Cuentan que hace muchos años, cuando los aztecas dominaban el Valle de México, los demás pueblos debían obedecerlos y rendirles tributo. Sucedió que, cansado de soportar maltratos, el cacique de Tlaxcala se dio a la tarea de pelear para liberar a su pueblo. Así comenzó la terrible guerra entre aztecas y tlaxcaltecas.
El cacique tenía una hermosa hija: la princesa Iztaccíhuatl; ella estaba enamorada del joven Popocatépetl, uno de los más valientes y famosos guerreros de su pueblo. Como este sentimiento era correspondido, Popocatépetl decidió pedir su mano antes de partir a la guerra, y solicitó que, si regresaba victorioso, le concedieran este gusto. El valiente guerrero preparó a sus hombres y partió.
Habían pasado unas cuantas semanas cuando comenzó a correr el rumor de que Popocatépetl había muerto en combate. Al enterarse, la princesa Iztaccíhuatl lloró amargamente hasta que murió de tristeza.
Cuando Popocatépetl regresó triunfante a su pueblo recibió la terrible noticia: “Tu prometida
ha muerto.”
Desconsolado, cargó el cuerpo inerte de su princesa y lo llevó hasta la cima del volcán que, poco a poco, tomó la forma de una mujer dormida. El joven besó sus labios por última vez, tomó una antorcha humeante, y se fue a la montaña que estaba a un lado, se arrodilló para velar el sueño eterno de su amada. La nieve los cubrió hasta que
se convirtieron en volcanes.
Así fue como se formaron los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl; este, que suele recordar a su amada —pues guarda el fuego de la pasión eterna— tiembla y hace que su antorcha despida humo.
¿Quién es el personaje principal de la leyenda?
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