FUNDAMENTACIÓN BÍBLICA PABLO, ESCRITOS Y TEOLOGÍA PAULINA Carta a los Romanos

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Carta a los Romanos
Omar Enrique Parrado
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Omar Enrique Parrado
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Resumen del Recurso

FUNDAMENTACIÓN BÍBLICA PABLO, ESCRITOS Y TEOLOGÍA PAULINA Carta a los Romanos
  1. A los Romanos (tomo IV, NT II, pág. 101)
    1. INTRODUCCIÓN
      1. I. Fecha y lugar de composición

        Nota:

        • los datos de Rom 15 indicarían que Pablo escribió esta carta hacia finales del tercer viaje misional, poco antes de regresar a Jerusalén en la primavera del 58. Es probable que la escribiera en Corinto, durante el invierno del 57-58 (Rom 15,25; cf. Act 20,3)
        1. II. Motivo e intención

          Nota:

          • Pablo escribió Rom consciente de que su apostolado misionero en la zona del Mediterráneo oriental ya podía darse por finalizado. Después de predicar «el evangelio de Cristo en todos los lugares desde Jerusalén hasta el Ilírico» (Rom 15,19), miraba ahora hacia Occidente, a España sobre todo. Su plan era visitar de paso la Iglesia de Roma para cumplir un deseo que tenía desde años atrás (Rom 1,13; 15, 22.24.28). Pero antes de encaminarse hacia Occidente, tenía que atender personalmente una última tarea: llevar a Jerusalén la colecta recogida en las iglesias gentiles por él fundadas (Rom 15,25; cf. 1 Cor 16,1).
          • De esta manera quería demostrar a la Iglesia madre de Jerusalén la solidaridad existente entre los «pobres» de la comunidad judeo-cristiana y los paganocristianos de Galacia, Macedonia y Acaya. Estos gentiles habían contribuido a aquella colecta, haciendo verdad que «compartían las bendiciones espirituales» de la Iglesia madre (Rom 15,27). Pero antes de partir desde Corinto hacia Jerusalén, escribió a la Iglesia romana para anunciarle su inminente visita. Escribiendo en calidad de «apóstol de los gentiles» (11,13), sentía la necesidad de presentarse a esta Iglesia, que aún no le conocía personalmente. Consciente también de su misión apostólica, compuso esta carta de presentación a modo de una extensa exposición de su  manera de entender el evangelio (1,16-17), que tantos deseos sentía de predicar también en Roma.
          • Se trata más bien de una exposición de sus reflexiones misioneras acerca de la posibilidad histórica de salvación que ahora se ofrece a todos los hombres en la buena noticia de Jesucristo. A la luz de su apostolado en el este y especialmente de la crisis judaizante, Pablo cayó en la cuenta de que la justificación y la salvación del hombre no dependen de «las obras de la Ley», sino de la fe en Cristo Jesús, el Hijo al que no perdonó el amor del Padre. Mediante la fe, el hombre participa de los efectos del plan salvífico concebido por el Padre y realizado en la muerte y resurrección de Jesús. 
          • Momento culminante del apostolado en el este fue la entrega personal de la colecta a la Iglesia de Jerusalén. A Pablo le preocupaba cómo sería recibida y pide a la Iglesia de Roma que ore «para que la ayuda que se les lleva sea bien recibida por los santos de allí» (Rom 15,31). Pues en Jerusalén aún se le conocía como el fariseo que había rechazado la Ley (Act 21,28). La colecta, por tanto, no se hizo únicamente con la intención de socorrer a los pobres; había de ser además un signo de la solidaridad de Pablo con Jerusalén y de la comunión entre sus conversos paganos y los primeros judeo-cristianos. ¿Sería aceptada con rectitud de espíritu?  
          • Rom expone muchos de los temas de Gal, pero mientras Gal se compuso en un contexto polémico, Rom refleja una atmósfera más tranquila y reflexiva. Se parece más a un tratado que a una carta e introduce elementos del estilo literario griego (por ejemplo, la diatriba estoica). Rom, sin embargo, no refuta directamente una postura judía ni trata de justificar la misión apostólica de Pablo para la evangelización del mundo gentil. Es a Gal lo que Ef a Col (—> Carta Gal, 49:8). Tampoco aborda Rom ningún problema específico de la Iglesia romana. Incluso las instrucciones de la sección exhortatoria (caps. 12-14) son únicamente generalizaciones, fundadas ciertamente en la anterior experiencia misionera de Pablo. Es posible incluso que reflejen la situación de la Iglesia de Corinto, donde había permanecido los últimos meses (Act 20,3). Cf. T. W. Manson, BJRylL 31 (1948), 239. Rom sintetiza las ideas de Pablo en proceso de maduración; fue escrita con motivo de su inminente visita a Roma; en ella formula las implicaciones más universales del evangelio que había  venido predicando
          1. III. La Iglesia de Roma

