El análisis crítico del Discurso de T. van Dijk

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Mapa Mental sobre El análisis crítico del Discurso de T. van Dijk, creado por Gabriel Leyva el 25/10/2021.
Gabriel Leyva
Mapa Mental por Gabriel Leyva, actualizado hace más de 1 año
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Creado por Gabriel Leyva hace alrededor de 3 años
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Resumen del Recurso

El análisis crítico del Discurso de T. van Dijk
  1. ¿Qué es el análisis crítico del discurso?
    1. El análisis crítico del discurso es un tipo de investigación analítica sobre el discurso que estudia primariamente el modo en que el abuso del poder social, el dominio y la desigualdad son practicados, reproducidos, y ocasionalmente combatidos, por los textos y el habla en el contexto social y político.
      1. Ciertos principios del análisis crítico del discurso pueden rastrearse ya en la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt desde antes de la segunda guerra mundial
        1. Al igual que sucede en esas disciplinas vecinas, el ACD puede entenderse como una reacción contra los paradigmas formales (a menudo «asociales» o «acr ticos») dominantes en los años sesenta y setenta.
          1. El ACD no es tanto una dirección, escuela o es- pecialidad similar a las numerosas «aproximaciones» restantes en los estudios del discurso como un intento de ofrecer una «manera» o «perspectiva» distintas de teorización, análisis y aplicación a través de dicho entero campo de investigación.
            1. Cabe encontrar una perspectiva más o menos crítica en áreas tan diversas como la pragmática, el análisis de la conversación, el análisis narrativo, la retórica, la estilística, la sociolingüística interaccional, la etnografía o el análisis de los media, entre otras.
    2. Los analistas del discurso y la sociedad
      1. Pro- longando una tradición que rechaza la posibilidad de una ciencia «libre de valores», aquéllos argumentan que la ciencia, y especialmente el discurso académico, son inherentemente partes de la estructura social, por la que están influidos, y que se producen en la interacción social.
        1. Crucial para los analistas críticos del discurso es la conciencia explícita de su papel en la sociedad.
          1. Como todos los investigadores, los analistas críticos del discurso deberían ante todo ser críticos de sí mismos y de los demás en su propia disciplina y pro fesión.
            1. La «crítica» a la que se refiere el adjetivo «crítico» en el ACD va sin embargo más allá de Ias conocidas vigilancia y autocrítica profesionales.
              1. Aspiran a producir conocimiento y opi- niones, y a comprometerse en prácticas profesionales que puedan ser útiles en general dentro de procesos de cambio político y social, y que apoyen en particu- lar a la resistencia contra el dominio social y la desi- gualdad.
      2. Análisis del discurso críticos vs. análisis del discurso acríticos
        1. A pesar de tan elevados propósitos, el ACD sólo puede realizar sus objetivos si es, ante todo, (buen) análisis del discurso.
          1. En las disciplinas más avanza- das, y especialmente en los paradigmas más abstrac- tos y formales, con frecuencia se descalifica y se marginaliza a la investigación crítica tachándola de «política», y por tanto de «acientífica».
            1. Ante todo, el ACD no se ocupa exclusivamente de teorías y paradigmas, de modas pasajeras dentro de la disciplina, sino más bien de problemas sociales y de asuntos políticos.
              1. El uso del len- guaje, los discursos y la comunicación entre gentes reales poseen dimensiones intrínsecamente cogniti- vas, emocionales, sociales, políticas, culturales e his- tóricas.
                1. Finalmente, el ACD, aun cuando pretende inspirar y mejorar otras aproximaciones en los estudios del discurso, tiene también su foco específico y sus pro pias contribuciones que hacer.
        2. Marcos conceptuales y teóricos
          1. Puesto que no es una dirección específica de investi- gación, el ACD no posee tampoco un marco teórico unitario. Dentro de los objetivos susodichos evolu- cionan muchos tipos de ACD, que pueden ser teóri- ca y analíticamente bastante diversos.
            1. El análisis crí- tico de la conversación es muy diferente de un análisis de los reportajes de actualidad en la prensa, o de las clases y la pedagogía en la escuela.
              1. El discurso, y otras interacciones socialmente situadas cumplidas por actores sociales, pertenecen típicamente a lo que se suele denominar el «micro-nivel» del or- den social, mientras que las instituciones, los grupos y las relaciones de grupos, y por tanto el poder social, se emplazan usualmente en su «macro-nivel».
