretar los sentidos y significaciones que los docentes producen y ponen en juego
cuando escriben, leen, reflexionan y conversan entre colegas acerca de sus propias experiencias
educativas
esta estrategia de indagación-acción pedagógica pretende describir densamente los mundos
escolares, las prácticas educativas que en ellos tienen lugar, los sujetos que los habitan y las hacen, y
las comprensiones que elaboran y recrean los educadores para dar cuenta de ellos. Su propósito es
generar lecturas dinámicas y productivas sobre las experiencias y relaciones pedagógicas que se
llevan a cabo en situaciones institucional, geográfica e históricamente localizadas. Los textos y
narraciones que se producen en estos espacios de trabajo colaborativo se orientan a desarrollar y
poner a prueba nuevas formas de nombrar y considerar en términos pedagógicos “lo que sucede” en
los espacios escolares y “lo que les sucede” a los actores educativos cuando los hacen y transitan
Documentación narrativa de experiencias pedagógicas y reconstrucción crítica del mundo escolar y
las prácticas docentes
La documentación narrativa de experiencias pedagógicas se inscribe en el campo de la
investigación educativa como una modalidad particular de indagación narrativa e interpretativa
que pretende reconstruir, documentar, tornar públicamente disponibles, tensionar y volver
críticos los sentidos, comprensiones e interpretaciones pedagógicas que los docentes construyen,
reconstruyen y negocian cuando escriben, leen, reflexionan y conversan entre colegas acerca de
sus propias prácticas educativas.
Los hábitos institucionales tradicionalmente instalados en el campo educativo hacen que los
docentes escriban a través de formas, soportes y géneros que no permiten recuperar el
dinamismo, el color y la textura de lo que sucedió y les sucedió a los protagonistas de la acción.
Los docentes, cuando escriben, por lo general lo hacen siguiendo pautas externas o guiones
prefigurados, copiando planificaciones didácticas, llenando planillas administrativas,
completando informes solicitados por superiores jerárquicos del aparato escolar, a través de
formatos y estilos estandarizados y despersonalizados.
Escriben en tercera persona, sin “estar allí”, censurando la posibilidad de narrar, de contar una
historia. Estos datos, informes y documentos, necesarios para el gobierno, administración y
gestión de los sistemas escolares, casi nunca ofrecen materiales cualitativamente adecuados
para la deliberación, la reflexión y el pensamiento pedagógicos, ni para la toma de decisiones
pedagógicamente informadas en los ambientes inciertos, polimorfos y cambiantes que se
conforman en las escuelas y las aulas.
Al contar sus historias de enseñanza, los docentes autores descubren sentidos pedagógicos
parcialmente ocultos o ignorados, cuestiones pedagógicas todavía sin nombrar o nombradas de
maneras poco adecuadas.
La documentación narrativa de experiencias pedagógicas se viene desarrollando con cierto
impulso en Argentina y, a menor escala, en otros países de América Latina, desde el año 2000, a
través de una serie de proyectos que armonizan, de manera diferente y en distintos grados, según
el caso: estrategias de desarrollo curricular centrado en la experiencia y el saber pedagógico de los
docentes (Suárez, 2000 y 2003); modelos de transferencia universitaria y de asesoramiento
académico a proyectos pedagógicos de colectivos de educadores; estrategias de formación y
capacitación horizontal entre docentes (Suárez, 2004 y 2005); modalidades de investigación
educativa y pedagógica que combinan principios teóricos y metodológicos de la etnografía de la
educación, de la investigación interpretativa y narrativa de las prácticas escolares
Investigación educativa y prácticas de enseñanza
La confianza y las expectativas puestas insistentemente en la investigación “científica” y
experimental de la enseñanza como usina generadora de conocimiento “verdadero” de lo que
sucede en las escuelas y las aulas y como motor de la mejora sistemática de la enseñanza, se han
diluido significativamente. En su lugar han quedado, por un lado, un renovado escepticismo, en
muchos casos paralizante y estéril, y por otro, una larga y diversa serie de esfuerzos que, con mayor
o menor éxito y a través de estrategias más o menos heterodoxas, han intentado resolver
productivamente ese ya tradicional divorcio.
