Estamos rezagados 20 ó 30 años respecto al conoci¬miento de los niños y jóvenes de hoy en día. Ese re-traso no se traduce tan sólo en nuestra ignorancia en el manejo de ciertos programas, nuestro desinterés en juegos como “Halo” o nuestra asociabilidad en las redes sociales sino en un desconocimiento craso de las repercusiones que esas redes “virtuales” están te¬niendo en nuestra vida “real”. No sólo se trata de que las celebridades estén más cerca de nosotros o que se pase más tiempo frente a un computador que ante un balón de fútbol. No.
Recientemente dos grupos de muchachos, de colegios rivales, se enfrentaron violentamente en mitad de una calle a partir de una cita que se había “cazado” a traes ce una red social: los casos de cyber-bullying estás aumentando drásticamente y, según estudios e infor¬mes, la forma de lectura está variando en tanto leemos menos y nuestra atención se torna más dispersa. Los mismos problemas de adicción al computador se están convirtiendo en una nueva suerte de pandemia (quien subestime esto que se detenga ante el fenómeno de los hikokimori orientales).
Estar atrasado tecnológicamente no se traduce hoy en día en cerrarse ante algunos circuios sociales (el que no sabe conducir o no tiene auto tiene varias limita¬ciones a la hora de salir de la ciudad) sino en ignorar muchas de las dinámicas sociales que están teniendo lugar hoy en día y que constantemente están repercu¬tiendo directamente en el aula de clase o en nuestras casas.
La mayoría de los docentes, por ejemplo, no sabe qué hacer con internet cuando la mayor parte de las tareas de “investigación” (léase consulta) se resuelve en dos o tres minutos al consultar Wikipedia. Hoy en día un muchacho medianamente interesado puede descargar a su portátil o teléfono celular (de manera legal o ilegal) el contenido de Darren Shan mientras los padres y do¬centes todavía están intentando inculcarles que lean a los Grimm o Perrault como si no hubiera más opciones tecnológicas.
El desconocimiento de sistemas se traduce hoy en una nueva forma de analfabetismo que hace unos años era curiosa y que hoy es alarmante, la tecnológica. Mien¬tras los jóvenes de hoy en día tienen blogs, twitter, my space, facebook, hi5, buzz, flickr, y demás, muchos adultos aún utilizan el computador como una máquina de escribir.
Hace falta tiempo, sí, pero debemos estar en contacto permanente con las vanguardias tecnológicas, con los nuevos usos que estos avances tienen, para poder ha¬cerles frente a las diversas situaciones que debemos enfrentar continuamente. Me pregunto ahora si hay al¬guien que haya diseñado un taller de escritura virtual que abarque blogs y nuevas formas de narración como el vook; me preguntó en cuantos planteles educativos se está empleando los webquest como formas de dina- mizar e impulsar la investigación.
Reconocer estos fenómenos y estos procesos es parte importante de revalidar el concepto que tenemos de los niños y jóvenes de hoy en día que crecen a una veloci¬dad apabullante, digo revalidar porque son conceptual¬mente diferentes de lo que fuimos a su edad, más aún de lo que nosotros fuimos de nuestros propios padres. Desconocer esos procesos nos lleva a decisiones tan extremas como pretender que una adolescente lea “la crítica de la razón pura” en lugar de “crepúsculo” ale¬gando que los libros deben aportar conocimiento cuan¬do hace mucho rato se trata de un bien de consumo.
Publicado por Diego Femando Marín
1. Teniendo en cuenta la lectura anterior podemos decir
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