                1. En la realidad social de la interacción y de la expe- riencia cotidianas, los fenómenos de los niveles mi- cro y macro forman un todo unificado.
                  1. De ahí que el contexto de las noticias pueda ser no sólo el trabajo del reportero o de la sala de redacción, sino también el periódico al completo, las relaciones entre los media y la polí- tica, o entre los media y el público, o el entero papel de los media en la sociedad.
            2. Como hemos sugerido, la mayor parte de los tipos de ACD plantearán cuestio- nes sobre el modo en el que se despliegan estructu- ras específicas de discurso en la reproducción del dominio social, tanto si son parte de una conversa- ción como si proceden de un reportaje periodístico o de otros géneros y contextos.
              1. Dentro de los objetivos susodichos evolu- cionan muchos tipos de ACD, que pueden ser teóri- ca y analíticamente bastante diversos.
                1. Puesto que el ACD pretende estudiar cómo el discurso está involucrado en la reproducción del poder social, una teoría de ACD requiere salvar este bien conocido abis- mo entre lo micro y lo macro.
                  1. Sin embargo, a fin de vincular el discurso con la sociedad en general, y con la desigualdad social en particular, necesitamos un marco teórico que nos haga capaces de enlazar dichos diversos niveles de descripción.
                    1. Además de estos aspectos sociales de los vínculos micro-macro, no deberíamos tampoco olvidar la crucial dimensión cognitiva. En cierto sentido dicha dimensión mental hace posibles los restantes vínculos. Los actores, las acciones y los contextos son tanto contractos mentales como constructos sociales.
            3. El poder como control
              1. Una noción central en la mayor parte del trabajo críti- co sobre el discurso es la del poder, y más concreta- mente el poder social de grupos o instituciones.
                1. Hallamos de entrada entonces, en nuestro análisis de las relaciones entre el discurso y el poder, que el acceso a formas específicas de discurso, p.e. las de la política, los media o la ciencia, es en sí mismo un recurso de poder.
                  1. Cerrar el círculo del discurso-poder significa, por último, que aquellos grupos que controlan los dis- cursos más influyentes tienen también más posibili- dades de controlar las mentes y Ias acciones de los otros.
                    1. El ACD se centra en la explotación de tal po- der, y en particular en el dominio, esto es, en los modos en que se abusa del control sobre el discurso para controlar las creencias y acciones de la gente en interés de los grupos dominantes.
                      1. La primera pregunta requiere especialmente in- vestigación interdisciplinar en los límites entre los estudios del discurso, la sociología y la ciencia polí- tica, y la segunda involucrará sin duda a la psicolo gía cognitiva y social.
              2. El acceso al discurso y su control
                1. Detallemos los dos modos principales de la repro ducción discursiva del dominio, comenzando por la relación entre los grupos poderosos y el discurso.
                  1. Aquellos que gozan de mayor control sobre más y más influyentes discursos (y sobre más propieda- des discursivas) son también, según esta defini- ción, más poderosos.
                    1. Controlar el contexto implica controlar una o más de esas categorías, p.e. determinando el estatuto de la situación comunicativa, decidiendo sobre el tiempo y el lugar del acontecimiento comunicativo, o sobre qué participantes pueden o deben estar presentes en él, y en qué papeles, o sobre qué conocimientos u opiniones han de tener o no tener, y sobre qué acciones sociales pueden o no cumplirse a través del discurso
                      1. En suma, virtualmente todos los niveles de la es- tructura del texto y del habla pueden en principio ser más o menos controlados por hablantes poderosos, y puede abusarse de dicho poder en detrimento de otros participantes.
                        1. Es obvio que no todos los hombres dominan siempre todas las conversacio nes (Tannen, 1994a), ni todos los blancos o todos los profesores, etc.
                  2. nes socialmente más poderosos disponen de un ac- ceso más o menos exclusivo a uno o más tipos de discurso público, y del control sobre ellos.
                    1. El contexto consiste en categorías como la definición global de la situación, su espacio y tiempo, las acciones en curso (incluyendo los discursos y sus géneros), los participantes en roles variados, co municativos, sociales o institucionales, al igual que sus representaciones mentales: objetivos, conocimientos, opiniones, actitudes e ideologías.
