La alianza de Dios y de la humanidad está tejida
de llamamientos a reconocer la vida humana
como don divino y de la existencia de una
violencia fratricida en el corazón del hombre
LA LEGITIMA
DEFENSA
La legítima defensa
de las personas y las
sociedades no es una
excepción a la
prohibición de la
muerte del inocente
que constituye el
homicidio voluntario.
El amor a sí mismo
constituye un
principio
fundamental de la
moralidad. Es, por
tanto, legítimo hacer
respetar el propio
derecho a la vida. El
que defiende su vida
no es culpable de
homicidio
EL HOMICIDIO
VOLUNTARIO
El quinto
mandamiento
condena como
gravemente
pecaminoso el
homicidio
directo y
voluntario. El
que mata y los
que cooperan
voluntariamente
con él cometen
un pecado que
clama venganza
al cielo
EL
ABORTO
La vida humana debe
ser respetada y
protegida de manera
absoluta desde el
momento de la
concepción. Desde el
primer momento de
su existencia, el ser
humano debe ver
reconocidos sus
derechos de persona,
entre los cuales está el
derecho inviolable de
todo ser inocente a la
vida.
LA
AUTANASIA
Aquellos cuya vida se
encuentra disminuida o
debilitada tienen derecho
a un respeto especial. Las
personas enfermas o
disminuidas deben ser
atendidas para que lleven
una vida tan normal como
sea posible. Cualesquiera
que sean los motivos y los
medios, la eutanasia
directa consiste en poner
fin a la vida de personas
disminuidas, enfermas o
moribundas. Es
moralmente inaceptable.
EL
SUICIDIO
El suicidio
contradice la
inclinación
natural del ser
humano a
conservar y
perpetuar su
vida. Es
gravemente
contrario al justo
amor de sí
mismo. Ofende
también al amor
del prójimo
porque rompe
injustamente los
lazos de
solidaridad con
las sociedades
familiar, nacional
y humana con las
cuales estamos
obligados. El
suicidio es
contrario al amor
del Dios vivo.
EL RESPETO DE LA DIGNIDAD DE LAS PERSONAS
EL ESCANDALO
El escándalo es la
actitud o el
comportamiento
que induce a otro a
hacer el mal. El que
escandaliza se
convierte en
tentador de su
prójimo. Atenta
contra la virtud y el
derecho; puede
ocasionar a su
hermano la muerte
espiritual. El
escándalo
constituye una falta
grave si, por acción
u omisión, arrastra
deliberadamente a
otro a una falta
grave.
EL RESPETO DE
LA SALUD
La moral exige el
respeto de la vida
corporal, pero no
hace de ella un valor
absoluto. Se opone a
una concepción
neopagana que
tiende a promover el
culto del cuerpo, a
sacrificar todo a él, a
idolatrar la perfección
física y el éxito
deportivo. Semejante
concepción, por la
selección que opera
entre los fuertes y los
débiles, puede
conducir a la
perversión de las
relaciones humanas.
EL RESPETO DE LA
PERSONA Y LA
INVESTIGACIÓN
CIENTIFICA
Los experimentos
científicos, médicos o
psicológicos, en personas o
grupos humanos, pueden
contribuir a la curación de
los enfermos y al progreso
de la salud pública. Tanto la
investigación científica de
base como la investigación
aplicada constituyen una
expresión significativa del
dominio del hombre sobre
la creación. La ciencia y la
técnica son recursos
preciosos cuando son
puestos al servicio del
hombre y promueven su
desarrollo integral en
beneficio de todos; sin
embargo, por sí solas no
pueden indicar el sentido
de la existencia y del
progreso humano. La
ciencia y la técnica están
ordenadas al hombre que
les ha dado origen y
crecimiento.
EL RESPETO DE
LA DIGNIDAD
PERSONAL
Los secuestros y el
tomar rehenes hacen
que impere el terror y,
mediante la amenaza,
ejercen intolerables
presiones sobre las
víctimas. Son
moralmente ilegítimos.
El terrorismo, amenaza,
hiere y mata sin
discriminación; es
gravemente contrario a
la justicia y a la caridad.
La tortura, que usa de
violencia física o moral,
para arrancar
confesiones, para
castigar a los culpables,
intimidar a los que se
oponen, satisfacer el
odio, es contraria al
respeto de la persona y
de la dignidad humana
EL RESPETO A
LOS MUERTOS
A los moribundos
se han de prestar
todas las atenciones
necesarias para
ayudarles a vivir sus
últimos momentos
en la dignidad y la
paz. Deben ser
ayudados por la
oración de sus
parientes, los cuales
cuidaránLos cuerpos
de los difuntos
deben ser tratados
con respeto y
caridad en la fe y la
esperanza de la
resurrección. que
los enfermos
reciban a tiempo los
sacramentos que
preparan para el
encuentro con el
Dios vivo.