El ser humano tiende a crear grupos, a identificarse con los
miembros de su grupo y a adoptar una actitud cautelosa o
claramente hostil hacia otros grupos sea cual sea su definición.
En lugar de pasar por alto las diferencias, de dejarnos inflamar
por ellas o de intentar aniquilarlas mediante el odio o el amor
Invito a todos los seres humanos a que acepten las
diferencias, a que aprendan a vivir con ellas, a que valoren y
respeten a quienes forman parte de grupos distintos del suyo.
Si los adultos de distinta raza se mezclan de una manera
cómoda y natural, la fuerza de esta distinción se reduce.
Lo ideal sería que la responsabilidad de fomentar el
respeto a las diferencias y de demostrar públicamente
ese respeto se distribuyera por toda la sociedad.
Todo tipo de organizaciones sociales deberían demostrar y
recompensar este respeto, incluso deberían premiar a quien muestre
respeto y aislar o penalizar de alguna forma a quien no lo haga.
Si queremos formar adultos respetuosos con las diferencias
tendremos que ofrecer lecciones y modelos educativos que
fomenten esta actitud.
Durante los primeros años de formación, estas cuestiones se
abordan mejor mediante experiencias en las que los miembros de
distintos grupos colaboran en la realización de proyectos comunes,
Eso permite que se conozcan mejor, que aborden sus
diferencias de una manera amistosa y que aprendan que si
una perspectiva es diferente ello no supone que deficiente.
Hay muchas clases de respeto. No existe ninguna fórmula para conseguir que alguien sea respetuoso
con los demás. El respeto hacia los demás debería impregnar toda nuestra vida.