                      1. El control del texto y del habla. Crucial en la reali- zación o el ejercicio del poder de grupo es el acceso a las estructuras del texto y del habla, y su control.
                        1. Debería subrayarse, sin embargo, que el habla y el texto no asumen o envuelven di- rectamente en todas las ocasiones la totalidad de las relaciones de poder entre grupos: el contexto siem- pre puede interferir, reforzar, o por el contrario transformar, tales relaciones.
                          1. El control del texto y del contexto es el primer tipo de poder asentado en el discurso. Examinemos ahora el segundo tipo: el control de la mente.
                  3. El control de la mente
                    1. Si controlar el discurso es una primera forma de po- der mayor, controlar las mentes de la gente es el otro medio fundamental para reproducir el dominio y la hegemonía.
                      1. Pero aunque los receptores raramente aceptarán de modo pasivo las opiniones recibidas o los discursos específicos, no deberíamos olvidar, por otro lado, que la mayor parte de nuestras creencias sobre el mundo las adquirimos a través dei discurso.
                        1. En un marco de ACD, por lo tanto, «el control de la mente» implica más que la simple adquisición de creencias sobre el mundo por medio del discurso y de la comunicación.
                          1. Estos cuatro puntos sugieren que el control dis- cursivo de la mente es una forma de poder y de do- minio si tal control se realiza en interés de los pode- rosos, y si los receptores no tienen «alternativas», p.e. otras fuentes (habladas o escritas), otros discur- sos, ni otra opción que escuchar o leer, ni otras creencias para evaluar tales discursos.
                            1. Si por libertad se entiende la oportunidad de pensar y de hacer lo que uno quiere, entonces tal falta de alternativas es una limitación de la libertad de los receptores.
                    2. Analizar la mente
                      1. Es decir, no es imaginable una teoría del control discursivo de la mente sin una detallada teoría cognitiva de la mente, y una teoría de cómo el discurso influencia la mente. Al igual que el texto y el habla, la mente (o la memoria, o la cognición) tiene muchos niveles, es- tructuras, estrategias y representaciones.
                        1. La memoria personal (Tulving, 1983) consiste en la totalidad de nuestras creencias personales (conoci- miento y opiniones).
                          1. Es este modelo mental lo que hemos definido como el contexto: la construcción subjetiva de las propiedades de la situación social que son relevantes para el discurso en marcha.
                            1. La memoria social (tradicionalmente llamada «memoria semántica») consiste en las creencias que poseemos en común con otros miembros del mismo grupo o cultura, y que en ocasiones se denominan «re- presentaciones sociales»
                              1. La Segun- da Guerra Mundial o el Holocausto pueden ser objeto de alusiones en los media sin mayor explicación sobre lo que fueron estos hechos capitales de la hist3ria. Pero gran parte de nuestro conocimiento so cialmente compartido es general y abstracto, p.e. el que poseemos sobre las guerras y el genocidio en general.
                        2. Una distinción útil es la que suele establecerse entre la memoria episódica y la semántica, que deno- minaremos respectivamente memoria personal (sub- jetiva) y social (intersubjetiva).
                          1. Es ampliamente autobiográfica y ha sido acumulada durante nuestra vida a través de nuestras experiencias, incluyendo los acontecimien- tos comunicativos en los que hemos participado.
                            1. Por ejemplo, la credibilidad que concedemos a los expertos, como se ha discutido más arriba, es una de las propiedades de dicho contexto (Van Dijk, 1998).
                              1. Como sucede con la memoria personal, también las creencias so ciales pueden ser de tipo más específico o más general y abstracto.
                                1. Y viceversa, podemos adquirir conocimiento social general por abstracción de los modelos personales, esto es, aprendiendo de nuestras experiencias, incluidas nuestras lecturas de textos específicos, y comparando y normalizando tales creencias generales con las de otros miembros de nuestro grupo o cultura.
                        3. Las estrategias discursivas del control de la mente
                          1. Disponemos ahora de una comprensión elemental de algunas de las representaciones de la mente, y de lo que significa controlarlas. La cuestión crucial es en- tonces: ¿cómo son el discurso y sus estructuras ca- paces de ejercer tal control?
                            1. MAPA 14 LEYVA TAPIA GABRIEL 1PV32
                          2. La influencia del contexto
                            1. Hemos afirmado que una dimensión significativa del control de la mente es contextuai, p.e. la que se fun- damenta en las características de los participantes.