            Nota:

            • La costumbre de Pablo en Oriente había sido establecer comunidades cristianas en ciudades importantes del Imperio (Efeso, Filipos, Tesalónica, Corinto). Aunque deseoso de predicar  el evangelio también en Roma, sabía que esta Iglesia había sido fundada por algún otro (15,20; cf. 1,8.13). Quién sea éste no lo dice Pablo. El necho de que escribiera Rom parece indicar que no consideraba a Pedro como su «fundador» (cf. Gal 2,7-8; R. Foster, Ser 4 [1950], 148). Lo más verosímil es que aquella comunidad se formara a base de convertidos procedentes de Palestina y Siria en época muy temprana (cf. Act 2,10
            • Es probable que Pedro no llegara a Roma hasta los años cincuenta; estaba en Jerusalén por las fechas del «concilio» (ca. 49). Áquila y Priscila, judeo-cristianos obligados a abandonar Roma por el edicto de Claudio que expulsó a «todos los judíos» (Act 18,1), llegaron a Corinto el año 49. Esta expulsión se debió probablemente a un conflicto entre los judíos y los judeo-cristianos de Roma; así, al menos, lo sugiere Suetonio: «Iudaeos impulsore Chresto assidue tumultuantes Roma expulít» (Claudii vita, 25; cf. Orosio, Hist. adv. pag., 7.6, 15: CSEL 5, 451). 
            • La expulsión indica que ya había cristianos en Roma antes del 49. Lo apoya la inscripción funeraria de Pomponia Grecina, al parecer una matrona cristiana sepultada ca. Al>. En cuanto a la dudosa tradición de los veinticinco años de apostolado de Pedro en Roma, cf. Wik, INT 292; Guthríe, NTI 21-22; S. Lyonnet, Quaestiones, 1.a ser. (1962), 25-38; O. Cullmann, Peter (Filadelfia, 1953), 70-152.  
            1. IV. Autenticidad e integridad de Rom.

              Nota:

