TEXTO
10. Pues la verdad es lo que voy a decir, atenienses. En el puesto en el que uno se coloca porque considera que es el mejor, o en el que es colocado por un superior, allí deben según creo, permanecer y arriesgarse sin tener en cuenta ni la muerte ni cosa alguna, más que la deshonra.
En efecto, atenienses, hubiese obrado yo dignamente, si , después de haber permanecido como cualquier otro en el puesto que me ordenaron los generales que pusisteis al frente mío en Potidea, en Antípolis y en Delión, y haber corrido el riesgo de morir, ahora que la divinidad me ordena, según he creido y aceptado, que debo vivir filosofando y examinándome a mí mismo y a los demás, abandonara mi puesto por temor a la muerte o a cualquier otra cosa. Sería indigno y realmente alguien podría con justicia traerme ante el tribunal diciendo que no creo que haya dioses, por desobedecer al oráculo, temer a la muerte y creerme sabio sin serlo.
En efecto, atenienses, temer la muerte no es otra cosa que creer ser sabio sin serlo, pues es creer que uno sabe lo que no sabe. Pues nadie conoce la muerte, ni siquiera si es, precisamente, el mayor de todos los bienes del hombre, pero le temen como si supiesen con certeza que es el peor de los males. Sin embargo ¿Cómo no va a ser la más reprochable la de creer saber lo que no se sabe? Yo, atenienses, también quizá me diferencio en esto de la mayor parte de los hombres, y, por consiguiente, si dijera que soy más sabio que alguien en algo, sería en esto, en que no sabiendo suficientemente sobre las cosas de Hades, también reconozco no saberlo. Pero si sé que es malo y vergonzoso cometer injusticia y desobedecer al que es mejor, sea dios u hombre.
En comparación con los males que sé son males, jamás temeré ni evitaré lo que no sé si es incluso un bien.
-----------------------------------------------------------------
Si la muerte hubiese sido algo claro y distinguible para el intelecto humano,
Selecciona una de las siguientes respuestas posibles: