2.2 La crisis de 1917

La crisis de 1917 puso de golpe sobre la mesa tres problemas que amenazaron la misma supervivencia del sistema político de la Restauración.

De forma consecutiva, entre los meses de junio y agosto, se produjeron dos protestas y una huelga general obrera.

Las Juntas de defensa: A comienzos de 1917 se constituían juntas de defensa en buena parte de las gurniciones del país integradas por oficiales de infantería, que se quejaban del sistema de ascensos y mejores salarios en el momento en el que la inflación causada por la Guerra venía erosionando los sueldos de los funcionarios. El 1 de junio la junta de Infantería de Barcelona lanzaba un manifiesto como ultimátum al gobierno, para que aceptara sus reivindicaciones profesionales y económicas. García Prieto dimite y Dato reconoce a las Juntas como órganos representativos del Ejército y negocia con ellas.
La asamblea de parlamentarios: El segundo acto de la crisis era un intento por parte de los políticos de la oposición para cambiar el régimen político. Desde febrero de 1917 las Cortes estaban cerradas por miedo a que se debatiese sobre los graves problemas por los que atravesaba el país. Cambó, jefe de la Lliga Regionalista, pidió al gobierno la apertura de las cortes, siendo su petición ignorada. Como respuesta, se creó una asamblea de parlamentarios, que fue un fracaso dado que de los 760 convocados solo asistieron 71, en su mayoría catalanistas, reformistas, republicanos y el socialista Pablo Iglesias. Sus acuerdos estaban en formar un gobierno provisional y la celebración de cortes constituyentes. Mas las diferencias eran muchaas y las Juntas de defensa tampoco admitían estas iniciativas. La Guardia Civil disolvió la Asamblea y la Lliga Regionalista terminó pactando con el gobierno con temor al triunfo de una revolución obrera.
La huelga general:

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