Desde los ámbitos vinculados a las prácticas escolares, los docentes y sus organizaciones colectivas
(profesionales, sindicales, pedagógicas, movimientistas) vienen planteando serios cuestionamientos
sobre las formas que ha adoptado históricamente el diseño, el desarrollo y los productos de la
investigación educativa, al menos en sus modalidades más convencionales y extendidas. Profesores
no ven en ellas ni una lente para mirar, interpretar y recrear sus prácticas profesionales,
ni un espacio de conversación e interpretación que estimule su imaginación pedagógica y, mucho
menos, la solución a los múltiples problemas prácticos con los que se enfrentan día a día.
Para esta comunidad de prácticas y discursos estructurada en torno de la vida cotidiana de la
escuelas y constituida por docentes, la investigación “científica” de la enseñanza resulta poco
interesante y estimulante en la misma medida en que no interpela a sus miembros, ni cede lugar a
sus propias palabras, sentires y saberes.
Por su parte, los centros de investigación autónomos y las oficinas de investigación educativa de los sistemas escolares (lo que venimos
llamando el “mundo de investigación educativa académica”), también se plantean argumentos que
pretenden explicar la separación de los procesos y productos de su actividad con el mundo de la
práctica escolar y docente; pero son de otro tenor y dirigidos a otros fines e interlocutores. Muchos
investigadores académicos, acusan la inexistencia de canales e instrumentos
apropiados de comunicación y transferencia a través de los cuales poder “extender” los resultados
de sus investigaciones hacia las escuelas y los maestros y, de esa manera, mejorar las prácticas de
enseñanza y provocar la innovación pedagógica.
Indagación narrativa y transformación de las prácticas docentes
Las diferentes perspectivas de investigación interpretativa y narrativa en
educación son, herederas del “giro hermenéutico y narrativo” producido hacia fines de
la década del ’60 y a principios de la del ’70 en el campo de la teoría e investigación sociales. Por
entonces se produjo un viraje epistemológico importante: del consenso ortodoxo se pasa a una
perspectiva hermenéutica, en la cual el significado que elaboran y ponen a jugar los actores sociales
en sus discursos, acciones e interacciones se convierte en el foco central de la investigación. En este
nuevo marco, entonces, se comenzaron a entender a los fenómenos sociales y educativos no tanto
como “objetos” o “cosas”, sino más bien como “realizaciones prácticas” o como
“textos a interpretar”. Asimismo se plantea que su valor y significado vendrán dados,
no por categorizaciones externas y previas y por generalizaciones abstractas y formales.
para estos investigadores críticos, estos intentos por interrogar, indagar y nombrar de otra forma el
mundo escolar y las prácticas docentes nacieron y se desenvolvieron en el mundo académico como
una alternativa a los modos establecidos de producción, circulación y consumo de conocimiento
educativo. Para algunos de ellos, sus investigaciones participativas estuvieron orientadas a
contribuir al desarrollo de una política de conocimiento escolar y pedagógica alternativa a la
hegemónica, y a la denuncia y transformación de las relaciones de saber y de poder asimétricas del
campo educativo.
Dispositivo de documentación narrativa y producción e
interpretación de relatos pedagógicos
A diferencia de otros tipos de relatos pedagógicos, los
documentos narrativos escritos por docentes en estos
procesos de indagación narrativa no se producen de forma
espontánea, ni son concebidos mediante la redacción libre
y “desinteresada” de los educadores.
El proceso de producción de los documentos narrativos de
experiencias pedagógicos es complejo y trabajoso y, como
dije, está permanentemente mediado y asistido por el equipo
de investigadores a través de estrategias y técnicas de taller y
de investigación acción y participante.
Más allá de la forma particular que ese trayecto de formación
y de documentación tome en cada caso en concreto, es
posible abstraer, a la manera de un modelo, una serie de
momentos o instancias de trabajo, no necesariamente
sucesivos y la mayoría de las veces recursivos, que permitirán
una comprensión más sutil de los complejos procesos
intelectuales en los que se comprometen los docentes
narradores durante el despliegue del dispositivo (Suárez,
2004).
En el caso de los procesos de investigación que llevamos a
cabo a través de la documentación narrativa de experiencias
pedagógicas, combinamos ambos enfoques y decidimos
informar nuestros resultados de forma mixta y combinada.