              •  Hoy se admite casi umversalmente la autenticidad paulina de Rom, lo mismo que ocurría en la antigüedad. Las escasas voces discrepantes del siglo xix ya no se toman en serio (cf. Sanday-Headlam, Romans, LXXXVI-LXXXIX).  
              • Pero la doxología final (16,25-27) puede suscitar algún problema. Su autenticidad ha sido puesta en duda: 1) Por la diversa posición que ocupa en muchos manuscritos. En las tradiciones textuales hesiquiana (B, S, C, sip., etiop.) y occidental (D, lat.) aparece después de 16,23; en la tradición koiné (L, sih., minúsculos), después de 14,23; en P46  (el texto más antiguo de Rom), después de 15,33; en los manuscritos A, P, 5, 33, después de 14,23 y también de 16,23. Finalmente, en G, g y Marción se omite por completo (aunque en G y g aparece un espacio vacío después de 14,23). De ahí que, si bien los mejores manuscritos están a favor de 16,23, se plantee legítimamente la cuestión de si la doxología es o no una adición posterior a Rom. 2) Es de estilo recargado, con reminiscencias de expresión litúrgica e hímnica, rasgo que está ausente del resto de Rom. 3) 
              • El «misterio» divino aplicado aquí a la salvación de los gentiles es un rasgo de otras cartas paulinas, pero no de Rom. Estas razones, tomadas aisladamente o en conjunto, no resultan del todo convincentes. Pero, consideradas junto con el problema que plantea el cap. 16, no puede excluirse la posibilidad de que esta doxología sea una adición no paulina a Rom, añadida quizá cuando se estaba formando el corpus paulino. 
              • Rom 16,1-23 plantea otro problema. Su autenticidad paulina no se pone de ordinario en duda. Pero ¿es parte integrante de la carta original? Marción y algunos escritores patrísticos (Tertuliano, Cipriano, Ireneo) conocían, al parecer, una forma de Rom en que faltaban los capítulos 15-16 (cf. Guthrie, NTI 1, 34). En P46 la doxología sigue a 15,33, versículo que tiene todo el aspecto de ser la conclusión de la carta (cf. 1 Cor 16,23-24; 2 Cor 13,11; Flp 4,9). Además, Rom 16,1-16 parece ser una carta de recomendación dictada por Pablo para Febe, diaconisa de la Iglesia de Céncreas (el puerto de Corínto). Se parece a las antiguas cartas de presentación que conocemos por papiros. También éstas entran directamente in medias res, empiezan con la fórmula «recomiendo» (synistémi) y acumulan los saludos (cf. A. Deissmann, LAE 226-27). Por su forma, Rom 16 es una epistole systatiké. Pero ¿iba dirigida a la Iglesia de Roma? En época moderna se ha sugerido frecuentemente que su destino sería Efeso (D. Schulz, J. Moffatt, T. M. Taylor, etc.). Se envió a una Iglesia con la que Pablo estaba muy relacionado. Dado que Pablo no había pensado visitar Efeso de paso hacia Jerusalén (Act 20,3), ni tan siquiera hablar con los ancianos de esta Iglesia (como luego ocurriría de hecho en Mileto, Act 20,17), se comprende que escribiera esta carta para presentar a Febe a la comunidad efesina.
              • En Rom 16,3 saluda a Prisca y Áquila, que se habían establecido en Efeso (Act 18,18.26), permaneciendo allí el año anterior con una congregación que habían reunido (año 57; 1 Cor 16,19). Como da a entender 2 Tim 4,19, todavía estaban en Efeso en fecha más tardía. También saluda Pablo a Epéneto, el «primero de Asia que se volvió a Cristo» (16,5), saludo que apenas vendría al caso si es que se encontraba en Roma. Junto a éstos, saluda a otros veinticinco (veintitrés por su nombre), lo que supone un número demasiado grande de amistades para tratarse de una iglesia que Pablo no conocía personalmente. Lo cierto es que está familiarizado incluso con grupos que se reúnen en diversas iglesias domésticas (16,5.14.15). Finalmente, la advertencia de 16,17-20, tan diferente por su tono del resto de Rom, sugiere también una situación eclesial con la que Pablo se hallaba personalmente relacionado. Se ha intentado invalidar estos argumentos a favor de Efeso como destino de Rom 16 (cf. Guthrie, NTI 1, 29-32), pero las razones aducidas no son convincentes. Se supone que en Col, escrita a una Iglesia no fundada por Pablo (ibtd.; también S. Lyonnet, Romains, 45), hay también semejantes saludos personales. Sin embargo, en Col 4,10-17 Pablo saluda únicamente «a los hermanos de Laodicea y a Ninfa y su comunidad doméstica» (4,15-16), añadiendo un mensaje para Arquipo.  
              • Todas las demás personas mencionadas en 4,10-14 más bien envían sus saludos a los colosenses por mediación de Pablo. Ciertamente, Aquíla y Prisca podrían haber regresado a Roma después de morir Claudio. Pero el único dato referente a ellos, ¿acaso no sugiere lo contrario? «No parece que haya ninguna razón concreta para que el primer converso de Asia se quedara allí» (Guthrie). Tampoco la hay, aparte de Rom 16, para pensar que marchara a Roma. Pablo había trabajado durante tres años en Efeso (Act 20,31); el número de personas a las que envía saludos puede muy bien ser el de las amistades que hizo allí. El hecho de que Corinto fuera el punto de origen de Rom y de la carta de Febe podría ser la razón de que ambas cartas fueran unidas más tarde (cf. R. Schumacher, NTAbh 14/4 [1929], 3-28).  
              • El final problemático de Rom, junto con la omisión de en Rome («en Roma», 1,7.15) en algunos manuscritos (G, g, 1908), ha sugerido la idea de que Rom se compuso realmente como una «carta circular» destinada a más de una iglesia. En este caso, Rom 1-15 (con la doxología como en P46) habría sido enviada a Roma, pero el cap. 16 se añadiría como carta de presentación para Febe, que se encargó de llevar una copia de la misma a Efeso. La expresión en Romé significaría, por tanto, el primer destino, pero su omisión en otros manuscritos supondría que éstos la tomaron de otras copias. A primera vista, esta solución parecería plausible, pero se funda en unas pruebas muy débiles por lo que se refiere a la tradición manuscrita. En este sentido no hay paralelismo real entre Rom y Ef (—» Carta Ef, 56:2).  
              1. V. Importancia de Rom

                Nota:

                • Esta carta ha repercutido en la teología cristiana posterior más que cualquier otro libro del NT. Sería difícil encontrar un ámbito de la evolución teológica que no haya sido afectado por su doctrina. Su influjo alcanza incluso a otros escritos del NT (1 Pe, Heb, Sant) y subapostólicos (Clemente, Ignacio, Policarpo, Justino). Abundan los comentarios patrísticos y escolásticos a Rom, empezando por Orígenes; los principales intérpretes fueron Crisóstomo, Teodoreto, Juan Damasceno, Ecumenio, Teofilacto, Ambrosiáster, Pelagio, Hugo de San Víctor, Abelardo y Tomás de Aquino. Incalculable fue el peso de Rom en los debates de la Reforma. Lutero, Calvino y Melanchton le dedicaron famosos comentarios
                • Las modernas ideas teológicas han sido profundamente afectadas por los comentarios a Rom de K. Barth (Episíle to the Romans [Londres, 1933]), A. Nygren (Commentary on Romans [Londres, 1952]), H. Asmussen, Der Rbmerbrief [Leipzig, s. f.]). Es inestimable la aportación que Rom ha significado para el pensamiento occidental cristiano.  
                1. VI. Contenido

