Prevenido lo necesario, el día siguiente, que era el de la fiesta, al amanecer, salía el Inca acompañado de toda su parentela, la cual iba por su orden, conforme a la edad y dignidad de cada uno, a la plaza mayor de la ciudad, que llaman Haucaypata.
Allí esperaban a que saliese el Sol y estaban todos descalzos y con grande atención, mirando al oriente, y en asomando el Sol se ponían todos de cuclillas (que entre estos indios es tanto como ponerse de rodillas) para le adorar, y con los brazos abiertos y las manos alzadas y puestas en derecho del rostro, dando besos al aire (que es lo mismo que en España besar su propia mano o la ropa del Príncipe, cuando le reverencian), le adoraban con grandísimo afecto y reconocimiento de tenerle por su Dios y padre natural.
De acuerdo al fragmento anterior de Comentarios reales de los Incas, del Inca Garcilaso de la Vega, determine qué característica de las crónicas se puede apreciar.
Selecciona una de las siguientes respuestas posibles: