Si tuviéramos que dar una definición del Internet de las cosas probablemente lo mejor sería decir
que se trata de una red que interconecta objetos físicos valiéndose del Internet.
Antecedentes:
Desde hace unos 30 años que se viene trabajando con la idea de hacer
un poco más interactivos todos los objetos de uso cotidiano. Ideas como
el hogar inteligente, también conocido como la casa del mañana, han
evolucionado antes de que nos demos cuenta en el hogar conectado
para entrar al Internet de las cosas.
Tendencias:
El número de dispositivos conectados a
Internet hoy está cercano a los 4.9 mil
millones, 30% más que en 2014, según la
consultora Gartner. El Internet de las
Cosas sumará 25 mil millones de nuevos
dispositivos para 2020, aunque algunas
entidades, calculan que se llegará a los
50 mil millones.
Servicios:
El Internet de las cosas potencia objetos que antiguamente se
conectaban mediante circuito cerrado, como comunicadores,
cámaras, sensores, y demás, y les permite comunicarse
globalmente mediante el uso de la red de redes.
Ventajas:
Con esa tecnología, y utilizando
un dispositivo móvil, se puede
interactuar con otros
dispositivos y hacer seguimiento
de diversas actividades
cotidianas. Configurar el sistema
de seguridad del hogar, bloquear
un vehículo, encender o apagar
las luces de la casa, o incluso
recibir un aviso en nuestro
teléfono para recordarnos que
debemos comprar manzanas,
porque nuestro refrigerador ha
detectado que se han agotado y
nos envió una notificación, son
algunas de las aplicaciones.
Desventajas:
Tiene el potencial de convertirse
en una gran vulnerabilidad para
nuestra privacidad. Empresas o el
mismo gobierno pudieran
entrometerse en nuestras vidas
con mayor facilidad. Hay un
montón de compañías que les
encantaría saber nuestra rutina
diaria. Y están dispuestos a pagar
grandes cantidades de dinero
para acceder a ese tipo de
información. Eso les ayudaría a
orientar con mayor precisión sus
anuncios publicitarios y
estrategias para captar más
clientes.
Aplicaciones:
El truco en todo esto está en los sistemas embebidos. Se trata de de
chips y circuitos que comparados con, por ejemplo, un smartphone,
podrían parecernos muy rudimentarios, pero que cuentan con todas las
herramientas necesarias para cumplir labores especializadas muy
especificas.
Uso Personal y a Nivel Mundial:
Hay aplicaciones del Internet de las Cosas para el
transporte, la industria energética, y prácticamente
todos los sectores comerciales. Como hemos dicho,
el gran pendiente es el mercado de consumo, o lo
que es lo mismo, los hogares, un lugar al que
probablemente es cuestión de tiempo para que
veamos la gran explosión del IoT.