                  Nota:

                  • Casi todos los comentaristas modernos están de acuerdo en la división obvia de Rom (introducción, sección exhortatoria, conclusión [con o sin el cap. 16]). Pero las discusiones surgen en torno a la sección doctrinal. ¿Ha de dividirse en dos o en tres secciones? ¿Hay que unir el cap. 5 con lo que precede o con lo que sigue? ¿No habrá incorporado Pablo a Rom ciertas formulaciones desarrolladas en otras ocasiones anteriores y ya utilizadas como unidades independientes (por ejemplo, 3,10-18; 5,12-21; 9,1-11,36)? No faltan motivos para plantear esta última cuestión a causa de la forma más bien abrupta en que son introducidas estas partes; sin embargo, tal como ahora se nos presentan, se integran en el discurso fundamental de la carta, y como tales hay que reconocerlas. A lo largo del comentario y en los lugares apropiados razonaremos la división de la carta a que nos atenemos aquí. El contenido adopta, con algunas modificaciones, el esquema de S. Lyonnet, Romains, 62-66. Cf. también RSR 39 (1951), 301-16.  
                  1. I. Introducción (1,1-15) A) Envío y saludo (1,1-7) B) Acción de gracias (1,8) C) Deseo de ir a Roma por parte de Pablo (1,9-15)
                    1. II. Primera parte. Sección doctrinal: evangelio de Dios por Jesucristo nuestro Señor (1,16-11,36)
                      1. A) Mediante el evangelio, la justicia de Dios justifica al hombre de fe (1,16-4,25)
                        1. a) Presentación del tema: el evangelio es la fuente poderosa de salvación que revela la justicia de Dios (1,16-17)
                          1. b) Explicación negativa del tema: sin el evangelio, la ira de Dios se manifiesta contra todos los hombres (1,18-3,20)
                            1. I) La ira de Dios se manifiesta contra los paganos (1,18-32)
                              1. II) La ira de Dios se ha manifestado contra los judíos (2,1-3,20)
                              2. c) Desarrollo positivo del tema: la justicia de Dios se ha manifestado a través de Jesucristo y es participada por la fe (3,21-31)
                                1. d) Ilustración del tema: en la Ley antigua, Abrahán fue justificado por la fe (4,1-25)
                                2. B) El amor de Dios asegura la salvación a los justificados (5,1-11,36)
                                  1. a) Presentación del tema: los cristianos reconciliados se salvarán, participando por la esperanza en la vida de Cristo resucitado (5,1-11)
                                    1. b) Explicación del tema: la nueva vida cristiana proporciona una triple liberación (5,12-7,25)
                                      1. I) Liberación de la muerte y el pecado (5,12-21)
                                        1. II) Liberación de sí mismo a través de la unión con Cristo (6,1-23)
                                        2. c) Desarrollo del tema: la vida cristiana se vive en el Espíritu y su destino es la gloria (8,1-39)
                                          1. I) La vida cristiana está potenciada por el Espíritu (8,1-13)
                                            1. ll) Mediante el Espíritu, el cristiano se hace hijo de Dios y su destino es la gloria (8,14-30
                                            2. d) Ilustración de] tema: el Antiguo Testamento demuestra que este plan de salvación no contradice a las promesas de Dios a Israel (9,1-11,36
                                              1. I) La infidelidad de Israel no se opone a que Dios dirija la historia (9,1-33)
                                                1. II) El fracaso de Israel se deriva de su propia negativa culpable (10,1-21)
                                                  1. III) El fracaso de Israel es parcial y temporal (11,1-36)
                                              2. III. Segunda parte. Sección exhortatoria: las exigencias de la nueva vida f 12 1- 15,13)
                                                1. A) La vida cristiana debe ser un culto rendido a Dios en espíritu (12,1- 13,14)
                                                  1. B) Los fuertes tienen el deber de la caridad para con los débiles (14,1- 15,13)
                                                  2. IV. Conclusión (15,14-33)
                                                    1. V. Carta de recomendación para Febe (16,1-23)
                                                      1. VI. Doxología (16,25-27)

                                                  Recursos multimedia adjuntos

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