El experimento de Millgram
Millgram, siendo un joven psicólogo puso un anuncio en el periódico solicitando voluntarios para un experimento y ofreciendo 4 dólares a quien deseara participar. Era un anuncio engañoso. Se dijo que era un experimento para evaluar la memoria, pero lo que en realidad se pondría a prueba era la obediencia o la resistencia a la autoridad de los participantes. A cada voluntario se le emparejó con otra persona y se les asignó un rola al azar, uno sería el profesor y otro el aprendiz. A continuación se les pone en habitaciones separadas. El procedimiento a seguir es simple, el profesor formula una pregunta al aprendiz y debe castigar cada respuesta errónea con una descarga eléctrica. El sistema de descargas funciona mediante un generador que transmite la electricidad a través de unos electrodos conectados al brazo del aprendiz. A cada respuesta equivocada, deberá aumentar la potencia de la descarga. Para demostrar que el mecanismo funciona, el investigador aplica al profesor la descarga de mínima potencia, así comprueba en su propia carne el castigo que aplicará al aprendiz.
El investigador con su bata blanca es quien da las instrucciones, se convierte en la autoridad de referencia para los participantes. Las primeras descargas son fáciles de dar, el profesor pulsa el interruptor sin vacilar, pero con los primeros gritos, su tarea se vuelve más dura; algunos dudan, saben que están infringiendo dolor. Las voces de los aprendices pidiendo que los saquen de ahí cada vez son más fuertes. La situación se vuelve muy tensa.
Cuando alguno de los profesores manifiesta su intención de abandonar, el investigador le insiste sin ni siquiera alzar la voz “El experimento requiere que continúes” o simplemente “Continúa”, estas simples frases son suficientes para que el 65% de los participantes lleve el experimento hasta el final. Sólo unos pocos deciden que no quieren seguir adelante. A pesar del progresivo aumento de los gritos de los aprendices, dos de cada tres voluntarios aplica la descarga de máxima potencia, sabiendo que existe un grave peligro para quien la recibe.
Sin embargo, no todo es lo que parece, lo que no sabrá el voluntario hasta finalizar el experimento es que su pareja, el aprendiz, sólo es un actor, sus gritos y súplicas son pura comedia. La repartición de roles ha sido amañada para que todos los voluntarios ejerzan de profesores y todos los actores de aprendices, es una estrategia para que los voluntarios piensen que es a sus compañeros a los que se está poniendo a prueba.
Este experimento se llevó a cabo en la Universidad de Yale a principios de los años 60. Los resultados son muy reveladores: sometidos a la autoridad, personas normales y corrientes pueden llegar a actuar con una crueldad extrema, el secreto es desprenderse de la responsabilidad; libres del sentido de culpa, aparece el lado más oscuro de la naturaleza humana.
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