                              1. Recuérdese, con todo, que el contexto se define en términos de modelos contextuales: no es la situación social (incluyendo a sus participantes) en sí misma la que «objetivamente» influencia nuestra in- terpretación del discurso, sino la construcción subje- tiva de su rasgos relevantes en un modelo mental de contexto.
                                1. El análisis crítico del discurso se centra en aque- llas propiedades de las situaciones sociales, y en sus efectos sobre los modelos preferenciales de contexto, que contribuyen al control ilegítimo de la mente, como hemos dicho antes.
                                  1. En términos generales, el control de la situación social por los grupos dominantes puede en- tonces conducir a modelos de contexto que hacen aparecer su discurso como más creíble, p.e. median- te la eliminación o el desprestigio de fuentes alterna- tivas de información y de opinión.
                            2. Cómo el discurso controla la mente
                              1. Los usuarios del lenguaje leen textos o escuchan el habla, usan sus informaciones y estructuras con el fin de construir modelos mentales personales de los acontecimientos, e infieren (o confirman) creencias sociales compartidas más generales, dentro del mar- co de la representación del contexto.
                                1. Los temas (macroestructuras semánticas) orga- nizan globalmente el significado del discurso. Puesto que tales temas con frecuencia representan la infor- mación más importante, pueden influenciar la orga- nización de un modelo.
                                  1. Los esquemas discursivos (superestructuras, es- quemas textuales) organizan primariamente las cate- gorías convencionales que definen la entera «forma» canónica de un discurso, y por tanto parecen menos relevantes para la construcción de modelos.
                                    1. Los recursos retóricos como los símiles, las metáforas, los eufemismos, etc., al igual que los es- quemas globales, no influencian directamente el sig- nificado.
                                      1. Más bien lo hacen resaltar o lo difuminan, y con ello también la importancia de los aconteci- mientos en un modelo de acontecimientos.
                              2. La complejidad de las relaciones entre el discurso y el poder
                                1. Esto no sólo significa que mucha gente interpretará el mundo del modo en que los poderosos o las élites se lo presentan, sino también que actuará (más) en consonancia con los deseos y los intereses de los poderosos.
                                  1. Debido a que el control de la mente y de la acción es lo que define el poder, el control del discurso confirma y extiende el poder de los grupos dominantes, al igual que su abuso de éste.
                                    1. Aun cuando este razonamiento parece impecable, y aunque en términos muy generales es empíricamente verdadero, el poder, el dominio y el papel del discurso en ellos no resultan tan evidentes.
                                      1. Así, resulta innegable que los hombres disponen, en detrimento de las mujeres, del control sobre la mayor parte de las formas del dis- curso público, y que tal control contribuye indirecta- mente al machismo y al sexismo.
                                2. El discurso y la reproducción del racismo
                                  1. Podemos examinar, a título de ejemplo de las rela- ciones entre el discurso y el dominio, el papel del texto y del habla en la reproducción, hoy día, del racismo y de la desigualdad étnica o «racial» en la mayor parte de los países occidentales
                                    1. La cuestión aquí es que esas representaciones nega- tivas son básicamente (si bien no únicamente) adquiri- das y reproducidas a través del habla, y del texto, de y entre el grupo dominante (blanco, occidental, europeo).
                                      1. Las formas del discurso público que dominan en la mayor parte de las sociedades occidentales son las de la política, los media, la enseñanza, los nego- cios, los juzgados, las profesiones y la(s) iglesia(s).
                                        1. Así, en los media las rutinas de la elaboración de noticias caracterizan a los grupos minoritarios como de menores importancia y credibilidad.
                                  2. Evaluación
                                    1. Así sucede explícitamente con Ia mayoría de los trabajos feministas sobre el lenguaje y el discurso, al igual que con los análisis del racismo y del antisemitismo.
                                      1. Las investigaciones de géneros o de dominios sociales enteros del dis- curso (como el discurso de los media) son más o menos descriptivas o más o menos críticas depen- diendo de los géneros que se consideren.
                                        1. Aunque las nociones cruciales del poder, el dominio y la desigualdad se usan a menudo, la mayor parte de las perspectivas lingüísticas sobre el discurso rara vez analizan esas nociones con mucho detalle, descuido que perjudica también a la indagación sistemática del contexto social en general.
                                    Mostrar resumen completo Ocultar resumen completo

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