Los investigadores están utilizando la
ingeniería genética para diagnosticar y
predecir la enfermedad, y para desarrollar
terapias y medicamentos para el tratamiento
de enfermedades devastadoras como el
cáncer, el Alzheimer, la diabetes y la fibrosis
quística.
Dentro de las técnicas
básicas de ingeniería genética
destacan la del ADN
recombinante. Es el proceso
de extracción de ADN de un
organismo y su inserción en
otro organismo, dándole
nuevos rasgos.
En la medicina, la técnica puede ser
utilizada para desarrollar medicamentos,
vacunas, y para producir hormonas
humanas y proteínas.
La producción de insulina es un excelente ejemplo de
este proceso. Los fármacos modificados
genéticamente que ya se están produciendo de
forma habitual en microorganismos plantas o
animales son los siguientes:
Insulina para diabéticos Factor VIII para la hemofilia A factor IX
para la hemofilia B Hormona de crecimiento humano (GH)
Eritropoyetina (EPO) para el tratamiento de la anemia Tres tipos
de interferones - luchar contra las infecciones virales Varias
interleucinas Factor estimulante de colonias de granulocitos y
macrófagos (GM-CSF) Activador del plasminógeno tisular (TPA)
para disolver los coágulos de sangre Adenosina desaminasa
(ADA) para el tratamiento de algunas formas de
inmunodeficiencia combinada severa (SCID) Angiostatina y
endostatina para los ensayos de fármacos contra el cáncer
Hormona paratiroidea
Otra de las aplicaciones importantes de la ingeniería genética en la salud es la
terapia génica. Este tipo de terapia consiste en el uso de genes normales para
complementar o reemplazar genes defectuosos. Por tanto, es una esperanza para
los afectados por enfermedades genéticas.