En el transcurso del siglo IV, el Cristianismo comenzó a ser tolerado por el Imperio, para alcanzar luego un
estatuto de libertad y convertirse finalmente —en tiempo de Teodosio— en religión oficial. El emperador
romano-cristiano convocó las grandes asambleas de obispos —los concilios—y la Iglesia pudo organizar sus
estructuras territoriales de gobierno pastoral
El edicto de Galerio dado en el año 311, no concedía a los cristianos plena libertad religiosa, sino tan sólo una
cautelosa tolerancia. . Por vez primera, el Cristianismo dejaba de ser una «superstición ilícita» y adquiría carta
de ciudadanía. hubo incluso emperadores romanos, como Filipo el Árabe (244-249), de evidentes simpatías
filocristianas.
3. El edicto de Constantino El tránsito de la tolerancia a la libertad religiosa se produjo con suma rapidez, y su
autor principal fue el emperador Constantino. A principios del año 313, los emperadoresConstantino y Licinio
otorgaron el llamado «Edicto de Milán», que, más que una norma legal concreta, parece haber sido una nueva
directriz política fundada en el pleno respeto a las opciones religiosas de todos los súbditos del Imperio,
incluidos los cristianos. La legislación discriminatoria en contra de éstos quedaba abolida, y la Iglesia,
reconocida por el poder civil, recuperaba los lugares de culto y propiedades de que hubiera sido despojada. El
emperadorConstantino se convertía así en el instaurador de la libertad religiosa en el mundo antiguo.
Constantino consideró siempre suvictoria como una señal celestial, aunque su «conversión» defnitiva —es
decir, la recepción del bautismo— la demorase muchos años, hasta vísperas de su muerte (337).
A lo largo de ese tiempo, la orientación procristiana de Constantino se hizo cada vez más patente. Fueron desautorizadas las
prácticas paganas cruentas o inmorales y se prohibió a los magistrados participar en los tradicionales sacrificios de culto. El
emperador, por otra parte, favorecía a la Iglesia de muy diversos modos: construcción de templos, concesión de privilegios al
clero, ayuda para el restablecimiento de la unidad de la fe, perturbada en África por el cisma donatista y en Oriente por las
doctrinas de Arrio. Los principios morales del Evangelio inspiraron de modo progresivo la legislación civil, dando así origen al
llamado Derecho romano-cristiano
4. Una nueva expansión El avance del Cristianismo no se interrumpió tras la muerte de
Constantino, si se exceptúa el frustrado intento de restauración pagana por Juliano el
Apóstata. Los demás emperadores —incluso aquellos que simpatizaron con la herejía
arriana— fueron resueltamente contrarios al paganismo. Graciano, al asumir en 375 el poder
imperial, rechazó el tradicional título de «Pontífice Máximo», que sus predecesores
cristianos habían consentido conservar. Un enfrentamiento particularmente significativo entre
Cristianismo ascendente y paganismo en decadencia se produjo en el escenario más
venerable de la Roma antigua: el Senado.
El altar de la Victoria que presidía el aula, como símbolo de la tradición gentil, fue
removido por voluntad de los senadores cristianos, que eran ya mayoría, frente al grupo
de los «viejosromanos», encabezados por el senador Símaco. La evolución religiosa se
cerró antes de que terminara el siglo IV, por obra del emperador Teodosio. La
constitución Cunaos Populos,promulgada en Tesalónica el 28 de febrero del año 380,
ordenó a todos los pueblos la adhesión al Cristianismo católico, a partir de ahora única
religión del Imperio.
5. La reorganización de la Iglesia », la Iglesia tomó las estructuras
administrativas del Imperio como norma de su propia organización. La
circunscripción civil más clásica —la provincia— sirvió de modelo a la
provincia eclesiástica
6. La cristianización de los Imperios La división del Imperio en dos «partes» —Oriente y Occidente—,
consumada a finales del siglo IV y que terminaría pon provocar la cristalización de dos Imperios, tuvo honda
repercusión en la vida de la Iglesia. La «parte» occidental —que coincidía aproximadamente con las regiones
de lengua y cultura latinas— tenía como única sede apostólica la de Roma, y por ello el Pontífice romano fue
también Patriarca de Occidente. En la «parte» oriental, de cultura griega, siria y copta, sobresalieron varias
grandes sedes de fundación apostólica —Alejandría, Antioquía y Jerusalén—, que fueron cabezas de los
Patriarcados, amplísimas circunscripciones eclesiásticas
En Oriente, un gran concilio —el de Sárdica (343-344)— sancionó el derecho de cualquier obispo del orbe a
recurrir, como instancia suprema, alPontífice romano El Concilio I de Constantinopla elevó la sede de esta
ciudad al rango patriarcal y atribuyó a sus obispos la primacía de honor dentro de la Iglesia después del obispo
de Roma, «en razón—dijo— de que la ciudad es la nueva Roma». Sobre este fundamento de índole no
eclesiástica, sino política —la capitalidad imperial—, se instituyó un nuevo Patriarcado —el de
Constantinopla—, destinado a alcanzar una indiscutible preeminencia entre todos los Patriarcados orientales, a
partir, sobre todo, del Concilio de Calcedonia.
. La postura del Oriente cristiano ante Roma, después del Concilio de Calcedonia, puede resumirse así:
atribución al obispo de Roma de la primacía de honor en toda la Iglesia; reconocimiento de su autoridad en el
terreno doctrinal; pero desconocimiento de cualquier potestad disciplinar y jurisdiccional de los papas sobre las
iglesias orientales : los de Nicea I (325), Constantinopla I (381), Éfeso (431) y Calcedonia (451). Todos estos
concilios se celebraron en el Oriente cristiano, y orientales fueron en su gran mayoría los obispos asistentes.
llamado «Cesaropapismo». Estos abusos fueron particularmente graves en las iglesias de Oriente La
libertad de la Iglesia y la conversión del mundo antiguo trajo consigo, finalmente, la entrada en escena de un
nuevo factor de notable importancia para los tiempos futuros: el emperador cristiano. Este personaje —un
simple laico en el orden de la jerarquía— tenía conciencia, sin embargo, de que le correspondía