Numerosas epidemias, más o menos mortíferas, enfermedades diversas, durante estos dos siglos, cuestan a la humanidad millares de muertos.
Difteria o Garrotillo
Causaba especial mortandad entre la
población infantil tras inflamarse la garganta
y provocar la muerte por asfixia.
Durante mil años no se
describieron nuevos casos de
difteria, pero a finales del siglo XVI
varios países europeos, entre ellos
España, se vieron azotados por
varias epidemias de anginas
malignas.
Sintomas
Existen dos cuadros clásicos de difteria: uno en
la nariz y la garganta, y otro en la piel. Los
síntomas principales son el dolor de garganta,
un aumento leve de la temperatura corporal y
ganglios linfáticos (nódulos linfáticos)
inflamados en el cuello. Además, se puede
formar una membrana en la garganta.
Viruela
Aunque consolidada en Europa desde el
siglo VI, tuvo especial gravedad al ser
llevada por los europeos a todo el
mundo, a través de sus expediciones
descubridoras del siglo XVI.
Se desconoce el origen de la viruela, pero
existen evidencias de su existencia en una
época muy temprana, pues se han hallado
restos en momias egipcias datadas del siglo
III a. C. La enfermedad se propagó a lo
largo de la historia a través de brotes
periódicos: en la Europa del siglo XVIII se
estima que unas 400.000 personas morían
cada año por viruela y un tercio de los
supervivientes desarrollaba ceguera.
Clasificacion
Viruela mayor, es la forma grave y
más común de la viruela, que ocasiona
una erupción más extendida y fiebre
más alta. Viruela menor, es un tipo
menos común de la viruela y una
enfermedad mucho menos grave,
cuyas tasas de mortalidad fueron
históricamente del 1 % o menores.
Sifilis
Aún se discute si sus orígenes se
encuentran en los territorios
americanos recién descubiertos
por Colón, o si bien ya estaba
latente en Europa.
A diferencia de las anteriores que amenazaban por
igual a todo ser humano, que eran ciegas e
inevitables, la nueva epidemia enseguida se
demostró asociada a la práctica sexual, por lo que
adquirió un tinte de claro castigo divino ante las
prácticas conscientes e inmorales de promiscuidad.